Son tantos los esfuerzos de tanta gente para mitigar las consecuencias del calentamiento global, y tan necesario hacerlo, que parece que nos olvidamos a menudo de las causas. Sin embargo, si no trabajamos sobre ellas, no dejaremos de tener grandes costes para reducir los problemas que continuarán produciéndose sobre todas las personas y el planeta.
Cuando se trabaja con una mirada transformadora no es posible hacerlo exclusivamente sobre las consecuencias. Como sostenemos en Ashoka, el cambio sistémico vendrá de la mano de la acción sobre la causa, algo que el emprendimiento social sabe bien por qué es característico de su visión.
De entre las causas, la deforestación, junto con la agroindustria y otros cambios en la utilización de los suelos, es responsable de aproximadamente un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero. El cuidado del suelo es, por lo tanto, una acción incuestionable para la vida y la falta de él exige una intervención decidida, un cambio.
Esta causa es lo suficientemente significativa como para ocupar nuestro pensamiento y el esfuerzo innovador. El cuidado de los suelos no solo afecta a una causa principal, sino que viene a reducir algunas de las consecuencias de mayor impacto negativo. Un suelo forestal o agrícola cuidado, además de reducir la liberación de CO₂ (causa del calentamiento global) vendrá a reducir la pérdida de biodiversidad y a incrementar la disponibilidad de agua dulce.
No parece haber duda de que es del interés común, además del particular de gran parte de la economía, cuidar los suelos. Siendo esto una realidad, observamos que este cuidado no está encontrando un reconocimiento, una valoración y, todavía menos, un retorno económico por el valor aportado.
Es, pues, un ejercicio de generosidad de las personas del medio rural que en justicia debería incorporar el modelo económico, no solo para que no deje de realizarse, sino para potenciarlo, invitando a que nuevas generaciones se impliquen en este cuidado de la vida.
¿Cómo podemos conseguir que el cuidado de los suelos no se abandone e incluso que se incremente?
Es aquí donde encontramos el proyecto de Nittúa, una entidad social dedicada a la innovación socioeconómica. Desde la evidencia científica que explica cómo el cuidado del suelo incrementa la captación de agua que se incorpora a los acuíferos subterráneos, Nittúa nos propone trasladar del no mercado al mercado esta acción de introducir agua en los acuíferos.
En el recibo del agua que todas pagamos se incluyen los retornos para las acciones de canalización, potabilización y depuración, dejando fuera la captación, como si el diferente cuidado del suelo no tuviese una afección directa y sustancial sobre el volumen de agua filtrada a los acuíferos.
Cuando se levanta un mercado, todo el trabajo destinado a producir ese bien o servicio encuentra un espacio económico, lo que potencia su desarrollo y se mejoran los resultados obtenidos, es decir, tenemos más agua. Nadie puede cuestionar la necesidad de incrementar la disponibilidad de agua, ni tampoco el carácter creciente de esta necesidad como consecuencia del calentamiento global que reduce la disponibilidad.
Lo primero que se piensa, ante una idea como esta, es que un bien básico y necesario para la vida, como es el agua, va a incrementar su coste para las familias. Sin embargo, no tiene por qué ser así. Cada metro cúbico de agua que se introduce en el acuífero genera valor antes de llegar a nuestras casas, kW en las presas hidráulicas, a la canalizadora, a la potabilizadora y posteriormente a la depuradora.
Además, existen ámbitos económicos que consumen grandes cantidades de agua, compitiendo con los usos para el consumo doméstico y la vida. La agroindustria, el textil, las papeleras, las industrias energéticas o los grandes centros de servidores informáticos son grandes consumidores de agua.
Cuando se plantea pasar del no mercado al mercado el retorno, se puede hacer de diferentes maneras. El cómo es importante. Estas industrias compiten en el consumo de agua frente al agua que llega a nuestras casas. Para mantener sus negocios tendrán primero que ganar en eficiencia, reduciendo el consumo de agua en sus procesos y, además, tendrán que implicarse en el incremento de la captación de agua si no quieren perder en su consumo frente al doméstico.
Nadie dejará de beber para que se fabrique una camiseta más que tener en el armario.
La propuesta es clara: vamos a poder cuidar los suelos forestales y agrícolas porque vamos a dedicar recursos económicos para ello y, es más, afectamos a la causa, no liberamos CO₂ y reducimos las consecuencias aportando una cantidad mayor de agua a los acuíferos, agua azul, y también para las plantas y el crecimiento de la biodiversidad, agua verde.
El beneficio social, ambiental y financiero, es decir económico, es incuestionable.
***Raúl Contreras, Emprendedor Social de Ashoka