Al norte de Noruega, donde los renos superan en número a los humanos, se encuentra el Cabo Norte, el lugar que durante mucho tiempo se ha considerado el ‘fin del mundo’. Y es que este acantilado de más de 300 metros de altura con una gran meseta plana en la cima se sitúa en el extremo más al norte de la Europa continental. “A partir de ahí sólo se ve el infinito”, nos cuenta David, un joven madrileño que acaba de visitar el lugar.
Situado en la isla Magerøya, este cabo se sitúa a tan sólo 2.000 kilómetros del polo norte y, durante varios siglos, ha sido un imán para los viajeros y los aventureros. Fue bautizado por el capitán inglés Richard Chancellor, cuando a mediados del siglo XVI navegó alrededor del Cabo Norte en una expedición para tratar de encontrar una nueva ruta para llegar a Asia a través del océano Ártico.
El primer turista que recibió fue el sacerdote italiano Francesco Negri, que viajó hacia el norte con el objetivo de llegar hasta este cabo. Después de varios años de viaje, en el invierno de 1644, el religioso pudo contemplar por fin el mar Ártico desde la imponente meseta de Nordkapp (su nombre en noruego).
Pasaron dos siglos hasta que volvieron los turistas. En 1873, el rey Óscar II de Suecia y Noruega escaló el escarpado acantilado de Nordkapp. Esta visita despertó un gran interés entre los aventureros y, dos años después, el cabo recibió al primer grupo de viajeros de un crucero. El viaje al extremo norte, explican desde la página web de Nordkapp, fue un gran logro y “se celebró con una copa de champán, una tradición que aún se mantiene viva en Nordkapp”.
Desde entonces, millones de viajeros han alcanzado este punto, muchos de ellos a bordo de cruceros. Sin embargo, desde que se completó la carretera hacia el Cabo Norte en 1965, es mucho más fácil visitar el ‘fin del mundo’. Hoy en día, según los datos oficiales, cada año visitan el lugar unas 200.000 personas.
En el periodo estío, la principal atracción es el sol de medianoche estacional, ya que es uno de los mejores lugares del mundo para vivirlo. Desde mediados de mayo hasta finales de julio, el sol no se pone nunca, la luz nunca se apaga. Algo que para muchos puede ser una auténtica pesadilla para dormir, pero sin lugar a dudas una experiencia única.
En cambio, en invierno, la aurora boreal es la reina de las noches. En esta estación del año, los turistas acuden en busca de uno de los fenómenos más espectaculares de nuestro planeta. Se pueden encontrar entre los meses de octubre y marzo en las noches despejadas, especialmente entre las 6 y 10 pm.
Además de los atractivos naturales, el cabo cuenta con el Nordkapphall (el salón del Cabo Norte), un complejo de edificios que cuenta con un cine, una cafetería, un restaurante con vistas al mar, una tienda de regalos, una oficina de correo, una capilla e incluso un museo tailandés.
En la cima de la meseta se encuentra el Mundo, el monumento que se ha convertido en el símbolo de Nordkapp. “Esta es la culminación de todos los viajes”, señala la página web de Turismo del lugar. Otros siete monumentos realizados por niños de todas las partes del mundo coronan el espacio y simbolizan la “cooperación, la amistad, la esperanza y la alegría a través de todas las fronteras”.