Una vez escribió Stefan Zweig en sus memorias que en Europa "creemos tan poco en las recaídas de la barbarie como en brujas y fantasmas". Lo hizo como crítica al idealismo liberal que, hace casi un siglo, inundaba de sueños y promesas a la sociedad occidental mientras esta, sin saberlo, entraba de lleno en la Segunda Guerra Mundial. La contienda marcó el curso de la historia, con acontecimientos como el Holocausto judío, y sacó a relucir el lado más sombrío del ser humano.
A partir de ahí, comprendimos que los discursos radicales calan con mayor profundidad cuando las sociedades son frágiles y nos invade la incertidumbre. Saberlo no ha evitado, sin embargo, que en un contexto en el que la defensa de los derechos humanos y los movimientos por la igualdad tienen más vigencia que nunca, emerjan discursos que llaman al enfrentamiento y la diferencia.
El Gran Reemplazo es una de las teorías sobre las que los sectores reaccionarios llevan orbitando años para poner en el foco de la discriminación a migrantes, personas racializadas y otros grupos minoritarios. La teoría cobró relevancia en 2022, cuando el presidente Joe Biden condenó la matanza diez personas en un supermercado de Buffalo. El tirador era un supremacista blanco adepto a esta conspiranoia. Pero, ¿en qué consiste exactamente?
El origen de la conspiración
La idea reemplacista se popularizó en 2012, después de que el escritor francés Renaud Camus afirmara que la población blanca estaba siendo sustituida por inmigrantes del norte de África y Oriente Medio, como parte de un plan urdido por las élites políticas y económicas.
Camus nació en 1946 en el seno de una familia acomodada de Chamalières. Durante su juventud se asentó en París, donde vivió el 'mayo del 67', se codeó con artistas de vanguardia y escribió su propia autobiografía con prólogo de Roland Barthes. Incluso la Academia Francesa le condecoró por su trayectoria en 1996, pero no fue ninguno de estos detalles los que le llevaron a convertirse en un icono para la extrema derecha.
En 2011, Camus publicó el libro que da nombre a esta incendiaria teoría. En él, argumenta que el viejo continente está siendo testigo de "una colonización demográfica que amenaza con modificar la cultura y la esencia del pueblo europeo", explica Moussa Bourekba, investigador principal del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB).
"Es un discurso que tiene un componente fundamentalmente racista, porque asume que no todas las razas valen, y que la blanca es superior", afirma. La tesis gala argumenta que los inmigrantes que llegan del sur del Mediterráneo, por su cultura, suelen tener mucha descendencia, mientras que los europeos cada vez tienen menos hijos.
Si David Lane habló por primera vez del genocidio blanco en 1955, el francés ha vuelto a abrir un debate que ha inspirado tanto el discurso de partidos ultraconservadores como acciones violentas. Lo vemos en países como Estados Unidos, que hasta el momento acumula más de 200 tiroteos y un conflicto racial que sigue impulsando movilizaciones y protestas. O en Reino Unido, cuya capital está formada en un 60% por personas de origen extranjero.
¿De dónde viene, entonces, el éxito de estos discursos? En palabras de Bourekba, "de que se nutren de un miedo profundo que tienen nuestras sociedades a perder su esencia, su equilibrio. Por eso su alcance ha sido mucho mayor a raíz de la lucha contra el terrorismo y la crisis de refugiados".
Si los discursos supremacistas de hace un siglo ponían en el blanco a la comunidad judía, ahora ocurre lo mismo con quienes practican el islam. "La creencia de los supremacistas dicta que no es posible ser musulmán y europeo a la vez", explica el investigador.
"Además, en el vocabulario del Gran Reemplazo se usa mucho el concepto de la remigración, esa amenaza del 'os tenemos que deportar'" que hemos llegado a escuchar incluso en nuestro propio Congreso de los Diputados. "En la política, también hay quienes aprovechan ese miedo para ganar votos y polarizar a la sociedad", asevera el politólogo.
Su impacto en España
España no es impermeable a este tipo de teorías. En 2020, dos varones de 30 años fueron detenidos por promover el "exterminio de negros" en Lérida. Lo hacían desde sus redes de Telegram, donde expresaban su admiración por Hitler y Brenton Tarrant, neozelandés que mató a tiros a 51 musulmanes en varias mezquitas de su país en 2019.
Ambos se consideraban defensores de la pureza racial, aceleracionistas que aseguraban que la sociedad estaba degradándose por la llegada de inmigrantes al país. "La difusión del Gran Reemplazo motiva crímenes del odio bajo una visión racial de la identidad, pero tenemos antecedentes históricos que nos recuerdan que este no es el camino a seguir", explica el investigador del CIDOB.
Bourekba defiende la necesidad de "preguntarnos por qué la gente podría creer en una teoría así" y contribuir a desmontarla con la ayuda de los datos. En una sociedad en la que las redes propagan modos de pensar entre países a golpe de clic, la divulgación se convierte en una aliada indispensable para reducir las desigualdades y seguir construyendo una sociedad tolerante y diversa.