Hace unos años parecía imposible, pero el mercado de las consolas portátiles con corazón de PC está que arde. La Steam Deck de Valve ha creado escuela y eso se traduce en cada vez más modelos disponibles en el mercado, desde la Rog Ally de Asus y varios modelos de Ayaneo hasta la Legion Go de Lenovo, que aspira a hacerse un hueco en España con unas especificaciones de verdadero vértigo y algunos elementos que la diferencian del resto.
A esta eclosión de los PC consolizados ha contribuido decisivamente el chip AMD Z1 Extreme, presente tanto en la ROG Ally como en la Legion Go, que permite equiparar estos equipos con los portátiles gaming de gama alta. Pero si por algo destaca la apuesta de Lenovo es por su gigantesca pantalla de casi 9 pulgadas, la más generosa de este tipo de dispositivos. Además de esta imponente carta de presentación, el elemento distintivo del dispositivo son los mandos extraíbles inspirados en los de la Nintendo Switch, que además cuentan con una función de control específica para los juegos FPS.
En EL ESPAÑOL - El Androide Libre hemos podido probarla durante más de un mes con distintos tipos de juegos y plataformas, desde Game Pass hasta la propia biblioteca de juegos de Steam, y es un contendiente muy competitivo en esta nueva 'guerra de las consolas' que está teniendo lugar en paralelo a la que disputan desde hace años Sony, Microsoft y Nintendo. Un punto a tener muy en cuenta a la hora de decidirse es su precio de 799 euros, algo superior al de sus principales competidores, pero comprensible teniendo en cuenta cosas como el tamaño de su pantalla.
Diseño y botones
Lo primero que sorprende de la Legion Go es su enorme caja, una pista del tamaño del dispositivo. Una vez abierta, se agradece (y mucho) la inclusión de un estuche con cremallera para protegerla y poder transportarla cómodamente. En Lenovo han pensado hasta en el último detalle y esa funda cuenta con un orificio para el cable de carga, que permite tener la consola protegida mientras está enchufada a la red.
El único problema que plantea este estuche y el tamaño de la consola (40 x 298 x 131 mm con los mandos incluidos) es que no hay espacio para el cargador, a medio camino entre los de los móviles y los de los portátiles. Es un elemento imprescindible que hay que acordarse de llevar siempre, ya que la duración de la batería es uno de los elementos más delicados de este tipo de PCs consolizados.
Todos los componentes de la carcasa y los mandos son de plástico negro (salvo la pantalla, claro, que está protegida por una placa de cristal), y el dispositivo se nota sólido y robusto desde el primer momento. Un elemento interesante, del que carece la ROG Ally, por ejemplo, es el soporte integrado en la parte trasera para apoyar la Legion Go con diferentes ángulos, algo muy útil para poder descansar las manos y para usar la consola con los mandos extraídos o para ver películas o series, por ejemplo.
Precisamente, los mandos extraíbles son uno de los grandes elementos diferenciadores de la consola frente a la competencia. El sistema para soltarlos es sencillo e intuitivo (aunque mejorable, ya que no siempre funciona a la primera), y para volverlos a insertar sólo hace falta deslizarlos desde la parte inferior, como sucede con la Nintendo Switch.
La distribución de los botones es la clásica X, Y, B y A, con bumpers y gatillos superiores, además de dos botones mapeables en la parte trasera, dos joysticks a los lados y la clásica cruceta. Todos son de tacto agradable y responden muy bien a las pulsaciones, salvo la cruceta, que es francamente mejorable. A ellos hay que añadir un botón para invocar Legion Space, la app desde la que acceder a las distintas bibliotecas y tiendas de juegos, y otro para configurar los apartados más importantes de la consola, como el rendimiento o las opciones de ahorro de energía.
Para completar las opciones del usuario, en la parte inferior derecha también hay un pequeño touchpad que permite deslizar el dedo para usar un cursor tanto en Windows como en juegos que lo requieran, como los de estrategia, aunque en esos casos resulta mucho más útil conectar un teclado y un ratón.
En la parte superior se sitúa la salida de aire de los ventiladores, muy potentes y efectivos, aunque bastante ruidosos cuando se utiliza el modo de rendimiento de la Legion Go. Tras un uso prolongado, y a pesar de los ventiladores, se nota el calor en la parte posterior del dispositivo y la pantalla, aunque los mandos no se ven afectados y la consola se puede seguir usando sin problemas.
En conjunto, con los mandos integrados, el dispositivo de Lenovo pesa 852 gramos, lo que la hace considerablemente más pesada que la ROG Ally o la Steam Deck, aunque no llega a resultar molesto gracias a su ergonomía. Además, la posibilidad de utilizar los mandos por separado y apoyar el aparato en su soporte trasero la hacen muy versátil.
Rendimiento y controles FPS
El exterior de la Legion Go destaca, como ya hemos dicho, por su enorme pantalla táctil QHD+ de 2.560 x 1.600 píxeles y una tasa de refresco de 144 Hz. El brillo es de 500 nits y, aunque resulta muy luminoso y brillante en interiores, sufre cuando le da luz solar directa.
En su interior late el chip AMD Z1 Extreme, capaz de mover los juegos de PC más exigentes sin inmutarse. Le ayudan los 16 GB LPDDR5X de RAM, que hacen que la experiencia sea fluida y rápida, incluso teniendo abiertas varias aplicaciones y juegos al mismo tiempo. Eso sí, a veces la app de Legion Space se queda cargando o bloqueada, lo que me ha llevado a tener que reiniciar el equipo un par de veces.
Otro elemento que contribuye a la soltura con que se mueven juegos como Forza Horizon 5 o Starfield es el disco duro SSD PCIe de 4ª generación, de 512 GB en el caso de la unidad que probé yo, pero que puede ser de 1 TB y que es ampliable a 2 TB a través de tarjeta microSD.
Al funcionar con Windows 11 Home, la compatibilidad con distintas plataformas está asegurada, aunque siempre se echa en falta (como sucede en los dispositivos de la competencia) esa fluidez que ofrecen las consolas dedicadas únicamente a los juegos. A cambio, el sistema operativo permite utilizar la Legion Go para otras cosas o instalar más fácilmente emuladores y dejarse llevar por la nostalgia.
La mayor singularidad de la Legion Go está en el modo FPS, que convierte el mando derecho en una especie de ratón vertical con sólo usar un interruptor en su zona inferior. Para ello, se incluye un pequeño soporte circular en el que apoyarlo y cogerlo casi como si fuera un clásico joystick. Al principio cuesta un poco cogerle el truco, y en las primeras partidas que eches del Call of Duty o al Battlefield la cosa se hará cuesta arriba, pero poco a poco se va consiguiendo precisión y manejo.
La parte engorrosa es que cada vez que juegues con este modo conviene configurar los botones para que respondan a las acciones deseadas, aunque a través de Legion Space se pueden seleccionar cuatro perfiles preconfigurados que distribuyen las funciones con cierta lógica.
En cuanto a la autonomía, como suele suceder en estos dispositivos, es un elemento crítico. Por nuestras pruebas, si navegando en Internet y usando programas poco exigentes puede alcanzar las 5 horas, un uso continuo con juegos como el Forza Horizon reduce notablemente su duración hasta 1 hora y 40 minutos.
Para recargarla dispone de una fuente de alimentación con cable USB-C de 65W, que tarda unas dos horas en ofrecer una carga completa. Y en ese sentido hay un detalle curioso: la funda blanda que protege la consola para transportarla tiene un orificio para poder pasar el cable y cargarla mientras está guardada.
Lenovo ha hecho coincidir el lanzamiento de la Legion Go con el de otro producto para aprovechar al máximo su portabilidad. Hablamos de las Legion Glasses, unas gafas con paneles micro-OLED que se conectan a través de un cable USB-C y permiten tener una pantalla gigante en cualquier lado.
Lo mejor de esta combinación es poder disfrutar de juegos y películas con total privacidad, pero sin aislarte del todo del mundo exterior. También disponen de altavoces en las patillas, controles de volúmen y de brillo y pueden contribuir a alargar la batería de la consola, ya que se puede configurar para que la pantalla principal de la consola quede apagada mientras las gafas están conectadas.
¿Me la compro?
El sector de los PCs consolizados está que arde y la Legion Go ha entrado por derecho propio entre los más interesantes del mercado. Su gran ergonomía y su enorme pantalla son algunos de sus puntos a favor, por más que los paneles OLED puedan dejarla en fuera de juego en muy poco tiempo.
La opción de extraer los mandos y jugar con ella en modo sobremesa y la función específica para juegos FPS son todo un acierto, reforzado por la potencia que ofrece el chip AMD Ryzen Z1 Extreme, que permite jugar sin problemas a los títulos más actuales y potentes. Pero no todo son buenas noticias: su batería sufre y acorta mucho su duración con juegos como Starfield, el sistema de extracción de los mandos no siempre funciona y el conjunto puede ser demasiado pesado para largas partidas.
El otro elemento clave a la hora de decidirse tiene que ver con su alto precio, que llega a los 799 euros, superior al de sus principales competidores. Eso la convierte en un objeto de deseo algo caro, pero que ofrece unas características únicas y garantiza horas y horas de juego allá donde te la lleves.
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