Lopetegui o la fuerza del sino
Que el gobierno de un país democrático como es España esté presidido por uno que no ha ganado las elecciones no parece preocupar a quienes se definen como profundos convencidos de las bondades y razón de la voluntad popular. Que tres regiones como Vascongadas, Navarra y Cataluña estén gobernadas por neonazis cuya principal aspiración es deshacer la nación, tampoco conmueve el espíritu estadista perfectamente descriptible de nuestros políticos para tomar medidas legales contra eso. Incluso el nuevo ministro de Exteriores no encuentra la ley, ni parece querer elaborarla, para que la política exterior española deje de estar compartida con regiones como Cataluña, en un magnífico alarde de aldeanismo que vamos mostrando por esos mundos sin complejos.
Lo verdaderamente grave, lo que tiene a los españoles sin dormir, lo que sin duda será tratado en todos los ámbitos de decisión política y social, lo que ha quebrado la voz de los tertulianos en general y ha hecho a los deportivos rasgarse las vestiduras es que el seleccionador nacional de fútbol haya sido contratado por un club igualmente español.
Hasta ahora creíamos que el fútbol era una cuestión de dinero y de repartir patadas proporcionalmente entre balones y espinillas, pero esta nueva situación, que como es natural ha sido calificada de histórica, nos ha descubierto que este espectáculo -dejó hace mucho tiempo de ser deporte-, aparte de grandes cuentas corrientes, posee grandes principios. Lo de Lopetegui es una traición a España, se oía decir a un cronista deportivo catalán por una emisora de radio.
El espíritu futbolero ha sustituido al patriótico. El amor a la patria, que conforman hombres y mujeres, se ha cambiado por el amor a once tíos que practican una actividad que les obliga a ir vestidos de niño, es decir, en pantalón corto. Y el fútbol se erige en el cofre donde se guardan los grandes principios: lealtad, honradez, amor a la camiseta... Seguramente no habrá sido por eso que algunos grandes futbolistas y presidentes de club han pasado por los juzgados. Ahora se entenderá el lema del Barcelona FC, que es “más que un club”. Desde luego, es la representación y salvaguarda del espíritu de la raza superior catalana de la que tanto habla el ario señor Torra.
Lo de Lopetegui ha sido una puñalada trapera a las creencias de los españoles, a la estabilidad social, a la tranquilidad de los mercados y a la paz familiar. Y su sino se llama Florentino Pérez. Así, con tan indignantes hechos, ¿cómo van a dejar de hablar a voces los locutores deportivos?