¿Nieve o no nieve? ¿Es esa la cuestión? Yo diría que no. Es más, como no esquío, me da más bien igual que las fiestas sean blancas, en tanto en cuanto no nos visite otra Filomena. No es ese el estado puro al que me refiero.
Porque, vamos a ver, si hablamos de sostenibilidad medioambiental, social y económica, o al menos del camino hacia la consecución de sus objetivos, me animo a compararla con un cierto nivel de pureza. Y llegados a la Navidad, me encantaría pensar que podemos conjugarla sostenible.
¿Sostenible es gastar menos? Yo diría que no. Es más, gritaría: "¡Gasten, gasten a su santa voluntad!", animando a un consumo. O mejor: “Gasten conscientemente”. Porque contribuir al mantenimiento económico también es sostenible.
Y, la verdad, parece que el gasto está garantizado. Siempre hablando de medias, siempre recordando y teniendo en cuenta a quienes han visto lastimadas sus arcas. A quienes han sufrido el golpe de la pandemia en sus cuentas. A quienes viven bajo el umbral de la pobreza, por cierto, un 9,5% de españoles, según la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en España.
¿Gastaremos menos? Parece que no. De hecho, según un informe de Deloitte, la estimación del gasto navideño por hogar estará en torno a 631 euros, un 14% más que en 2019. No hagan sus cálculos: entonces la cifra fue de 554 euros. Hay otros datos, que descienden no ya al hogar sino a cada uno de sus moradores.
Así, según el estudio anual del Observatorio Cetelem, un 8% de los españoles tiene previsto un dispendio de más de 1.000 euros. Y la intención de un 23% es gastar más que en 2020, lo que supone, un aumento de 15 puntos porcentuales con respecto al primer año de la pandemia y un 20% por encima de niveles precovid.
¿Y yo que hago? Quien me conoce y seguramente quien haya leído alguna de mis columnas sabe que me obsesiona la responsabilidad individual. Lo repito y casi me doy pereza. Y lo repetimos las mujeres miembros de Women Action Sustainability (WAS), siempre diciendo que cada grano de arena cuenta.
Por eso, es interesante estudiar qué hacer en Navidad para ser más sostenibles. Lo comenté con una de mis colegas, Isabel Roser. Y ella, que es una sabia experta en el tema y consultora desde su empresa Hilo Sostenibilidad, me recomendó la Guía de los vagos para salvar el mundo, editada por Naciones Unidas, que me pareció brillantemente curiosa, aunque exagerada en algunos de sus planteamientos. A quién se le ocurre recomendar secar el pelo y la ropa al aire…, que experimentando el gélido de unas zonas de España y el húmedo de otras, me pareció tal vez sí sostenible, pero poco realista.
Según el Observatorio Cetelem, la intención de un 23% de los españoles esta Navidad es gastar más que en 2020
¿Aterrizamos? Pensemos en una Navidad sostenible, pero con consejos aplicables a otros días, menos festivos, pero igualmente invernales. ¿Por ejemplo? Esa materia que es la energía que no deja de llenar titulares y de preocuparnos.
Hace unos días alguien me hablaba de una pareja joven en la que ella ha perdido su trabajo y andaban poniéndose mantas en casa para conjurar los últimos días de un otoño especialmente invernal. Apagar la calefacción es exagerado, pero bajarla un grado o dos no es mala idea. Sin pasarse. No obstante reconozcamos que pasearse por casa en tirantes en el mes de diciembre es un poco absurdo.
Y, por cierto, ahora que todos sabemos lo que significan las calorías vacías de esos snacks que lejos de alimentar solo añaden peso, pensemos en el kilovatio vacío, sí. En el de esas luces que no se apagan y que no iluminan a nadie en habitaciones desocupadas, o los de aparatos que no utilizados consumen, aunque sea poco, pero consumen.
¿Y los regalos? Si no se ha practicado antes, este es buen momento para ejercitar al consumo de proximidad. Cuando hablamos de regalos, mi pasado me obliga a recomendar la moda española, aunque ahora cada vez está mejor vista la segunda mano. Y antes de comprar y exiliar ropa, libros, muebles, conviene acordarse de las organizaciones benéficas locales, capaces de proporcionarles una nueva vida.
Hacer una buena planificación de comidas implica realizar una buena lista de la compra
Y si pensamos en los alimentos, también de cercanía pero, sobre todo, de temporada. Qué manía esa de querer comer de todo en cualquier temporada. De paso, pensemos en comprar pronto, no el mismo día o la víspera de las fiestas, muy caro, mucho más caro, enfermizamente caro… Congelar es la posibilidad número uno. Una práctica también para esas sobras que no van a consumirse antes de que caduquen o se estropeen.
Por cierto, en cuanto a las cantidades, ¿qué tal si medimos lo que vamos a ingerir? Sin pensar en bacanales a las que pocos están dispuestos a sucumbir en pleno siglo XXI. Hacer una buena planificación de comidas implica realizar una buena lista de la compra. Me lo dice insistentemente mi querida hija @barrous que prepara las bases de su cocina semanal en la tarde del domingo, con lo que todo está organizado con tiempo y con menos desechos.
¿Cómo sé si contamino? Como cualquier fenómeno, si no se mide no existe. Y no sólo del cálculo de la huella de carbono viven las empresas y los países. Todos somos patosos, todos dejamos huella. Todos tenemos impacto. Y no está de más calcularlo. Lifestyle Calculator de Naciones Unidas, puede servirnos para decidir modificar algunos hábitos, aunque sea solo por Navidad.