¿De qué depende que un líder tenga éxito en una empresa? Esta pregunta se la hacen a diario decenas de empresarios y trabajadores en todo el mundo.
La investigación realizada globalmente por The Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations ha concluido que el éxito de un líder depende en un 23% de sus capacidades intelectuales y un 77% de sus aptitudes emocionales. Es por ello por lo que la inteligencia emocional se vuelve clave para cualquier jefe, sea del nivel que sea, en una compañía.
El doctor en Comunicación Organizacional de la Universidad de Málaga, Jorge Aguilera, habla de las conductas concretas donde las aptitudes emocionales son clave que se deben evitar en una empresa porque afectan al rendimiento.
Las conductas a evitar son las reactivas, pues en la mayoría de los casos el líder entra en su zona de incertidumbre y genera inconvenientes al resto del equipo.
Un tipo de conducta dentro de las reactivas es la que es consecuencia del síndrome de Hammurabi.
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Síndrome de Hammurabi
De acuerdo con distintos blogs de páginas de empleo, quien padece el síndrome de Hammurabi frena los procesos comunicativos de la organización, estableciendo complejos procedimientos de autorización, plantillas, trámites, manuales de procedimiento… acompañados de mucho papeleo.
Lo que buscan los líderes que padecen este síndrome es paralizar la comunicación con complejos procedimientos, viéndose beneficiados ante dicha parálisis. Es decir, se genera una falta de información que beneficia a la posición de poder.
Esta estrategia deja al margen los procesos de adaptación y la flexibilidad, pese a que ambas fórmulas son fundamentales hoy dentro de cualquier empresa para responder a las cambiantes necesidades del mercado.
Según los expertos, la solución pasaría por apostar por la inexistente flexibilidad, valorando periódicamente la idoneidad de los procesos comunicativos y dejando que surjan alternativas espontáneas.
Las consecuencias
Cuando los procesos comunicativos internos son complejos, se genera una falta de comunicación con consecuencias negativas para la propia organización, entre las que encontramos según el blog de recursos humanos de IMF:
- Desmotivación y reducción de la productividad. La falta de información sobre lo que sucede en la empresa y su convencimiento de que no se tienen en cuenta sus opiniones, hace que los empleados pierdan el interés por lo que hacen.
- Difusión de rumores y desconfianza. Cuando en una compañía sucede algo que no se entiende, comienzan los rumores que pueden llegar a provocar disminución de la productividad.
- Dificultad para alinear al personal con la estrategia corporativa. Sin comunicación, puede entender cada trabajador las cosas de una forma diferente. La falta de respuestas comunes les desorientará. Dialogar y compartir información es clave para crear un alineamiento en los objetivos corporativos.
- No se puede gestionar el conocimiento. Si no existen herramientas eficaces para acumular y compartir el conocimiento, este no servirá de mucho.
- Se complica la toma de decisiones. Es necesario que los responsables de las distintas áreas de una compañía cuenten con la información de sus empleados sobre qué están haciendo, porque de ello dependerá la toma de decisiones adecuadas y acertadas.