Hablar de carnaval en Toledo es hablar de la Peña del Rey Moro. Este colectivo formado por amantes de esta fiesta cumplirá este año 39 ediciones animando con sus disfraces y creaciones a los toledanos. Primero como parte del desfile de comparsas y después con su presencia por las calles del Casco Histórico en la noche del sábado, mantienen la esencia de ese carnaval más clásico, auténtico e incluso romántico de la reinstauración de la fiesta hace cuatro décadas.
A las puertas de su 40 cumpleaños, en la asociación todavía se mantienen algunos de aquella decena fundadores que irrumpieron por primera vez en el año 1986. Son los casos de Luis Balairón y Benito Páramo, testigos de la evolución de la peña y por su puesto de la fiesta en Toledo.
"El carnaval ha cambiado mucho. Antes era más participativo. En el concurso de comparsas había espacio para los grupos y también para disfraces individuales, por lo que podía salir cualquiera", reflexiona Luis, quien recuerda que las cosas empezaron a cambiar cuando este desfile derivó en "una competición entre asociaciones de vecinos".
En aquellos primeros años, la Peña del Rey Moro cosechó dos primeros premios, dos segundos y un tercero con temáticas como 'Coches eléctricos', 'San Fermín', 'Tribu Masai', 'Escuela Antigua' y 'Ambiente Playero'.
A mediados de la década de los 90, la situación comenzó a cambiar. La llegada de grandes grupos, sobre todo provenientes de la comarca de La Mancha, llevó a la organización a variar las bases del desfile proponiendo una categoría para grupos de menos de 30 personas y otra a partir de esta cifra.
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En esas ediciones, la Peña del Rey Moro continuó participando en la categoría menor aportando su alegría hasta que en 2012 llegaron a la conclusión de que era el momento de reinventarse.
"Teníamos que elegir entre salir en el desfile o pasárnoslo bien, y optamos por lo segundo", asegura Lola Vázquez, presidenta de este colectivo que en la actualidad cuenta con 35 integrantes.
"Habíamos pasado de salir los primeros años en un desfile único a estar literalmente engullidos por comparsas enormes, con el desgaste que eso supone. Nosotros tirando de un carro hasta el ayuntamiento y los otros con tractores", añaden Luis y Benito.
En definitiva, una mutación hacia "un carnaval más profesionalizado, a imagen y semejanza de Canarias o Brasil, con grandes grupos que hoy compiten por llevarse el premio aquí y mañana en otra ciudad" en el que no estaban a gusto.
Ese momento de catarsis sirvió a estos 'románticos' del carnaval toledano para centrar el foco en volver a sentir la fiesta como suya. Como explica Lola, al fin y al cabo "nuestra idea no es lucirnos, sino pasar un rato divertido e invitar a todo aquel que quiera a que se una a nosotros".
Por eso optaron por seguir preparando cada año su comparsa pero cambiando el desfile por un lugar fijo del Casco Histórico en el que bailar y disfrutar de su amor por esta fiesta, ya sea en una tómbola, un cabaret parisino o un patio cordobés.
Comienza con un boceto en una servilleta
La preparación siempre arranca el mismo día. "El primer fin de semana después de la fiesta de Reyes, quedamos todos los miembros para proponer temáticas. Después de varias votaciones, llegamos a un acuerdo y elaboramos el primer boceto del 'trasto', como lo llamamos nosotros, en una servilleta".
Aunque en las últimas ediciones hijos y sobre todo nietos de los fundadores así como nuevos socios se han adherido a la peña, reconocen que el peso de la construcción sigue recayendo en los "históricos", que en sus ratos libres se afanan en dar lustre a la carroza.
Por otra parte, se reparten los roles que cada uno va a acometer durante la noche para preparar el disfraz. Como explica Lola, el espíritu es "coger un personaje y hacerlo tuyo". En su caso, "me gusta salir de embarazada y con una recua de niños, si puede ser, aunque este año no tengo claro que vaya a ser así", afirma entre risas.
En cualquier caso, se trata de "improvisar tu propio disfraz dentro de la temática y sorprender a los compañeros cuando te ven llegar", apunta Benito.
En los días previos, además de poner a punto el 'trasto' y los disfraces, los componentes de la peña también preparan la intendencia de la noche, bebidas y bocadillos para las alrededor de 50 personas que forman parte de la comparsa. Más allá de los 35 peñistas, que "algunos de ellos ya no salen por diversas circunstancias", se unen una veintena de amigos y familiares que también participan en gastos y fiesta.
La manera de sufragar los costes también ha evolucionado con el paso de los años. "Al principio, como conseguíamos premios en el desfile, teníamos un dinero que complementábamos con una cuota fija. Ahora no. Cuando nos reunimos, decidimos qué aportamos cada uno", afirman.
A ello, se une una pequeña aportación del Ayuntamiento como asociación cultural. "Al fin y al cabo somos los que animamos el recorrido. Desde que la verbena del Ayuntamiento la pasaron a La Vega, hay ratos que no hay un alma por el Casco hasta que no empieza la de Zocodover a las 12:00", sostiene Luis.
Los tres integrantes de la peña coinciden en que los años en los que las dos verbenas estaban más próximas se propiciaba un ambiente más acogedor, lo que aprovechaban para ponerse "en las cuatro calles, un sitio que nos gusta mucho". No obstante, "un año que empezó a llover y suspendieron las actuaciones", la gente se congregó en torno a su carroza y "se formó un tapón importante".
Aquel día se personó la Policía Local para intentar que el tumulto no comprometiese la seguridad de los que se encontraban allí. Los mismos agentes que en otra ocasión acudieron preguntando por "el encargado" de la peña. "Habíamos hecho una barra cubana y la empresa que tenía las barras de la verbena de Zocodover pensaba que estábamos vendiendo bebida. Cuando les dijimos que era parte de la carroza no nos quedó otra que reírnos", rememoran.
Las fuerzas del orden no son las únicas que suelen compartir momentos con ellos. Su huella en el carnaval de Toledo es tan profunda que aparecen en la programación elaborada por la Concejalía de Festejos y hasta el lugar que ocupan se acercan concejales y el alcalde. Quizá, como ellos mismos dicen, "es normal que se pasen por donde estamos. Si el sábado subes a la verbena, te encuentra con nosotros quieras o no".
Desvelar la temática, ¿sí o no?
En las últimas ediciones, la peña también ha apostado por valerse de las redes sociales para dar algún detalle de la temática de su obra con el fin de que las personas ajenas que se quieran unir puedan hacerlo en consonancia. Para ello, las semanas previas utilizan su cuenta en la red social Facebook para postear algunas imágenes y fotos del proceso de creación.
Se trata de una medida diferente a lo que ocurría años atrás cuando "guardábamos el secreto hasta la hora de salir", recuerda Lola.
Este asunto, como otros, suele ser motivo de discrepancia entre los peñistas. Eso sí, los debates nunca llegan a mayores porque todos tienen claro cuando es el momento de ceder en sus posturas.
"Somos una peña muy tolerante. No suele haber conflicto casi nunca porque nadie impone nada al otro. El tú haces y yo no hago suele ser un foco de tensión, pero nosotros tenemos muy asumido que hay gente más mañosa que se encarga de la elaboración de la carroza y otra que no es tan hábil pero que tiene otra función, como comprar las cosas que se necesitan".
También hay un tercer grupo de gente que no colabora tanto. "Con esos siempre se bromea. Les chinchas un poco, nos reímos todos y ahí se queda", indican.
Una actitud que junto al amor por la fiesta han convertido al Rey Moro en la peña más antigua y toda una institución en el carnaval de Toledo.