Llega Isabel Gemio al Club Alma, donde ha citado a ENCLAVE ODS para esta entrevista, con un traje blanco y un bolso veraniego, del que saca un móvil y soluciones para todo.
Se sienta y sonríe, con la sonrisa y el traje blancos. Hay que aclarar que, físicamente, a Isabel Gemio le sucede algo extraordinario, algo que tiene en común con mujeres como Elena Foster o Anne Igartiburu: mientras el resto de los mortales cumplimos años, ellas siguen siendo las mismas, televisivas y portentosas e incluso podríamos decir iguales, como si en cualquier momento fuera a encenderse el pilotito y a empezar uno de aquellos programas con esas músicas tan pegadizas.
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Probablemente hoy en día esas sintonías tendrían un ritmo de reguetón, y otros invitados más modernos, pero ellas podrían ser las mismas, con su traje y su sonrisa de color blanco. Comienza la conversación:
¿Cuál es la clave de una buena entrevista?
"Pues no lo sé”, responde, y parece sincera, con el tono modulado y grave de su voz, tan reconocible para los boomers y millennials españoles. “Saber escuchar es muy importante y muy difícil. Yo empecé en el 3x4 y todos esos programas en los que hice muchas entrevistas y no es fácil”.
¿A escuchar se aprende?
Pues yo creo que ahora sé escuchar más y mejor”, afirma, recostándose sobre el asiento. “Pero sobre todo se trata de hacer sentir cómoda a la otra persona”, responde. “Cuanto más relajada esté la persona entrevistada”, continúa [e inmediatamente se define como hiperactiva y con carácter, lo cual lo hace más difícil todo], “más de sí misma te podrá dar.
"Te reconozco una cosa: que al final las personas conocidas vamos un poco con el automático puesto, sobre todo en estos tiempos, en los que un titular se puede convertir en polémica, y sacado de contexto, puede viralizar muy negativamente. Todos vamos con pies de plomo, con mucho cuidado de no molestar a nadie, y eso es un rollo tremendo porque al final no eres tú, no dices nada, ¿no? Y creo que siempre es bueno decir algo, mojarse, ser lo más sincera y auténtica que puedas, dentro de que todos sabemos dónde estamos”.
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Se quita la chaqueta blanca y enseña una blusa estampada, alegre y definitiva: entonces dice la Gemio una frase, que se convierte en el tema de fondo de la conversación, una de esas afirmaciones a partir de las cuales el resto de frases se miden por ellas: “Al final, ser tú misma, y no sé lo que es exactamente, y no es fácil, merece la pena”.
Lo dice pensando, suponemos, en varias cosas al mismo tiempo. “Pero vamos, que no es lo mismo hablar aquí tranquilamente que en televisión, donde hay más cosas que te distraen. Por eso es tan difícil hacer una buena entrevista en tele, porque el entrevistado está pendiente de muchas cosas, y hay demasiada luz, y la luz deslumbra [se ríe]”.
Ella empezó en la radio, al que llama “mi medio natural”, con sólo dieciséis años, “y me marcó mucho. Descubrir el primer amor a una edad en la que no sabes lo que quieres hacer en la vida, estaba perdida en la adolescencia y de repente descubro la radio y digo ‘¡boom, qué maravilla, esto es total!’”, recuerda.
“Yo estoy muy agradecida a la televisión, que me ha dado mucho más de lo que imaginé, pero la radio es mucho más personal. Lleva más tu sello, es donde tú puedes ser más libre, porque con un técnico casi puedes hacerlo todo.
La televisión es otra cosa, es un puzzle con muchísimas piezas y la presentadora es otra pieza. Luego yo he estado en la noche, donde hay gente que se entrega por completo…”, esboza, con una subida de cejas de lo más expresiva.
¿A qué tipo de gente se refiere?
Hay tantos seres solitarios por el mundo contando sus problemas, y con tanta imaginación, con mensajes muy sorprendentes. Me he encontrado de todo, desde personas que me iban a esperar a la puerta de la emisora, según ellos enamorados [platónicos, apostilla, en otro tono], a amenazas porque decían que me pasaba. E incluso gente que me confesó cosas propias de un guionista con muchísima imaginación.
¿Alguna que recuerde?
Uff, amores prohibidos, como por ejemplo una madre que confesaba que estaba enamorada de su hijo, eso sólo sucede en un programa así. Hacer ese tipo de programas te enseña al ser humano en toda su oscura complejidad y sale lo que no se cuenta en ningún sitio.
Hábleme de su fundación
Cumplimos ahora catorce años, desde 2008, y no es nada fácil, en España sobre todo. Aquí estamos lejos de la media europea en inversión en ciencia, y ahora más que nunca la investigación y la ciencia nos necesitan. Y se ha comprobado concretamente con el coronavirus: en un año teníamos cuatro vacunas y hay ya trescientas, se demuestra que cuando se ponen recursos, se avanza.
Su fundación está enfocada en las enfermedades raras, “hablamos de minorías, pero se trata de inmensas minorías porque, según la ONU, si entre un 8 y un 10% de la población tienen enfermedades minoritarias, alrededor de 3 millones en España, no son tan pocas, y esto es así incluso desde un punto de vista político y económico de gasto”.
Como describe, “una enfermedad cambia la vida de todo el entorno familiar, las ayudas son insignificantes y para los cuidadores, que casi siempre son las madres, significa dedicar su vida a cuidar de esta persona enferma, y conozco a algunas que terminan con depresión. Y no me extraña en absoluto [...] Por eso existen fundaciones como la nuestra”.
¿Es una persona más del presente o le gusta hablar del pasado?
No me gusta mirar hacia el pasado. Ni me gusta la nostalgia. Cuando me recuerdan lo que he hecho digo ‘vale, pero ya está hecho’. No lo mitifico, lo agradezco, soy agradecida con mi profesión y mi vida pero no tengo nostalgia de nada. Lo que importa es el ahora.
¿Y qué objetivos se marca ahora?
Yo es que en realidad no proyecto. Nunca he programado mi vida, nunca he sido estratega, por eso pasan algunas cosas. Soy de vivir el presente, puedo prever unos meses, pero no mucho más tiempo. Creo que el futuro no nos pertenece, en realidad no sabemos si vamos a llegar a ese futuro. Mejor concentrarse en lo que somos capaces de darnos y de dar a los demás en el presente. Ahora puedo ayudar a otros, pues eso lo hago.
¿Cómo es su vida ahora?
Pues nunca me imaginé que estaría tan a gusto sin el compromiso diario de ir a trabajar todos los días. En este tiempo he escrito un libro, he hecho un documental, en realidad dos, uno de ellos para un laboratorio sobre enfermedades minoritarias, y estamos viendo un tercero.
Estamos organizando el evento para la fundación que después te contaré. Leo y viajo, mi familia me requiere mucho, me gusta en esta etapa de mi vida estar con mis hijos, con mis perras, con mi jardín y con mi huerto. No sé, quizá, como me dijo un día mi hijo, ‘antes no entrabas en casa, por eso ahora estás encantada’.
¿Echa de menos el ejercicio de la profesión?
Hay momentos en los que echo de menos la radio, la parte creativa, de contenidos, de idear cosas, de poner en marcha ideas, esa construcción creativa la echo de menos. Pero bueno, ¿mi profesión no tiene un hueco para mí? No es importante.
La clave es cómo yo voy afrontando esta etapa. Siempre estoy ideando algo, y cuando me ofrecen cosas que no me estimulan yo digo que no. Ahora, para estar en la pomada, que se decía hace años, parece que hay que estar en la polémica, ir a concursos, participar en según qué programas, yo lo respeto, pero no me siento cómoda en todo eso y no lo voy a hacer.
¿Y la fama?
No quiero recuperar fama, no la necesito, ya he tenido toda la del mundo: lo he experimentado, lo he vivido. Y lo llevé lo mejor que pude, ahora estoy en otro momento de mi vida, y me gustaría hacer otras cosas, relacionadas o no con la comunicación. Pero no te puedo engañar, si mañana surge un proyecto que me gusta muchísimo y que reúne las características que a mí ‘me ponen’ lo más seguro es que no sabría decir no.
A mucha gente le gustaría volver a verla o escucharla
Gracias [acepta el halago]. Volvería a algo que me permitiera la libertad que yo necesito. Ya hice algunas entrevistas para un canal de youtube, podría seguir por ahí… ya veremos adonde me lleva, como dice la cantante ZAZ, que fui a verla al Teatro Real y me encantó… “Qué vendráaaa, qué vendráaaa” [lo canta, algo que hacía en sus programas, cantaba un poco de repente]. Yo sigo mi camino, lo importante es estar bien contigo misma y tener paz, y eso lo tengo.
Tenía usted un estilo personal: parecía a veces que lo que buscaba era divertirse
Sí, y jugar. A mí me gusta mucho jugar y provocar a la gente, con ternura, con cariño. Yo nunca he querido “reírme de”, utilizar mi posición de superioridad, porque tú estás en un plató de televisión y la persona que viene invitada está un poco amedrentada. De alguna forma está ahí entregada a ti, a todo el mundo.
A mí me gustaba jugar y provocarles y crear situaciones. En una entrevista o una transición, cuando iba por los pasillos o por las escaleras, si veía una persona de la que podía sacar algo especial… eso no estaba previsto. Es escuchar con el corazón, es estar ahí de verdad.
¿Reivindica entonces la intuición en los medios?
La intuición es muy importante, porque hay cosas que, por muy pensadas que estén en un guión, por muy brillante y maravilloso que sea un texto, hay cosas que surgen sólo del presente. Que surgen [lo dice muy despacio, y dibuja con las manos una flor que brota del suelo]. Y eso para mí era ahhhh [aspira, y pone ahora las manos en el pecho]. Ese momento mágico, buah, eso es una adrenalina y algo maravilloso, único.
Sobre todo sabiendo que está enfrente de millones de personas
Es que pasaban cosas inesperadas todos los días. De repente una persona no se esperaba que yo fuera por ahí y eso le desconcentraba y se mostraba más auténtica. Ese tipo de cosas improvisadas son fascinantes y son la verdad de la televisión.
¿Ha sido entonces como una tregua para los famosos la época pasada?
Sí, un poco. A mí es que me gusta pasar tiempo sola, es maravilloso disponer de él, para todo lo que me gusta, y no al revés, que el tiempo disponga de ti. Pero creo que tengo una buena relación con la fama, porque la gente normalmente me dice ‘te echamos de menos’ o ‘nos has dado tanto’, recibo muchos mensajes cariñosos, también de Latinoamérica.
¿No siempre se relacionó así con su fama?
Cuando yo estaba en primera línea, a tope de popularidad, había mucho estrés, mucha presión, y no todos los perfiles de personas estamos preparados para eso. Yo soy una persona muy ansiosa, hipersensible, que en realidad no había hecho esfuerzos por llegar a la popularidad. Cuando descubrí el oficio de comunicadora sí que quise vivir de él y trabajar en él, pero yo no quería ser famosa y nunca me imaginé serlo de ese modo.
¿Cree que tenía algo único o un estilo?
No creo eso, pero una cosa es cierta, que mis referentes me decían ‘Isabel, nunca trates de imitar a nadie, con tus defectos tienes que ser tú’, y yo lo era, con mis improvisaciones, con esa forma de jugar, incluso metía la pata, pero era yo y eso es lo que la gente apreciaba. La naturalidad es importante para todo, estés frente a quien estés.
De algún modo, es usted una de las mujeres más atrevidas de los medios españoles
Yo he admirado a muchas mujeres que lo son, muchas anónimas, luchadoras y coherentes que luchan por sus principios e ideas, por alguien que las necesita. Cuando comencé mi carrera admiraba a reporteras como Carmen Sarmiento o Rosa María Calaf. Y Oriana Fallaci me fascinaba.
Otras mujeres en esa España tremendamente machista tenían usted un rol muy empoderado, no era un posicionamiento habitual
Yo tuve una historia en Lo que necesitas es Amor de un tío muy machista que vino al plató para reconciliarse con su mujer. Su mujer no quería venir, pero yo la convencí, y digo yo porque fui yo, no el equipo, yo directamente la llamé y le dije ‘María, tienes que venir al plató, porque vas a ser un ejemplo para muchas mujeres’.
Me acuerdo todavía del nombre, fíjate, y estoy hablando del año 1993, cuando no se hablaba de violencia machista. Y menos en un programa de 8 millones de espectadores. Pues la convencí. Ella viene al programa para decirle que no, evidentemente, pero cuando él ve eso se revuelve y sale su verdadera personalidad de agresivo, de faltón y yo le suelto ‘pero, ¿tú dónde vas, ser primitivo?, ¡tú estás muy equivocado!’.
Yo ahí me posicioné claramente a favor de ella y eso no gustó demasiado, porque se suponía que una presentadora no debía hacer ese papel. Eso es lo que me ha pasado toda la vida, que muchas veces, por ser yo misma, no gustaba a los de arriba, pero yo no puedo dejar de ser yo, aunque moleste a quien sea. Y eso tiene un precio, ya lo tengo muy claro.
Es una suerte que exista la fundación con su nombre
Me planteé al principio si ponerle mi nombre o no, y varias personas que habían creado una fundación me dijeron que así se sabría que estaba involucrada de verdad en esto, personas que quiero y respeto mucho. Y luego tuve una reflexión que tardó años en llegar al ‘puerto’ de la fundación.
La fama tiene sus cosas buenas y sus cosas malas: no seré yo quien se queje de la fama, porque me dirás, ‘pues haberte dedicado a otra cosa en tu vida’. Pero también tiene muchas cosas buenas, y entre ellas resalta que es más fácil llamar a muchas puertas y que te reciban, al menos que te escuchen. Así que si mi fama sirve para algo, que sea para esto, pensé.
¿No estamos entonces en un momento empático?
La vida se ha vuelto muy compleja para todos y cada uno va a lo suyo. De la pandemia muchos no han salido desde luego mejor. Pero sí que algunas otras personas se han dado cuenta de que estamos interconectados, y que una sociedad insolidaria es una sociedad enferma, y yo no quiero formar parte de una sociedad así, quiero que formemos una sociedad que hace, que construye, que colabora, yo quiero formar parte de eso, ¿no crees?
Relata entonces Isabel Gemio con detalle cómo la noche del 27 de septiembre organiza una gala solidaria, y que tiene su esfuerzo puesto en ayudar ahora como su prioridad. “Será una noche mágica porque le ponemos mucho amor. Estará Sheila Blanco [una youtuber con formación musical clásica, que viralizó lo que hacía sobre músicos clásicos], Antonio Lizana [ compositor, cantaor flamenco y saxofonista] y Joaquín Cortés que ofrecerá parte de su espectáculo Esencia.
Esa noche entregará tres premios, “a un empresario que nos ayuda, a un personaje conocido, mediático y a un afectado. No hacemos estos premios porque sí, sino porque hay personas que de verdad colaboran por la fundación. Los propios afectados también lo hacen y organizan torneos y eventos y luego contribuyen, es increíble, es muy emotivo”.
¿Han dado los medios de comunicación sentido a su vida?
Bueno, el sentido de la vida es algo muy profundo. Toda la historia de la humanidad y desde Grecia hasta ahora los filósofos se lo han planteado y hay muchas corrientes interesantes. ¿Cuál es el sentido de la vida? Buscar tu sitio, donde estés más cómodo, más de acuerdo con tus principios, donde puedas desarrollarte como ser humano.
Y en ese sentido me siento afortunada, porque he podido tener un oficio que me ha permitido crecer mucho culturalmente, humana y personalmente. Poder escuchar a mucha gente que me ha aportado argumentos extraordinarios. En el terreno del crecimiento personal, incluso espiritual, en la parte de la autoexploración.
El sentido de la vida es algo muy personal, yo me conformo con estar en paz conmigo misma, que ya lo he conseguido, y ahora con vivir de acuerdo a mis necesidades vitales y ocuparme de lo que creo que me llena y los que me necesitan, mis hijos, la fundación, escribir. Ocuparme en vivir, en definitiva.
No ha sido la misma entrevista de siempre, al menos eso espero
No, y te lo agradezco. Todos buscamos en las mismas fuentes y subrayamos lo que más nos llama la atención y eso a veces resulta que esa persona lo ha dicho mil veces. Por eso es tan importante escuchar. He visto entrevistas en las que se volvía a hacer la misma pregunta a algo que ya había contestado, de otra manera. Eso es porque no se escucha.
¿Se ha sentido cómoda?
[Sonríe, con la sonrisa blanca, como el traje] Sí. Mira, hay una frase con la que me siento muy identificada: “ser tú misma, en un mundo que está constantemente tratando de convertirte en otra cosa, es el mayor logro”. Lo dice R. M. Emerson. Por cierto, te recomiendo los Ensayos de un buscador espiritual. los estoy leyendo y me encanta, a lo mejor yo soy finalmente eso, una buscadora espiritual.