Los humedales son reservorios de biodiversidad que llegan a acoger hasta el 40% de las especies del mundo y nos proveen de servicios ecosistémicos esenciales para vivir como el agua. No obstante, hasta la fecha, casi el 90% de los humedales se ha degradado, a un ritmo más rápido que los bosques.
Con motivo del Día Mundial, Ramsar –el convenio internacional que recoge los más importantes a nivel mundial– llama a la acción para revertir su pérdida. En países como España, la urgencia es evidente. Sin embargo, faltan datos para poder protegerlos y conservarlos.
“Es difícil caracterizar con precisión la situación actual en la que se encuentran los humedales españoles”, recoge el Plan Estratégico de Humedales 2030 aprobado por el Gobierno el pasado mes de diciembre. Esta medida pretende incidir en la mejora del conocimiento sobre los humedales; la protección, conservación y gestión de estos; su mejora y restauración, y la reducción de amenazas que sufren.
El problema es que se parte de una falta de información que puede ralentizar la lucha contra el deterioro rápido y masivo de estos ecosistemas en nuestro país. Como indica el documento del plan estratégico, la información contenida en los inventarios de los años 90 del siglo pasado es la que se utilizó para el diagnóstico de la situación de conservación del Plan Estratégico Español de Humedales aprobado en 1999.
Por aquel entonces, la mitad de los cuerpos inventariados estaban bien conservados. A día de hoy, la situación es diferente: según los últimos datos del Inventario Español de Zonas Húmedas (IEZH), sólo el 26,8% estaría en buen estado de conservación. Sin embargo, de este listado es preciso señalar que no cuenta con todos los datos necesarios para evaluar su estado real; ni siquiera de los que cuentan con protección internacional.
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El IEZH fue un instrumento que creó la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, con el fin de “conocer su evolución y, en su caso, indicar las medidas de protección que deben recoger los Planes Hidrológicos de Demarcación de la ley de aguas". No obstante, a día de hoy, ocho comunidades autónomas (Galicia, Navarra, Cantabria, Aragón, Cataluña, Castilla y León, Extremadura y las Islas Canarias) no han incluido sus humedales en el inventario.
Para Chesus Ferrer, portavoz de Ecologistas en Acción, el hecho de que ocho comunidades no están cumpliendo con un objetivo marcado por una Ley promulgada hace 16 años es un indicador del ritmo con que trabajan y el interés que muestran en materia de conservación de humedales, en particular, y en biodiversidad, en general.
No obstante, el experto también señala que “prácticamente todas las CCAA, en el apartado de prioridades para los próximos años, marcan el de incluir nuevos espacios en el inventario, tanto por las que ya han introducido un listado (que apuestan por seguir completándolo) como los que todavía no lo han hecho. La última en incluirlos, según el BOE, ha sido Baleares, hace tan solo una semana.
En estas mismas ocho CCAA, se pueden encontrar hasta 22 humedales de los 76 españoles incluidos en el Convenio de Ramsar del año 1971. Entre otras cuestiones, los países se comprometen a “la conservación y el uso racional de los humedales, a través de la acción nacional y mediante la cooperación internacional, a fin de contribuir al logro de un desarrollo sostenible en todo el mundo”.
Como recoge el plan de humedales, hoy en día, “no es posible realizar una comparativa precisa con el estado reflejado por los inventarios de los años 90 del siglo XX, puesto que, lamentablemente, no se han vuelto a realizar trabajos equivalentes en un ámbito nacional, de manera que no se dispone de datos análogos actualizados”.
Además, el mismo documento explica que, aunque sí que existe información sobre los humedales incluidos en la Lista Ramsar y sobre los integrados en el Inventario Español de Zonas Húmedas, es necesario advertir que en el primer caso está “en actualización y desarrollo” y que el segundo es un catálogo, por el momento, “incompleto”.
Ferrer descarta que puedan establecerse infracciones europeas por no completar este inventario. Apunta que el inventario debe ayudar a que se puedan cumplir eficazmente las obligaciones de información que el Estado español ha asumido en sus compromisos internacionales, pero no hay una conexión directa con alguna de las directivas europeas para pensar que se puedan abrir procedimientos de infracción de la UE por la pasividad de algunas comunidades autónomas.
Expedientes y quejas internacionales
Que estén recogidos en el inventario que establece la ley estatal no es ningún seguro para estos ecosistemas. Algunos de los espacios más emblemáticos y protegidos como Doñana (Andalucía), Tablas de Daimiel (Castilla-La Mancha), el Mar Menor (Murcia) o la Albufera de Valencia sí están inventariados, pero se enfrentan a un declive sin precedentes. Una degradación que también está acabando con otro de los humedales más importantes de nuestro país: el Delta del Ebro.
Estos ecosistemas a menudo se ven afectados por la extracción excesiva y a menudo ilegal de agua subterránea, por contaminación de la agricultura y ganadería intensivas del entorno, por presiones urbanísticas, por la subida del nivel del mar o por la reducción de aportes hídricos. Todas, amenazas que tienen que ver con una presión antropogénica cuestionable y regulable.
Según el plan de humedales, ocurren por una falta de control y ausencia de internalización de costes ambientales de procesos de expansión o intensificación agraria en cuencas circundantes o vertientes (superficiales o subterráneas) a humedales. La última investigación del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), denunciaba el robo de agua en estos ecosistemas protegidos. Un total de 51.465 hectáreas de cultivo se riegan con agua extraída ilegalmente, el equivalente a 62.300 campos de fútbol.
Por este motivo, y como cuenta a EL ESPAÑOL Jesús Martín, portavoz de Ecologistas en Acción, se han abierto siete expedientes informativos o quejas internacionales a humedales de la Lista de Importancia Internacional del Convenio de Ramsar; tres de ellos en Doñana, como refleja el listado actualizado. Además, tanto este último como el Delta del Ebro tienen abiertos procedimientos de infracción europeos.
Asimismo, nuestro país ya recibió un tirón de orejas de la UE por la mala gestión que hacía de su Red Natura 2000 (la red de áreas de conservación de la biodiversidad en la Unión Europea). Según informó Efe, la Comisión Europea abrió un expediente a nuestro país cinco años después del primer procedimiento contra España, en 2015. En su día se denunció cómo muchos espacios carecen de plan de gestión, otros han sido anulados por flagrantes incumplimientos legales y la mayoría de los que disponen de ellos adolecen de defectos.
Así las cosas, es cierto que se están tomando medidas para recuperar espacios naturales como es el caso de Doñana o del Mar Menor, para los que se han aprobado inversiones de 356 y 382 millones de euros, respectivamente. No obstante, como denuncia WWF, cuestiones como la falta de agua en estos enclaves icónicos “no podrá solucionarse solo inyectando miles de euros en acciones de restauración, si no acabamos primero con el principal problema que amenaza su supervivencia: el robo del agua y su sobreexplotación”.
Cómo nos ayudan los humedales
El cambio climático tampoco ayuda. Como recoge el plan de humedales, “la situación va a empeorar”. Las temperaturas medias están aumentando alrededor de 0,3 grados por década (se estima que se ha incrementado en 1’7°C desde la época preindustrial); las precipitaciones han disminuido; los recursos hídricos se han reducido en la mayoría de las cuencas un 1,45% cada año y el aumento del nivel del mar ha sido de entre 2’8 mm/año a 3’6 mm/año.
Las proyecciones tampoco son halagüeñas, porque se espera que estos factores sigan empeorando, “lo que indefectiblemente provocará afecciones sobre los ecosistemas de humedal”, ya de por sí muy degradados. Es por esto que, los últimos planes hidrológicos de tercer ciclo (2023-2027) incorporan los escenarios del cambio climático y fijan caudales ecológicos para todas las masas de agua. Asimismo, se han incluido planes específicos para espacios emblemáticos como Doñana, el Mar Menor, el Delta del Ebro, las Tablas de Daimiel o la Albufera de Valencia.
Como apunta Martín, la importancia de conservarlos radica en la protección de la naturaleza y la biodiversidad. “Afecta a la crisis de biodiversidad global”, lo que repercute en “la cadena de alimentación y los ecosistemas se vienen abajo”, asegura. “Si no mantenemos los ecosistemas funcionales, no tendremos capacidad en el planeta para poder generar vida”, añade el experto.
Además, “los humedales tienen una capacidad de mitigación del cambio climático muy grande, porque tienen una capacidad de secuestro de carbono muy alta”, comenta Martín, así como “mitigación de tormentas y temporales, porque son barreras naturales que impiden que estos efectos adversos lleguen a nuestras casas –especialmente, en poblaciones cercanas a estos enclaves–. Por no hablar del agua: estos ecosistemas “filtran el agua y recargan los acuíferos, es decir, permiten que el agua sea consumible”. Por todo ello, “son fundamentales para la vida humana”.