Cuando estábamos encerrados por la pandemia, mientras una parte de la humanidad aprendía a hornear pan y a hacer yoga, la cineasta valenciana Ana Ramón Rubio se iniciaba en el mundo de las criptomonedas. A medida que su fascinación y dedicación iban en aumento, en su familia crecía la preocupación. Pensaban que estaba obsesionada.
Literalmente, con la intención de que la dejaran en paz, Ana, reconocida por sus anteriores trabajos Almost Ghost (2019) y Todos queríamos matar al presidente (2018), comenzó a rodar Bull Run. Con ella enfrente y detrás de la cámara contando su supuesto ‘desenganche’ de la compra y venta de los activos digitales, teniendo como resultado la fiebre del bitcoin como jamás se había narrado.
Lo que Ana ni los implicados imaginaban es que este documental, estrenado en la reciente edición de Cinema Jove, plagado de humor y donde abundan las sorpresas, además se convertiría con la primera película española financiada por la venta de tokens, consiguiendo reunir en menos de 24 horas 320.000 euros.
En Bull Run, el auge y caída del mercado de las criptomonedas va a la par de tu historia personal, se vive un boom y una caída. ¿Cómo se sobrevive a esa montaña rusa de emociones?
Cuando empiezas a interesarte por las criptomonedas lo haces porque ves que hay otra persona con escasos conocimientos financieros que está ganando dinero, entonces te propones probar. Esa es la fase del bull run, en la que todo sube, el valor de las criptomonedas es fuerte, da igual en lo que inviertas y que no tengas ningún talento en las finanzas, porque está claro que vas a ganar dinero. Es que hasta un mono ganaría dinero con un teléfono en esa etapa, pero esa fase tiene una duración corta, y lo que tienes que saber gestionar luego es cuando las cosas van mal.
Yo creo que algo que no se suele enseñar mucho del trading es precisamente la gestión emocional, el decir ‘¡ostras!, ¿cómo lidio yo ahora con esta ansiedad y con todo esto?’ Al contar mi historia quería que la gente también pudiera entender cómo funcionan esos ciclos de mercado y cómo llevar las implicaciones emocionales. Yo he pasado etapas mejores y peores, ahora que está todo en bajada y no sube, pues estoy esperando a que vuelva a haber una oportunidad. Estoy formándome, intentando aprender más, porque es una tecnología increíble y extensa.
¿Eso quiere decir que todavía sigues metida en el mundo de las criptomonedas?
¡Sí, yo he llegado para quedarme! (se ríe), confío mucho en la tecnología especialmente en el bitcoin. Ya el tema de otras criptomonedas habrá que verlo, el futuro lo dirá. A mí el bitcoin me gusta, me interesa su filosofía, su modelo y el sistema financiero que propone. Creo que es muy interesante y solo por eso ya me parece algo a explorar, no digo que vaya a ser el 'sistema financiero', pero creo que va a ser algo que va a estar ahí a futuro.
¿Cuáles son los grandes mitos y las grandes verdades de este nuevo mercado?
Creo que la gente tiende a confundir siempre valor y precio, entonces se quedan con el precio de bitcoin y no con el valor que puede tener. Aunque casi todo el mundo entra por la misma razón, luego cuando lo vas entendiendo, te das cuenta de que tiene otras muchas cosas que podrían ser muy positivas, aunque también tiene aspectos negativos, como toda esta parte de regulación. Así mismo la gente tiene mucho miedo de por ejemplo perder sus fondos por una equivocación al hacer una transacción, o sea, hay cosas que siempre van a estar ahí y no es tan sencillo.
Se trata además de una tecnología con muchísimas cosas que no nos imaginamos todavía y que irán apareciendo, así que irá trayendo muchísimas cosas que ahora mismo lo vemos como coches voladores, pero que en el futuro estarán aquí y formarán parte de nuestras vidas tal como ocurrió con Internet. Entonces creo que la tecnología blockchain se irá haciendo accesible conforme se vayan descubriendo otros usos que sean verdaderamente útiles para nuestro día a día.
Recopilando varios artículos sobre las razones psicológicas que hacen irresistibles las criptomonedas, se detentan cuatro principales, vamos a repasarlas para desmentirlas o afirmarlas. La primera tiene que ver con esa característica volátil que fascina a las personas obsesivas-adictivas.
A ver, el dinero es adictivo (se ríe). Abres tu aplicación y constatas que se está moviendo constantemente, tus 100 dólares a los dos segundos se convierten en 105, a los tres en 99, y en nada ya tienes 110; no es como cuando tienes dinero en tu banco. Todas las fluctuaciones lo hacen muy adictivo y yo creo que esa es la principal razón de la fascinación, aparte de lo accesible que es, ya que te descargas una aplicación con tu teléfono y puedes empezar a invertir desde unas cantidades mínimas.
Hacerse rico, sin hacer nada, es la segunda razón. Una promesa como esa es irresistible, pero ¿es real?
Esa es la gran mentira que hace que muchísimas personas entren, pero no es real. Hubo gente que tuvo mucha visión y que a lo mejor compró en 2010, eso es una cosa, pero en general la vida no está hecha para que te hagas rico sin hacer nada, ¡ojalá! (se ríe)
Yo nunca pensé que me fuera a hacerme rica, simplemente pensé, ‘voy a ganar dinero’. Estábamos en pandemia, no tenía muchas opciones laborales así que quise probar, de hecho nunca metí una fuerte cantidad de dinero que en caso de multiplicarse me permitiese dejar de trabajar. Ese no fue mi caso. Es evidente que esa campanita del dinero fácil llama a la gente porque a todo el mundo le gustaría tener más de lo que tiene, te facilita la vida, y ya está, y eso atrae a mucha gente engañada con unas expectativas, que luego tampoco son reales.
También se plantea que al tratarse de una innovación tecnológica, atrae a visionarios. ¿Qué tan visionaria te sentiste durante todo este proceso?
Los verdaderos visionarios fueron los que en 2009 y 2010 vieron allí un potencial, que por supuesto tenía, y lo aprovecharon. Yo llegué mucho más tarde, justo antes de que empezara el bull run y cuando iba entrando todo el mundo. También fueron visionarios otros amigos míos. Como mi amiga Jara, que sale en el documental; ella llevaba mucho tiempo insistiéndonos para que nos metiésemos, para que invirtiésemos, lo probásemos, lo descubriésemos.
Yo no me he sentido visionaria, no me considero como tal, de hecho el proceso de hacer la película ha sido duro, aunque ahora la vea y me ría. En ese sentido, dentro que es una comedia, Bull Run es importante porque al tocar todas estas partes un poco más psicológicas, es una lección importante.
Mi historia ha sido un poco patética por lo que está contada desde esa perspectiva patética, pero al final no deja de ser la realidad y le podrá pasar a otras personas cuando llegue el siguiente bull run. Nos creemos muy listos pero tendemos a cometer siempre los mismos errores, al final aprendes y te quedas o dices, ‘oye, pues esto no es para mí’ y te vas.
El último aspecto está relacionado con el poder de las historias de éxito, ocultando las derrotas. Pero en tu caso, ¿qué tan importante fue afrontar y exponer el fracaso?
Es que la mayoría de las veces se fracasa, lo que pasa es que no es un fracaso como tal porque aprendes, sigues adelante. Si quieres quedarte, sigues aprendiendo, si no, te vas y no quieres saber nada. Claro, lo que vende es el éxito y además se vende como dinero rápido, pero el éxito no es dinero rápido.
¿Qué es el éxito?
Yo creo que el éxito es que te despiertes cada día y estés contento en cierta medida con tu vida, que más o menos tengas tus días malos, evidentemente, pero que digas, ‘oye, pues me gusta la gente que tengo alrededor, mi trabajo, mi vida en líneas generales’.
Yo no creo que el éxito sea poder comprarte un Lambo [Lamborghini], ¡yo no quiero un Lambo para nada!, y no me lo compraría ni aunque tuviera todo el dinero del mundo. Aunque sí que me gustaría poder disponer de mucho más dinero para viajar, por ejemplo.
Al final, creo que el éxito se vende como la imagen de vas a poder comprar coches caros, una mansión, y esa es una imagen que está completamente distorsionada de la realidad. Puedes ganar dinero, aprender, hacer muchas cosas, pero tampoco esto es la panacea, es más bien un juego de suma cero, porque para que unos ganen, otros tienen que perder.
[Qué es la innovación sostenible y por qué cada vez son más las empresas que apuestan por ella]
¿Crees que en el mundo de las criptomonedas las mujeres se sienten a gusto o es demasiado arriesgado?
Yo creo que sí, de hecho hace unos meses participé en un evento de Tutellus, Crypto for Women, allí me di cuenta de que bastante mujeres ya están dentro. Las mujeres que vi en ese evento eran directivas de empresas que van a ser grandes en el futuro, muchas ya lo son, y otras tienen un gran potencial, son mujeres emprendedoras y son también una inspiración.
Evidentemente en general el mundo de las inversiones siempre ha sido algo más masculinizado, pero creo que en este campo ahora hay muchas mujeres por la accesibilidad. Es lo mismo que pasaba en el cine, antes no había mujeres directoras, pero actualmente ya hay muchísimas más. Conforme las cosas se van haciendo más accesibles, vamos entrando en todas las industrias.
Pero muchas veces también somos nosotras las que no nos interesa entrar. No es que nadie nos diga ‘aquí no puedes entrar’. Aunque es cierto que el dinero siempre tiene como una connotación negativa, es como si estuviera mal que te interese el dinero. No debería de existir esa percepción, pero en España es así.
También se ve mal que tengas ambiciones. ¿Hasta cuando vamos a entender las ambiciones de una manera negativa?
Es que el discurso que siempre se genera alrededor es negativo. Al final, la narrativa hace mucho y en este caso creo que siempre se ha considerado que si quieres tener dinero o si quieres progresar en tu carrera, es malo, aunque ahora esa percepción sea cada vez menos. Pero eso se reflejaba en que había menos mujeres interesadas sobre todo en inversiones y en cualquier trabajo que fuera muy ambicioso, que requieren mucho esfuerzo, muchas horas, y claro, también es complicado. Sin embargo, cada vez hay más mujeres y vendrán más porque en general somos son muy trabajadoras, muy luchadoras.