Pablo Iglesias entró en el Congreso de los Diputados, se hizo acompañar de su equipo de confianza y del portavoz de En comú podem, Xavier Domènech, y dio un golpe en el tablero de la investidura. Se reivindicó como vicepresidente, nombró a Domènech ministro de la Plurinacionalidad y dudó sobre la cartera más conveniente para su número dos en Podemos, Íñigo Errejón. "Ya veremos, pero desde luego cuento con él", anunció.
Al PSOE se le cortó la respiración. Por unos segundos estuvo unido, pero por el shock y la indignación.
Muy pocos en el PSOE esperaban un discurso así, aunque no faltaron los que a posteriori aseguraron en privado haberlo visto venir. Los socialistas pasaron de asumir en público la posibilidad de un Gobierno de izquierdas y poner toda la presión sobre Podemos a verse ellos mismos bajo el foco. La carga de la responsabilidad ya no está en Podemos, comprometido solemnemente con el gobierno de izquierdas, sino en un PSOE que tiene que decidir si acepta la oferta o explicar por qué la rechaza.
Ese es ahora el dilema y aquí se acaba la frágil paz interior del PSOE. Sánchez sigue defendiendo un gobierno de izquierdas presidido por él, como repitió poco después del anuncio de Iglesias, pero este viernes pidió tiempo para que naufrague Mariano Rajoy y para que tengan lugar unas negociaciones "con luz y taquígrafos" sobre "políticas", no cargos.
Con la renuncia a última hora de Rajoy, un movimiento adelantado el miércoles por EL ESPAÑOL, el proceso podría acelerarse. La prisa y las formas pueden amenazar la investidura de Sánchez. Influyentes dirigentes territoriales, entre los que están Susana Díaz, creen que el pacto no debe llegar a cerrarse nunca. Para empezar, porque la aritmética hace imposible la investidura si Ciudadanos mantiene su "no" y no se abstienen los partidos que abogan por la independencia de Cataluña (ERC y Democracia i Llibertat, la antigua Convergència).
Fuentes cercanas a la presidenta de Andalucía aseguraron que Díaz considera que el gesto de Iglesias "una desfachatez que necesitaba una respuesta". "Es increíble que nadie le haya parado los pies", señalan las mismas fuentes, que apuntan a que Díaz guardará silencio hasta que se acerque la trascendental cita del Comité Federal socialista, el sábado que viene.
La "humillación" al PSOE de Iglesias
"Iglesias ha matado él mismo la posibilidad" de un Gobierno, aseguraba un alto cargo del PSOE cercano a Pedro Sánchez. "No se puede ser todos los días el protagonista, primero en el pleno con los diputados, con el bebé, con la formación de grupos y ahora con esto", señala. Sánchez y su equipo se quedó fuera de juego con el anuncio, hecho ante la prensa y mientras él estaba reunido con el rey, que fue quien se lo contó. Iglesias apeló a la lealtad institucional para con Felipe VI, un jefe del Estado al que él sustituiría por Jordi Évole, según ha dicho en varias ocasiones, para no comunicarle a Sánchez que quería ser su vicepresidente. Optó por explicarlo directamente ante las cámaras. "Parece que lo que más quiere es que se repitan las elecciones", según fuentes socialistas.
"Todos los políticos estamos dando un espectáculo lamentable, pero hoy especialmente Iglesias", reconocía un diputado del PSOE. "¿Te puedes creer que se puede salir así, por sorpresa y entre risas, a repartir ministerios sin hablar con nadie y tratar con tanta ligereza asuntos tan importantes?", se preguntaba.
El exdiputado Eduardo Madina, muy respetado en el partido, compartió su indignación a través de un tuit:
El predecesor de Sánchez en la secretaría general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, también estalló en las redes. "Es la primera vez que oigo en mi vida ofrecer un acuerdo de gobierno insultando gravemente al partido con el que quieres acordar. Para llegar a un acuerdo con un partido lo primero que hay que hacer es respetar a sus dirigentes, a sus militantes y, por supuesto a sus votantes", dijo en Facebook.
Varios miembros de la Ejecutiva de Sánchez coincidían este viernes en conversación con EL ESPAÑOL en una misma idea: "Hace falta que se enfríen las cosas, que nadie se ponga nervioso y dar tiempo al proceso", resumía uno. El equipo de Sánchez critica amargamente a Iglesias por el golpe de efecto ("antes la línea roja era la autodeterminación, ahora son las sillas", dice otro), pero hay quien piensa que si el PSOE permanece unido el "numerito" de Podemos llevará a su candidato a la Moncloa. "Saben mucho de márketing, pero poco de política. Después de lo que han dicho, ¿cómo justificarían votar "no" en la investidura de Sánchez, aunque no les garantice todas sus exigencias?", se preguntaba un veterano socialista.
El Comité Federal del sábado, clave
La renuncia de Rajoy pone a Sánchez en una difícil tesitura. Si la ronda de consultas de la semana que viene concluye con Sánchez como candidato en la investidura, su equipo tendrá que acelerar las negociaciones.
Dentro de una semana, el sábado que viene, se celebra una nueva reunión del Comité Federal, el máximo órgano del PSOE entre congresos y que marca las líneas maestras del partido y sus negociaciones. Su última reunión se celebró unos días después de las elecciones y en ella se incluyó la prohibición de iniciar negociaciones con los partidos que no renunciasen antes a las consultas sobre la autodeterminación. La frase iba inequívocamente dirigida a Podemos.
"Erramos el tiro. No teníamos que haber ido contra Podemos sino contra el secesionismo", según una fuente cercana a la estrategia que lidera la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, y varios dirigentes territoriales, muy influyentes en el partido.
Los barones buscan ahora endurecer la resolución para imposibilitar el pacto, conscientes de que Sánchez quiere intentarlo a toda costa y que sólo es posible con grandes concesiones a Podemos y la abstención o voto favorable de ERC o Democracia i LLibertat, la nueva Convergència.
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