Ángeles Caso, escritora: "Si consigo que los libros de texto cambien, no seré como Virginia Woolf, seré bruja"
La periodista asturiana publica un nuevo ensayo en el que recoge a las mujeres creadoras de los siglos XVIII y XIX que han quedado en la sombra.
30 octubre, 2023 01:57Hace casi dos décadas Ángeles Caso iniciaba con Las olvidadas la reconstrucción de una genealogía cultural femenina formada por todas las mujeres que rompieron con lo que la sociedad pretendía imponerles y se atrevieron a vivir a contracorriente. Ahora, la autora publica Las desheredadas (Lumen, 2023), la historia de las mujeres creadoras de los siglos XVIII y XIX que quedaron en la sombra. Desde ENCLAVE ODS le preguntamos por qué ha tardado 18 años en escribir la continuación de aquel maravilloso texto.
[Ángeles Caso: "La vida siempre se cuela en la escritura"]
“Efectivamente es la continuación porque Las olvidadas empieza en la Edad Media, a finales del siglo XVII y yo en aquel momento, en 2005, me dije tengo que hacer otro tomo del XVIII y XIX. Pero se me fue complicando la vida, y me enredé con otras muchas cosas. No acababa de encontrar el momento. Y ahora, ya lo tenemos aquí”, confirma.
Aún hoy las mujeres creadoras están ocultas en la historia, ¿qué hay que hacer para que consigamos una visión real de la historia?
Hay que hacer esto que estoy haciendo ahora, y que también están haciendo otros, porque no soy la única.... Con un análisis riguroso de los documentos y de las fuentes deconstruir el relato historiográfico, que hasta hoy hemos tenido, para volver a construirlo, aportando y añadiendo a ese relato la historia de la mitad de la población.
En ese relato de la historia se había dejado fuera a la mitad de la población y ya no nos vale. Tenemos que ponerlo en el lugar en el que tiene que estar, y añadir todo lo que le falta. Pero no debemos seguir tragando y aceptando ese relato androcéntrico que nos han contado. Lo que pasa es que esto va muy lento, porque los niños y las niñas en la escuela hoy siguen estudiando prácticamente lo mismo que estudie yo hace casi 60 años.
¿Para cuándo veremos un libro de texto en la escuela en el que las mujeres se vean reflejadas?
No acabo de entender lo que está pasando en ese terreno. El otro día estaba con mi sobrina nieta que tiene 10 años, y tenía unos deberes sobre Cristobal Colón. En el texto que tenía de su colegio decía que ese primer viaje de Colón a América lo pagó el rey, cuando sabemos perfectamente que fue Isabel La Católica la que lo defendió y apoyó frente a su marido, hasta empeñando sus joyas, el viaje. Y esa es la historia que estamos dando a nuestros niños y niñas.
Es preocupante, pero yo sigo esperando ese momento en el que ya no sea necesario un libro como el mío porque ya estará todo contado en los manuales y en el relato tradicional.
Se dice que eres la digna heredera de Virginia Woolf y de su obra Un cuarto propio, ¿se siente cómoda con la comparación?
Adoraría ser como Virginia Woolf. De hecho, hoy luzco una camiseta con su cara que me he puesto para la presentación del libro. Ya quisiera yo, pero si me tienen que comparar con alguien que sea con ella... [risas].
Si consigue que los libros de texto cambien, es más que Virginia Woolf.
Si consigo que los libros de texto cambien es que soy bruja [risas].
En el libro toca diferentes artes, pinturas, cultura, literatura. Comienza con una alusión a 1783 en Francia. Dos mujeres fueron elegidas como miembros de la Academia Real de Pintura y Escultura de Francia. Un episodio muy molesto para los señores académicos del momento.
Sí, muchos se pusieron muy nerviosos porque si que hubo académicas mujeres, pero entraban de una en una. Y ese día entraron dos a la vez y les pareció excesivo.
Pero nada comparable con lo que ocurrió cien años después, cuando corrió el rumor de que Emilia Pardo Bazán quería ingresar en la Academia de la Lengua. Algunos de los académicos comentaban: ¡Si entra Emilia en la Academía esto se va a convertir en un aquelarre! Esto es lo que había y lo que sigue habiendo aún hoy.
No hay rastro ni de pintoras, ni de escultoras, ni de literatas en los libros que han llegado hasta nuestros días, incluso en El Gombrich, el manual donde estudian Arte los alumnos de hoy, en el que no están reflejadas las artistas.
Es de vergüenza. Hace poco estuve en El Prado dando una conferencia acerca de las pintoras del siglo XIX y allí había un montón de ejemplares del Gombrich. Estuve a punto de decir algo en ese momento... Pero vamos a ver, 800 páginas de Historia del Arte sin un sólo nombre de mujer. No puede ser. Esto se publicó en los años 50 y podemos pensar que entonces, pero es que se sigue reeditando a día de hoy, sigue siendo un manual de referencia y ni un sólo nombre de mujer. La cosa es grave.
Volviendo a nuestro país, dice en el texto que el "ángel del hogar" es el estereotipo de la mujer que debía tener la jaula limpia y esgrimir una dulce sonrisa. Esto es algo que prendió en la sociedad española fácilmente, y que tiene que ver con la fiesta de la Purísima Concepción, que celebramos cada año el 8 de diciembre.
El concepto del ángel del hogar se lo inventa la sociedad burguesa, que nace después de la Revolución Francesa y en ese término, está todo resumido. La mujer es un ser delicado, puro, que no tiene deseos, que no concibe el vicio, ni el mal y por todo eso se convierte en una discapacitada.
Con lo cual, su único papel y su único espacio vital es el del hogar. Esta era la construcción del patriarcado burgués perfecta, para mantener a las mujeres de las clases privilegiadas y de las clases medias sometidas y encerradas en casa dedicadas a sus labores.
A mí me llama la atención, que es una reflexión que yo hago, que justo coincide con la proclamación del dogma de la Purísima Concepción, algo que hasta entonces no existía y que en España tuvo una gran relevancia y seguimos celebrándolo.
Me encaja perfectamente el mito de la Virgen como inmaculada, purísima, con lo que tiene que ser la mujer, desde esa construcción patriarcal burguesa.
No creo que sea una casualidad y prendió en el franquismo, que lo que hizo fue retomarlo, no se inventó nada nuevo respecto a la visión de la mujer, porque ya había existido en el XIX.
Emilia Pardo Bazán decía: “¡Qué distinta habría sido mi vida si en mi tarjeta pusiera Emilio en vez de Emilia!”. Con esta cita comienza y finaliza el libro. Es una fiel seguidora de Pardo Bazán a la que cita en varios libros. ¿Qué es lo que más le fascina de esta mujer?
Para mí, Emilia Pardo Bazán es una gigante como escritora, como intelectual, y como mujer. Con un talento extraordinario que no permitió que nadie se lo cuestionase. Y mira que se lo cuestionaron. Ella consiguió un poder y una autoestima que la sociedad le negaba, porque los hombres escritores de la época la pusieron verde.
Pero nadie pudo con ella y siguió adelante. Escribiendo, publicando, ofreciendo conferencias, fue la primera mujer catedrática en España y fue probablemente la primera feminista...
En su obra una y otra vez denuncia la violencia de género, denuncia la forma de vida de las mujeres de todas las clases sociales, reivindica el deseo femenino y la autonomía. Creo que todavía no la tenemos conceptuada en lo que debe ser. No sólo es una escritora, sino que es mucho más, una intelectual y una transformadora de la sociedad.
Autora de más de 20 libros, ganadora de Premio Planeta, Fernando de Lara, un largo etcétera. Destaca, sobre todo, su labor como historiadora del Arte. Y sobre todo, especializada en descubrir y destapar la verdad sobre el arte femenino.
Estoy ahora terminando un curso para la Universidad de Castellón de 18 clases sobre mujeres en el Arte y podría haber hecho 36. Tengo la cabeza dividida en dos. Una parte más intelectual que tiene que ver con la razón, con mi trabajo como investigadora, como historiadora, etc. Y luego tengo una parte creativa. Ambas conviven bien. En estos últimos años estoy más enfocada en esto, en la investigación de género, y en divulgar porque quiero llevarlo a un público más amplio y que no se quede en el ámbito científico.
Cuando era muy joven pasó por televisión, ¿qué recuerda de aquello?, ¿qué hacía una asturiana en Madrid en aquel momento?
Yo no tenía ninguna gana de ir a Madrid. En ese momento me presionaron y casi me obligaron a hacerlo.
¿Es una etapa para olvidar?
No, para olvidar no, porque he hecho grandes amigos y amigas y me abrió muchas puertas, sería muy injusta si dijera que no aprendí mucho. Pero si es verdad, que odiaba todo lo que tenía que ver con la popularidad y con la cosificación.
Yo me sentí consificada. Un busto que salía allí, maquillada, peinada, y vestida y a la que se calibraba por eso. Todo eso para mi era horrible. Tan horrible que a los dos años me fui corriendo porque no lo aguantaba más. No lo quiero olvidar porque es una parte importante de mi vida, pero siempre digo, que si volviera a nacer, yo no lo haría.
¿Se ha sentido alguna vez ninguneada por ser mujer?
[Se ríe] Continuamente. Como escritora me he sentido ninguneada y maltratada. Yo he aparecido en la sección de literatura rosa en este país. Pero si yo crecí leyendo El Lazarillo de Tormes. Mi padre era catedrático de literatura, y fue el primer que hizo la primera edición crítica de El Lazarillo, y a los siete años yo ya lo estaba leyendo. Entonces qué novela rosa… Se han metido mucho conmigo, pero como Emilia Pardo Bazán, en el último momento siempre resucito ([isas].
Como asturiana, se define como una mujer neorural, con una relación especial con la naturaleza.
Siempre quise vivir en el campo desde pequeña. Yo no quería vivir en Madrid, quería vivir en la montaña de Asturias, un territorio natural. Mis antepasadas eran campesinas de Los Lagos de Covadonga, y es donde me siento feliz, en la montaña, debajo de los árboles, es mi espacio natural.
Es una opción de vida que no todo el mundo puede adoptar, pero yo como teletrabajo desde hace muchísimos años, me lo he podido permitir. Cuando voy a Madrid me divierto…
Y se va corriendo.
Cómo podéis vivir todos ahí apretados y con tanto ruido. Los asturianos del norte tenemos una conexión muy profunda con el paisaje y la naturaleza y es así.
¿Cómo es su proceso de escritura?
Soy muy caótica. A ver, soy autodisciplinada porque si no no hubiera podido escribir, pero no soy como esas personas que se sientan todos los días a las ocho y hasta los doce.
Hay un día que escribo diez horas porque estoy inspirada. Y al día siguiente no escribo, y así. Con pocos rituales y depende de cómo me pille el día. Hay días que estoy muy inspirada y otros que estoy muy torpe.
Se fía mucho de la inspiración y también de la intuición.
Para mí es lo mismo, hay una parte del subconsciente que a mí me funciona muy bien y confío mucho en ello. No es algo universal, pero no me merece la pena forzar, porque cuando fuerzo lo que hago, no lo hago bien.
¿Cómo ve la situación del movimiento cultural en Gijón hoy en día?
No estoy viviendo en Asturias ahora mismo, sino en León, pero mantengo una gran conexión con el sector de la cultura de Gijón. Como ciudadana, que tiene conexiones afectivas y personales he pasado unos meses malos cuando vi que llegaba a la concejalía una persona de Vox pero bueno, después de lo que ocurrió el otro día, respiro con cierto alivio.
¿Qué opinión le merece el movimiento femenista en España?
Ha pasado por una crisis y han tenido sus más y sus menos, se han producido fracturas, pero esto siempre ha pasado desde sus orígenes. No siempre vamos a estar de acuerdo en todo, tenemos que estar de acuerdo en lo esencial, y esto lo compartimos todas y todos los que nos acompañan, porque cada vez hay más chicos.
Queremos que se supere la división, generada por discursos que han ido por lugares distintos y por enfrentamientos personales en algunos casos, que no han beneficiado al movimiento. Esperemos que se supere y que se vuelvan a hacer las cosas bien. Incluso con estas divisiones, yo creo que el movimiento feminista en España es uno de los más potentes del mundo, de los mejor organizados y que están consiguiendo grandes cosas.