Los humedales están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques y son el ecosistema más amenazado del planeta. Por este motivo, hoy se celebra el primer día mundial dedicado a estos ecosistemas. Su protección y recuperación es una tarea vital en los próximos años.
En España, hay un total de 75 humedales recogidos en el Convenio de Ramsar de 1971. Sus más de 300.000 hectáreas, a pesar de estar en régimen de protección internacional, atraviesan el peor momento de su historia. De acuerdo a la última revisión presentada a la Comisión Europea, el 85% se encuentra en una situación pobre o muy pobre. Y esto a pesar de que son los que están -en teoría- bajo el paraguas de la conservación mundial.
El problema es que desde que en 2004 se reguló mediante decreto el inventario nacional de zonas húmedas, tan sólo ocho comunidades autónomas lo han actualizado y han reportado datos. Muchas de ellas, sin embargo, han elaborado su propio listado. Es el caso de Galicia, por ejemplo, que en su inventario recoge hasta 1.000 humedales, cinco de ellos reconocidos por el Convenio de Ramsar.
De acuerdo al registro del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, sin contar con los listados de las comunidades, hay al menos 734 zonas húmedas que abarcan más de 231 millones de hectáreas en nuestro territorio. Unos ecosistemas que se están viendo especialmente afectados tanto por actividades humanas como la agricultura o la ganadería intensivas, como por la climatología y la sobreexplotación de los recursos hídricos.
Doñana, en Huelva
Doñana es la mayor reserva ecológica de Europa y uno de los humedales más importantes del mundo, motivo por el que ya en 1994 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Sin embargo, desde hace por lo menos tres décadas, este enclave, hábitat de especies en peligro de extinción como el lince ibérico, sufre una cuenta atrás sin precedentes.
La crisis del agua que vive Doñana está acabando con su supervivencia, como también con la de especies migrantes y reproductoras que dependen de este ecosistema. La extracción de agua indiscriminada -y en gran parte, de manera ilegal- está esquilmando los acuíferos de los que se nutre el parque natural. Se han alcanzado niveles tan alarmantes que han provocado unos daños que, de continuar, pueden volverse irreparables.
Como recoge el último informe publicado por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife), diversos estudios de la Estación Biológica de Doñana-CSIC certifican que la desaparición de las lagunas se asocia a la pérdida de especies o a la reducción de sus poblaciones. Además, las lagunas temporales -cuya estabilidad depende del acuífero-, cada vez son más dependientes de la escasa precipitación anual, lo que amenaza a su continuidad.
Mar Menor, en Murcia
El Mar Menor es la mayor laguna salada litoral con la que cuenta España. Situada en la Región de Murcia, acoge una gran variedad de biodiversidad que le ha conferido protección nacional e internacional. Como Doñana, se encuentra en el listado del Convenio de Ramsar y está considerada como Zona Especialmente Protegida de Importancia para el Mediterráneo. Sin embargo, desde 2016, ha perdido el 85% de sus praderas marinas.
Cuna de la nidificación, migración e invernada de muchas especies de aves acuáticas y marinas protegidas y en peligro de extinción, esta zona ha sufrido su peor episodio hace apenas unos meses. Los vecinos cercanos a la zona amanecieron con toneladas de peces muertos en la orilla, aguas verdes y putrefactas y un olor insoportable.
Los nutrientes vertidos en parte por las explotaciones agrícolas cercanas, pero también por los residuos urbanos están ahogando -literalmente- esta laguna. En el mes de agosto, llegó hasta tal punto, que se formó una bolsa con poco oxígeno en la laguna salada. Este proceso de eutrofización de sus aguas fue la que acabó con los peces y crustáceos que se encontraban en la albufera.
Tablas de Daimiel, en Ciudad Real
El encharcamiento natural de las Tablas de Daimiel lleva varios años desaparecido. La sobreexplotación desde los años 80 de las masas de agua del Alto Guadiana han acabado con este enclave natural que se encuentra en un estado de colapso ecológico.
En este paraje de unas 40 hectáreas, apenas hay rastro de agua, tan sólo un 15% (254 hectáreas) de las hectáreas que forman el humedal. Y eso gracias al bombeo de agua que se realiza desde el acuífero sobre el que está el parque a modo de medida de emergencia.
El último se realizó en septiembre del año pasado, cuando se observó que la superficie encharcada sólo alcanzaba las 24 hectáreas. El departamento de la ministra Teresa Ribera argumentó en su día que se debía a las reducidas precipitaciones de ese año, pero organizaciones ecologistas ponen el acento sobre las 51.465 hectáreas de cultivo regadas con "agua extraída ilegalmente".
La albufera de Valencia
Esta laguna costera tiene un alto valor ecológico. Como en los casos anteriores, alberga especies en peligro de extinción como el fartet o el samarugo y, sin embargo, se encuentra en una situación crítica.
Como recoge SEO en su última revisión, las Administraciones públicas reconocen que los problemas ambientales del humedal están asociados a dos aspectos diferenciados: la deficiente calidad de los aportes de agua que recibe el lago, por un lado, y la reducción cuantitativa de agua de buena calidad, y que aún hoy persiste la crisis ambiental de la laguna.
La ficha oficial del Convenio de Ramsar en cuanto a la Albufera valenciana reconoce, de hecho, que el fruto de años de vertidos urbanos e industriales sin depurar han convertido a esta laguna en un estanque de aguas fuertemente eutrofizadas, donde las antiguas praderías de macrófitos (plantas subacuáticas) dulceacuícolas que ocupan toda su extensión han desaparecido por completo. Ello sumado a otro factor preocupante: la reducción de los aportes hídricos.
Delta del Ebro
Este humedal es uno de los más importantes del sur de Europa. En los últimos años, sin embargo, atraviesa por una situación delicada. El Delta se está hundiendo, entre otras cosas, como consecuencia de la regresión costera. Es una de las principales víctimas naturales del cambio climático.
La costa lleva retrocediendo a un ritmo de 10 metros cada año, en parte debido a la falta de sedimentos que transportan el río Ebro. Ahora, casi la práctica totalidad de ellos se quedan en los pantanos que se encuentran en la cuenca. Su hundimiento puede tener unas consecuencias directas no sólo a nivel medioambiental, sino también económico.
Como enclave natural acoge numerosas especies amenazadas, pero también nutre de servicios a la producción agrícola, con más de 100.000 toneladas de arroz, además de la acuicultura de la ostra y el mejillón o el auge del turismo de naturaleza y ocio de la zona.
S’Albufera de Mallorca
Es uno de los espacios protegidos más emblemáticos de Mallorca, pero su situación supone un quebradero de cabeza para quien conoce su situación, que es análoga a la que sufren el resto de zonas húmedas de España. Su estabilidad, sin embargo, es vital para más de 3.800 especies que habitan este humedal.
En la actualidad, hay varias problemáticas que amenazan la supervivencia de este enclave protegido. Entre otras cosas, los vertidos de las depuradoras merman la calidad de sus aguas, pero también reciben una contaminación continua por nitratos procedentes de la agricultura intensiva. Además, hay cantidad de especies invasoras que enturbian sus aguas y potencian el proceso de eutrofización por el que ya está pasando la albufera.