El cambio será ruidoso o no será. Podemos ha desembarcado en el Congreso de los Diputados con un estruendo por semana. En público, sus dirigentes critican al resto de grupos, en especial al PP, PSOE y Ciudadanos, por haber tejido una alianza contra el partido morado. En privado, algunos diputados reconocen que probablemente no han calibrado adecuadamente el alcance de alguna de sus puestas en escena, ridiculizadas por sus oponentes como "shows" o "circo".
La última tuvo lugar este martes. El portavoz del grupo, Íñigo Errejón, acababa de ofrecer una rueda de prensa ante decenas de periodistas. Había sido más larga de lo que se estila en la cámara baja, pero se trataba de la comparecencia posterior a la primera Junta de portavoces de la legislatura. "Perdón, somos nuevos", dijo antes de entrar a la sala de prensa el portavoz, según recogió en su Twitter la periodista Inma Carretero.
Fue una mañana ajetreada en un Congreso que espera con aspavientos pero sin demasiada confianza el desembarco de un nuevo Ejecutivo al que controlar. Primero se celebró una sesión de la Mesa de la cámara baja, el órgano que decide todas las cuestiones organizativas de la casa. Más tarde se reunieron los portavoces con la Mesa y finalmente la Mesa de nuevo. Mientras la Mesa decidía sobre varios asuntos, entre ellos la distribución de escaños en el hemiciclo, Errejón dio su rueda de prensa con normalidad.
Una comparecencia acelerada
Pocos minutos después de que terminase, su equipo de prensa convocó otra comparecencia urgente en el patio del Congreso. La Mesa había decidido que Podemos se siente a partir de la cuarta fila en un espacio que comprende parte del centro del hemiciclo y las últimas filas de la izquierda, por detrás de los parlamentarios socialistas. Aunque Podemos fantaseó en un primer momento con ocupar el lugar del PSOE, finalmente aspiraba al centro del hemiciclo, en unos puestos no muy distantes a los que el núcleo duro del partido estuvo en la sesión constitutiva.
Las palabras de Errejón no ahorraron en dureza y fueron mucho más críticas que las pronunciadas durante la rueda de prensa sobre otros asuntos. Para él, ser relegados es una "cacicada", un "fraude" para con el resultado electoral y fruto de un pacto "vergonzoso" entre el PP, Ciudadanos y el PSOE. En la Mesa se sientan nueve personas y las decisiones se votan. El resultado fue de seis votos a favor (PP, Ciudadanos y Micaela Navarro, del PSOE), la abstención del presidente Patxi López y el voto en contra de los dos representantes de Podemos.
López hizo saber que no estaba de acuerdo con la decisión y se abstuvo agarrándose al perfil institucional y no partidista que ocupa como presidente. Micaela Navarro no vio otra distribución posible, habida cuenta de que Podemos debía estar a la izquierda y Ciudadanos en el centro derecha. En realidad, según se desprende de lo argumentado por la diputada por Jaén, las sillas del hemiciclo son un espejo de la endiablada aritmética que impide formar Gobierno. Podemos y el PSOE suman casi tantos escaños como PP y Ciudadanos.
La exposición a las cámaras
Sin embargo, el enfado de Errejón incluía el hecho de que partidos como el PNV, con seis diputados, o Democràcia i Llibertat, con 8, se sienten antes que Podemos. Y ese "antes" significa no sólo que sus señorías tengan que subir menos escaleras sino que es determinante de cara a la exposición a las cámaras de televisión. "Lo menos es que nos corresponda un lugar acorde con nuestro resultado, porque hay por delante, en una posición mucho más centrada, grupos a los que respetamos" pero que han tenido menos apoyos, lamentó. Errejón enseñó durante un rato largo el croquis con los puestos y desapareció tan indignado como llegó tras denunciar la "Mesa de gran coalición".
No es la primera controversia de la que Podemos es protagonista en la cámara baja. La semana pasada, una agónica lucha contra el reloj concluyó con Errejón presentando su grupo parlamentario seis minutos antes del cierre del registro y tras un cisma interno que acabó con la marcha de cuatro diputados de Compromís. La semana anterior, el bebé de Carolina Bescansa y las promesas de los cargos, en varios idiomas y con reivindicaciones, causaron estupor en el resto de grupos.