El donut de Cuenca (Primera parte)
El concepto de “España vaciada” ha pasado en poco tiempo de recién nacido a ser un ómnibus que abarca realidades con elementos comunes, evidentemente, pero con una diversidad que nos exige atender a los matices. Un término comodín que siempre encuentra su acomodo en el discurso políticamente correcto.
Para empezar, no es sinónimo de España rural, porque también afecta a ciudades pequeñas e incluso intermedias.
Es claro que el proceso de desarrollo reciente, industrial y tecnológico, se caracteriza por procesos de concentración, que en el ámbito urbano serían las grandes ciudades, muchas de ellas convertidas en microestados de facto.
Un proceso de concentración que, más que pararse, se ha acelerado: grandes corporaciones empresariales, economía financiarizada, y el turno de las ciudades intermedias que, después del campo, empiezan ahora a vaciarse en beneficio de los vectores de crecimiento que son las grandes urbes.
Pero insisto en que la realidad es más compleja, y el concepto binario lleno/vacío es muy limitado para encarar su análisis.
José Manuel Gómez Giménez es el autor de la tesis “Fracturas socioespaciales en la península ibérica 1986-2016”.
Es donde ha escrito: “Necesitamos un nuevo marco para abordar políticas de reequilibrio territorial y mejorar la cohesión social. El marco actual produce grandes desequilibrios”. Desigualdad territorial sería aquí un concepto clave.
Aterrizando la teoría en la realidad conquense, cabe decirle al ministro Garzón, que acaba de visitar Cuenca, que, efectivamente, la territorial también es una forma de desigualdad, siendo por ende la justicia o equidad territorial una forma de justicia social.
También ha escrito José Manuel Gómez: “Las administraciones públicas imponen una visión determinada de nuestro territorio y en ocasiones suponen un obstáculo a la mejora de su equilibrio y cohesión”.
Aterrizando de nuevo en la praxis conquense, cabe decir que la mayor fuente de problemas y desajustes en Cuenca la encontraremos en las decisiones de nuestra administración pública de referencia, que es la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
El trabajo del profesor Gómez Giménez es del máximo interés, y tendremos ocasión de volver sobre él. Pero dejemos ahora constancia de alguna de sus líneas de investigación en lo que afectan a Cuenca.
Y es así que, más allá de los límites administrativos, el profesor Gómez opta por dibujar un mapa de la península ibérica conformado por los centros de mayor actividad económica y los flujos de bienes y personas entre territorios.
Y es ahí donde se aprecia con claridad que la provincia de Cuenca es en su mayoría el agujero de un donut (rosquilla en castizo), rodeado por la masa que es la actividad económica en Madrid y Valencia.
En los mapas de este prometedor geógrafo, realmente el vacío en nuestra provincia no es total. Ante los soles resplandecientes que representan la actividad en Madrid y Valencia, aparece en Cuenca una lucecita en torno a la capital, el resto es un vacío total, y total será el vacío de esta provincia si continúan las decisiones que redundan en su perjuicio y aislamiento, como es el caso del cierre del ferrocarril convencional.
Y que no se olvide, no se cierra la línea Madrid-Cuenca-Valencia, se cierra la línea en el tramo que coincide con ese vacío que es el agujero del donut.
Jesús Neira
Este artículo ha sido publicado originálmente en La Opinión de Cuenca