Carmena, superada por "La Ingobernable", el edificio público okupado con el apoyo de varios de sus concejales
La Policía no tiene orden de la alcaldesa para desalojar el edificio situado en el corazón del Barrio de las Letras.
8 mayo, 2017 14:47Noticias relacionadas
Dos tablones cuelgan de la ventana. Anuncian "La Ingobernable". Varios movimientos sociales han okupado un edificio público, casi palacete, a orillas del Paseo del Prado. Esta vez "el órdago es brutal". Así lo creen Ganemos y varios concejales del Ayuntamiento de Madrid. Manuela Carmena, atada de pies y manos. Hasta ahora, los lugares invadidos eran de carácter privado. Esta vez, la propiedad es pública y la alcaldesa deberá decidir si desalojar o no este antiguo centro universitario de cientos de metros cuadrados en el Barrio de las Letras.
Cualquier postura agrietará su Ejecutivo. Si la Policía interviene, el ala más a la izquierda, las bases que la auparon a la alcaldía, explicitará su divorcio. En caso contrario, la facción más conservadora exigirá el cumplimiento de la ley. El mandato de Carmena se enmarcará sólo dos meses después de su discurso en el hotel Ritz, que soliviantó al tejido social que ahora habita el edificio: "No podemos tener un Madrid tercermundista de okupación".
Silencio en el Ayuntamiento
En la delegación de Seguridad, silencio. Remiten al gabinete central. Allí, a un portavoz se le escapa: "En el argumentario tenemos la orden de no decir nada al respecto". Mientras, en La Ingobernable, fregona, escoba y aspiradora, trabajan por hacer del edificio okupado un centro social.
Media mañana en el Paseo del Prado, enfrente un edificio de la Caixa, la trama, la estructura que "expolia Madrid" y les ha "robado" su "derecho a la ciudad". Los trajes, las cuentas bancarias, la pancarta y la reivindicación, separados por menos de diez metros. Varios turistas hacen fotos a este palacete de ladrillo rojo y marcos blancos.
Dentro de La Ingobernable
Álvaro, nombrado portavoz en asamblea, deja a un lado las tensiones políticas. Reposado y con una sonrisa, abre a este periódico las puertas de La Ingobernable. Varios compañeros hacen noche por turnos. "Los desalojos suelen ser a esa hora, cuanta más gente haya en el edificio, mejor".
Reconoce la crisis y el órdago que esta okupación supone para Carmena, pero insiste en ir más allá: "Lo importante es que el ciudadano disponga de centros sociales en el centro de la ciudad. Se nos ha echado, se ha convertido en una zona de negocio y turismo, sólo para quien tiene dinero".
Agentes de la Policía municipal y nacional se acercaron a La Ingobernable este fin de semana. Pidieron explicaciones por la concentración que se produjo, no comunicada a la Delegación del Gobierno. Álvaro la define "improvisada", fruto del apoyo de varias personas al objetivo logrado. ¿Y sobre el desalojo? "Nos dijeron que no tenían orden para llevarlo a cabo". Un extremo que depende de Carmena, propietaria del inmueble.
Mano de pintura
La escalera brilla, todavía húmeda. Ana Botella cedió este edificio a Emilio Ambasz, que proyectó para él un museo, sin haberse iniciado ningún tipo de obra. "Encontramos los techos agrietados, problemas en las tuberías, escombros...". Mientras Álvaro trata de encontrar una sala para la entrevista en mitad del laberinto, relata que se ha habilitado una zona para depositar las toneladas de basura encontradas. "No te imaginas cómo estaba esto antes", apunta otra persona presente en la asamblea inaugural del sábado.
La Ingobernable fue antes centro de salud, sede universitaria, casa de socorro... Un patio y varias escaleras conectan dos zonas. Las habitaciones, relucientes, pero viejas, destrozadas. Esterillas, sacos de dormir, aspiradoras... Y las ventanas abiertas.
En cada puerta, cuelga un papel que, a rotulador, indica el uso de las salas. "Estudio, reuniones de colectivos, actividades públicas programadas". También algunas indescifrables como "Estancia fuera de permanencias".
Ya tiene biblioteca
La sala que acoge la conversación fue aula, varios pupitres la delatan. También los es ahora. Dos chavales estudian en una mesa, junto a la ventana. "Está muy bien, es muy luminosa", apuntan.
Álvaro reitera que las puertas están abiertas para cualquiera que respete los Derechos Humanos y comparta "una justicia social libre de machismo, racismo y xenofobia". ¿También podrán organizar actividades asociaciones de derechas? "Sí, siempre que compartan estos principios".
La Ingobernable espera con incertidumbre la decisión de Carmena: "Esperamos que el que se dice Gobierno del cambio revierta las políticas de expolio del Partido Popular". Álvaro vio en el alegato de la alcaldesa contra la okupación una "generalización muy bestia". "No se puede meter en el mismo saco a quienes hacen una labor social con quienes cometen actividades delictivas".
Siempre en asamblea
En La Ingobernable ninguna decisión se toma sin una asamblea de por medio. "Quizá esta tarde se formalice una comisión de diálogo con el Ayuntamiento. La pelota está en su tejado, esta vez su responsabilidad es directa", presiona. Cuenta que varios concejales apoyaron y participaron en el acto inaugural de La Ingobernable: "Sí, no mostraron diferencia de postura ni hicieron uso de la palabra, veremos qué ocurre".
El sol se filtra por la ventana y seca poco a poco el suelo recién fregado. La habitación la envuelve un abanico de escaleras. Existen varios caminos para llegar a un mismo sitio. También se han limpiado los sótanos.
"Carmena no ha satisfecho las reivindicaciones sociales"
"La ciudadanía está por delante de las instituciones. Carmena, desde su llegada al Gobierno, no ha satisfecho las reivindicaciones sociales. Si no, no hubiéramos tenido tanta fuerza en acciones como ésta", discurre.
Mientras La Ingobernable toma forma y medita su funcionamiento, el Ejecutivo de Ahora Madrid lanza balones fuera. "No podemos dar información", repiten varios portavoces consultados.
El sustantivo, lo que ahora es La Ingobernable, también se decidió en asamblea. Primero se apostó por La Gobernadora, pero hubo reparos. Alguien propuso La Ingobernable y entonces se levantaron los brazos. "Nos identificamos más con este nombre", termina Álvaro.