La represión física y emocional o se gestiona adecuadamente, siendo conscientes de que empezamos a sufrirla, o puede producir manifestaciones conductuales de desfogue y/o compensación con ciertas “gratificaciones” que en muchos casos van a ser desadaptadas, creándonos nuevos problemas.
Manifestaciones de aumento del consumo de alcohol, aumento del consumo de psicofármacos, episodios de bulimia (comer impulsivamente) y también aumento del consumo de pornografía. Como veis, todas estas conductas producen gratificación física y emocional o una reducción importante de la ansiedad, con lo cual también es una gratificación indirecta.
Hay situaciones bastante típicas de masturbación: cuando estás en época de exámenes y cuando te vas a la cama, para calmar la ansiedad o a modo de somnífero por la liberación de endorfinas que se produce. Esto se puede “desacostumbrar y no hace daño a nadie”, pero no voy a referirme a estas situaciones tan aparentemente inofensivas y hasta graciosas. Con otras prácticas, después, vienen los episodios de sentimiento de culpa, cuando estas conductas exceden lo normal y cuando empiezan a perjudicar la vida diaria y la interacción con otras personas y nuestra familia.
He hablado en otros artículos de las otras conductas adictivas que no son el consumo de pornografía y sí, también en esta pandemia, independientemente de poder tener menos o nula interacción sexual si no tienes una pareja estable, ha habido un aumento de la necesidad de otras experiencias sexuales que ahora a estas alturas, un año después del inicio de esta situación de limitaciones y miedos al contagio, estamos viendo que ellos y en menos medida ellas buscan y necesitan más pornografía. Sexo con uno mismo con imágenes sexuales e incluso la visualización de sexo en directo en locales dedicados a esto.
Está claro que todo lo bueno también tiene su parte mala... y el sexo también. La más importante es que acostumbrarse a tener placer con un tipo de prácticas que no son las que habitualmente vas a tener con una pareja o con tu pareja habitual va a producir una sensibilización extrema, un placer que nunca antes habías experimentado y, lógicamente, vas a querer repetirlo a no ser que hayas leído antes un artículo parecido a éste y te controles.
Cualquier práctica, sexual en este caso, que te produzca una placer más intenso que el habitual, va a empujarte a repetir y repetir. No me refiero a tener sexo con distintas personas y con unas disfrutar más que con otra, y que con unas sea más divertido que con otras. ¡Eso es normal. Me refiero a descubrir algo no habitual, no normal y repetir hasta que quede, lo primero, establecido como una costumbre (así la repetición está garantizada ya de forma automática) y después irás experimentando cómo al tener relaciones sexuales normales, como las que tenías antes, ya no sientes el mismo placer... y empiezas a preocuparte y aumentas el consumo de porno para compensar el placer que no sientes con esa persona, e incluso le propones compartir la visualización de pornografía o la visualización e intercambio de sexo entre parejas.
Hasta este punto puede llegar la curiosidad o el juego de un día de "voy a ponerme porno a ver que tal”. Acostumbrarte a un tipo de tocamientos mientras que tú mismo te masturbas, más sumar un tipo de imágenes que no son las habituales, con tu pareja o con otra persona, más la excitación real que estás teniendo en ese momento, hacen que tu futura vida sexual se vea seriamente perjudicada, porque de aquí en adelante necesitarás, como mínimo, las mismas imágenes y/o experiencias con las que te has estado gratificando últimamente. Tu cuerpo se ha acostumbrado y tu anticipación mental también. Ya te cuesta reaccionar con excitación a lo que antes te ponía muchísimo. Ya no, porque has descubierto tanto placer y tan accesible que ahora volver a algo más básico "no te pone" y va a requerir un tratamiento que los psicólogos y sexólogos denominamos reacondicionamiento.
Es difícil volver a "centrarse" en lo normal, porque el sexo es uno de los estímulos incondiconados más poderosos, pero sí es posible hacerlo. La adicción al sexo es tan problemática como el resto de las adicciones, exactamente igual. Te destruye, destruye tu pareja y sólo vives para repetir y repetir lo que te produce placer y ahora, además, con la culpa de lo que has perdido y de no ser libre porque una conducta sexual, una imágenes, una necesidad, decide por ti.
Sexo ¡sí!, por supuesto, con frecuencia, toda la que se quiera. Con imaginación, sin monotonía, incluyendo fantasías mentales o compartidas con tu pareja o con uno mismo, que todo vale en el sexo si es consensuado. Pero lo que tú sabes que empiezas a hacer de forma compulsiva con un fin NECESARIO, ya tiene toda la pinta de haberse convertido en un problema. Así que la clave es disfrutar del sexo, del que quieras, mientras que no se convierta en una "necesidad".
Ana M. Ángel Esteban espsicóloga clínica y sexóloga.
Consulta en Toledo yonline. Teléfono615224680.
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