La ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, la ciudadrealeña Isabel Rodriguez, reconocía entusiasta tras ser investida esta semana “Embajadora del vino” durante la celebración de la Feria Nacional del Vino (FENAVIN) en Ciudad Real, que a la política española “le hace falta una copa de vino” pues, a veces, en torno al vino se pueden buscar puntos de encuentro en cualquier negociación y pensamiento. En efecto, pero sospecho que la dosis recomendada por la ministra portavoz no sea suficiente en este caso para reconducir las formas que permanentemente exhiben los parlamentarios en las Cortes de Castilla-La Mancha en el desempeño de su labor, más dados a la farsa y el berrinche que a los pactos.
Este mismo jueves, las Cortes autonómicas han sido de nuevo el escenario perfecto para que sus señorías sigan apuñalándose. La Cámara autonómica ha protagonizado otro rifirrafe entre PSOE y PP al no haber podido celebrar el pleno monográfico sobre política fiscal solicitado por el Partido Popular en varias ocasiones, provocando el abandono de sus escaños de la mayoría de diputados populares entre un rosario de descalificaciones y aspavientos. Una exclusión que ha eclipsado el debate sobre la necesidad de transformar el sistema educativo de Castilla-La Mancha a través de un cambio de modelo presentado por Ciudadanos, también rechazado. De nuevo, el debate parlamentario en esta tierra se transforma bronco con el consiguiente alboroto y hartazgo de una población cansada de las permanentes desavenencias y desvaríos de sus políticos.
Así no es de extrañar que esta misma semana hayamos conocido la encuesta del CIS constatando que la inmensa mayoría de los españoles (86%) muestre su hartazgo con la crispación política actual debido a la tensión provocada por los partidos y sus representantes públicos. Una situación que en esta tierra me hace discrepar con la ministra portavoz y la dosis de vino recomendada para conciliar consensos y puntos de encuentro entre nuestros políticos y las diferentes formaciones. En el caso de las Cortes de Castilla-La Mancha más que un vaso harían falta varias arrobas de vino para sus parlamentarios. Seguros del fracaso de cualquier debate, negociación, o consenso al menos serviría para que sus señorías duerman la mona durante un buen rato. Menuda tranquilidad.