Los movimientos ambientalistas denuncian la doble moral de lo que vaya a ocurrir en la próxima Cumbre del Clima, la COP27, que se celebra entre el 6 y el 18 de noviembre en Sharm El-Sheikh, en Egipto.
En concreto, la organización Ocean Care apunta con el dedo a su anfitrión, pero también a otros países de la cuenca mediterránea, de defender la lucha contra el cambio climático y la reducción de emisiones de CO2, y al mismo tiempo, de impulsar nuevas exploraciones de hidrocarburos.
"Persiste la idea errónea de que la búsqueda de nuevos yacimientos de petróleo y gas ayudaría a los Estados a hacer frente a la crisis energética derivada de la guerra de Rusia contra Ucrania mientras ésta dure", explica el estudio realizado por la ONG.
"Pero estas decisiones provocan graves daños a los ecosistemas marinos y a la fauna y flora silvestres derivados de la destructiva contaminación acústica submarina". La exploración de hidrocarburos en el fondo marino necesita de detonaciones con cañones de aire comprimido, lo que provoca bombardeo sónico del lecho marino. Y se hace durante semanas o meses.
Nuevos proyectos fósiles
Aunque Egipto esté apostando por impulsar más proyectos de gas y petróleo en el Mar Mediterráneo, no es el único. Otros tantos países de la región mediterránea, tanto de la Unión Europea como de fuera de ella, están haciendo lo mismo.
"Continuar con la búsqueda de nuevos yacimientos de petróleo y gas en medio de la actual crisis climática y medioambiental sólo le hace el juego a la industria petrolera al promover la exploración y explotación de hidrocarburos", señala Ocean Care.
Además, "está en franca contradicción con los esfuerzos de transición energética y los objetivos del Acuerdo de París, del que estos mismos países son signatarios".
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Argelia, Bulgaria, Chipre, Egipto, Grecia, Israel, Líbano, Montenegro, Rumanía y Turquía, entre otros, participan en, o han aprobado, numerosos proyectos que se encuentran en distintas fases del proceso de exploración y explotación de hidrocarburos en el Mar Mediterráneo, el Mar Negro y el Mar Rojo.
El 'greenwashing' del gas
Para la organización ambientalista defensora de la biodiversidad marina, hay un intento de maquillar de verde el gas natural, un combustible fósil con un alto potencial de cambio climático, vendiéndolo como un combustible puente en la transición energética.
"Es necesario apostar claramente por dejar de lado falsas alternativas, como el gas natural licuado (GNL), que sólo contribuirían a mantener la actual dependencia energética de los combustibles fósiles a largo plazo. Intentar descarbonizar la economía utilizando otro combustible fósil como el gas natural tiene graves problemas".
"El engaño consiste en considerar sólo las emisiones directas de CO2 de la combustión del GNL, ignorando el impacto de las fugas y filtraciones de metano a la atmósfera".
El metano es un gas de efecto invernadero más de 80 veces más potente que el CO2 en una perspectiva de 20 años. Durante la producción, el transporte y el almacenamiento del metano para su uso como combustible, una parte importante se escapa sin quemar a la atmósfera.
Los combustibles fósiles representan más del 75% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y casi el 90% de todas las emisiones de CO2. El uso de las reservas de combustibles fósiles ya descubiertas conduciría a emisiones de CO2 muy por encima de los límites climáticos establecidos en el Acuerdo de París.
Emergencia climática en el Mediterráneo
Según el "Informe sobre el estado del medioambiente y el desarrollo en el Mediterráneo" (SoED 2020), realizado en el marco del Convenio de Barcelona, la cuenca mediterránea es un punto caliente del cambio climático.
Esta zona se ve afectada por el cambio climático a un ritmo mucho mayor que la media mundial, en particular por un calentamiento más rápido de la superficie del aire y del mar en todas las estaciones. Mientras que la temperatura media del aire a nivel mundial se sitúa actualmente en torno a 1,1°C por encima de los valores preindustriales, la región mediterránea se acerca a 1,54°C.
Se prevé que el calentamiento en el Mediterráneo alcance los 2,2°C entre 2030 y 2052, cuando se espera que la media mundial alcance el umbral de 1,5°C previsto en el Acuerdo de París. Estas son las conclusiones del que ofrece un panorama aterrador para el área mediterránea como consecuencia del cambio climático.