El golfo de Vizcaya es, desde hace años, una trampa para los plásticos creada por la naturaleza. Los residuos que entran en él, especialmente los de pequeño tamaño —como los pellets que invadieron las costas del Cantábrico a principios de año— rara vez abandonan la zona. Las corrientes marinas y, sobre todo, el viento, son responsables de que más del 85% de las partículas que entran en él queden atrapadas y no se dispersen hacia el Atlántico, lo que alarma a científicos y ecologistas por igual.
Esta es la conclusión que extrajo, ya en 2020, uno de los estudios más relevantes en esa materia, llevado a cabo conjuntamente por las universidades de Santiago y Vigo y el Centro Oceanográfico de la ciudad. Cuatro años más tarde, la situación no ha mejorado en el golfo. La acumulación de basura marina se ha convertido en una preocupación creciente, ya que afecta no solo a la flora y fauna, sino también a la calidad de vida de las comunidades costeras.
Para salvar esta región clave en la conservación de especies como el cachalote o la marsopa, un equipo científico ha puesto en marcha el proyecto Ulysses, por el que se desplegarán 1.000 dispositivos que monitorizarán los residuos de la zona con el objetivo de frenar la contaminación que estos provocan. La iniciativa, que comenzó a idearse en 2020 pero no fue presentada hasta unos días después al fin de la alerta por el vertido del Toconao, se activará en marzo.
Situado en la costa norte de España, el golfo de Vizcaya es un enclave rico en especies marinas que están presentes en esta región durante todo o parte de su ciclo vital. Este ecosistema, de vital importancia para la pesca y el turismo, es muy dinámico y se caracteriza por tener una comunidad de megafauna diversa que incluye desde aves a cetáceos.
En el marco del proyecto EVALRENAT – Evaluación espacial de la red Natura 2000 para la conservación de especies de interés comunitario en la Demarcación Noratlántica”, apoyado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el Centro de Investigación Marina y Alimentaria (AZTI) —que ha participado en el proyecto Ulysses— publicó una infografía que muestra las especies más representativas de ambos grupos faunísticos, así como su estado de conservación y grado de amenaza.
En los últimos años, la acumulación de plásticos en sus aguas amenaza este ecosistema frágil, ha puesto en peligro la salud de las especies marinas y el bienestar de las comunidades costeras. Un estudio llevado a cabo entre 2017 y 2022 por investigadores de AZTI cuantificó entonces 750.000 piezas de plástico menores de cinco milímetros por kilómetro cuadrado en la zona. "Es una concentración muy elevada", aseguró entonces la investigadora del centro, Oihane Cabeza Basurko.
La investigación reveló la presencia alarmante de residuos en el sureste del golfo de Vizcaya, equiparable a niveles encontrados en el Mediterráneo. El 94% de las partículas recogidas eran microplásticos, seguidos por mesoplásticos y macroplásticos. No todas las zonas estaban afectadas por igual: la costa de Iparralde fue identificada como la más contaminada, con cinco veces más microplásticos que áreas de Gipuzkoa.
Estos materiales pueden proceder de distintas partes del mundo, como "China o Turquía", aseguró, y llegar hasta el golfo por el transporte marítimo. También hay parte de basura marina que se genera localmente, en playas y festividades en la costa. A pesar de la degradación de los plásticos más grandes por la acción de diversos factores, los microplásticos persisten y, en más de un 85% de los casos, vuelven a la costa por la acción de las corrientes marinas y el viento.
Ulysses, un proyecto pionero
El proyecto Ulysses materializa la colaboración de los investigadores del Centro de Investigación Marina y Alimentaria (Azti), la empresa aeroespacial Elecnor Deimos y el Gobierno vasco para combatir "la deriva de las basuras marinas y mejorar la salud del litoral vasco", aseguró la consejera vasca de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, en la presentación del mismo.
Los dispositivos que se emplearán en esta iniciativa, desarrollados con tecnología de vanguardia, permitirán recopilar datos en tiempo real sobre la dispersión de los residuos plásticos en el mar, lo que ayudará a identificar las fuentes de contaminación y diseñar estrategias efectivas para su retirada. En este sentido, se utilizarán cámaras de videometría destinadas a la monitorización de la basura flotante en tramos de los ríos Nervión, Deba y Zadorra.
Este es uno de los planes más ambiciosos impulsados en la zona. Como explica Azti, hará uso de tres tipos distintos de embarcaciones para lograr su cometido: "el Ranger, equipado con avanzados sensores"; "los Traveller, pequeños dispositivos modulares con GPS y de gran utilidad para el análisis del transporte de corrientes marinas y fluviales"; y "los Wooden, pequeños barcos de madera sin sensores, que constituirán el mayor número de las embarcaciones utilizadas".
En los próximos tres años, el litoral vasco será escenario de distintas labores de limpieza y sensibilización encaminadas a concienciar a la población sobre la importancia de mantener los mares limpios. "A través de la ciencia, buscamos generar conocimiento que impulse acciones efectivas para preservar nuestros océanos", afirmó Jorge Ballester, director de la Fundación Data For Science, institución privada sin ánimo de lucro a través de la cual se desplegará este proyecto.
Precisamente por su enfoque colaborativo, los promotores de Ulysses buscan que este se convierta en un movimiento, comenzando a nivel local y aspirando a expandirse globalmente. La colaboración entre entidades públicas y privadas, junto con la participación activa de la sociedad, "es fundamental para lograr este ambicioso propósito", defiende AZTI.