Condenan a un estafador tras 12 años de su timo de la estampita a una mujer de Ciudad Real
La víctima entregó 200.000 euros y al hombre le han impuesto ocho meses de cárcel.
17 febrero, 2023 09:36Hace doce años, una mujer de La Solana (Ciudad Real) fue engañada por dos personas a través del timo de la estampita. Fue el 7 de febrero de 2011, cuando dos estafadores le hicieron que acudiera a su casa a por los 200.000 euros que tenía guardados en una caja de Nesquik, escondida en el falso techo del baño. Después de todo este tiempo, uno de los estafadores ha sido condenado a ocho meses de cárcel.
En un primer lugar, la Audiencia de Ciudad Real le impuso un año y cuatro meses de prisión por un delito de estafa agravada, con la atenuante de dilaciones indebidas muy cualificada por el tiempo en que la causa estuvo "paralizada", si bien el Tribunal Supremo ha reducido el castigo a tan solo ocho meses por un error de cálculo en la condena.
Sucesión de los hechos
Según la sentencia, los hechos tuvieron lugar la mañana del 7 de febrero de 2011, cuando una mujer joven no identificada, compinchada con el acusado y fingiendo que padecía una discapacidad se aproximo a la víctima de 54 años y le pidió que le indicara dónde había un estanco. Fue en ese momento cuando el acusado se acercó y le dijo dónde se encontraba el más cercano. La mujer le contó que le había tocado la lotería y que llevaba en su bolso "estampas y papelitos", pero que los quería romper porque quería chucherías, mostrando a la víctima "muchos billetes de 50 euros".
El condenado le dijo que no los rompiese, que se los entregase a la víctima y a él, pero la chica les dijo que para eso ellos le tenían que dar "más papelitos". Influida por el condenado, que le hizo creer que, si le enseñaban dinero, aquella mujer les daría la bolsa, la víctima se fue a casa, cogió unos 85 euros y se los enseñó a la estafadora, no siendo suficiente. Volvió de nuevo y fue hasta el baño, donde guardaba una caja de Nesquik con 200.000 euros. La misteriosa mujer señaló que había que comprar una bolsa para guardar los "papelitos" y lo hizo el condenado, quien la rellenó con toallitas de papel sin que la víctima lo viese.
Por último, se montaron los tres en el coche y se fueron a las afueras del pueblo para hacer el cambio. El condenado entregó a la víctima la bolsa que acababa de comprar con la caja de Nesquik. Le dijo que contenía todo el dinero, incluido el de la joven, y le pidió que se marchara a casa y le esperase allí para repartirse el dinero. Cuando la víctima llegó y abrió la bolsa, vio que allí solo había toallitas de papel.