Elegía a la página en blanco: las mejores aplicaciones para escritores
Una novela puede ser una tarea hercúlea. Por suerte, en Google Play hay una buena cantidad de aplicaciones para escritores que pueden ayudarte en el viaje.
26 febrero, 2015 12:40Miraba la página en blanco y la página en blanco me devolvía la mirada. Esa maldita línea vertical parpadeaba al inicio de la página, burlona, como diciéndome «no, no lo vas a hacer, escribir una novela es algo muy grande para un tipo como tú». Escribí un puñado de frases pero las eliminé, no hubieran gustado a mi editor. No es que tuviera editor, pero si lo tuviera me lo podía imaginar llevándose las manos a la cabeza y usando mi manuscrito para calzar la mesa coja de la cocina. La página volvía a estar en blanco.
Tecleé letras al azar. «jipadiosiojp», la página ya no estaba en blanco, pero claro, aquello ni siquiera era una palabra en ningún idioma que conociese. Detrás del procesador de texto asomaban las pestañas de Chrome, susurrándome al oído y en seguida me lancé a buscar videos de alguna rubia, o quizá de alguna pelirroja, pero acabé viendo uno de un gato que se quedaba atrapado en una caja.
Derrotado por la página en blanco y por mi capacidad de procrastinación, fui a lamerme las heridas al sofá. Los hielos chasqueaban en contacto con el líquido del vaso en la habitación iluminada sólo por la luz azulada del televisor, donde la exnovia de no-sé-quién se gritaba con un exconcursante de no-sé-qué por algo que me importaba un pimiento. Entonces un reflejo sobre la mesa llamó mi atención. Aquella tipa de la tele, que había pasado más tiempo en un quirófano que Nelson Mandela en la cárcel, se reflejaba en la pantalla apagada de mi tablet. En un impulso, la cogí.
Word
Jamás imaginé que Microsoft sería capaz de hacer una nena así de guapa. Tardaron en lanzar su versión de Office pero, maldición, lo supieron hacer bien, sin duda el mejor procesador de textos que había en Android City. Compatible con OneDrive y Dropbox, hacía que todos tus documentos estuvieran siempre a mano y aseguraba que estuviesen a salvo de cualquier catástrofe electrónica. En la nube mi novela estaría a salvo incluso de la mujer de ojos verdes, y eso que ese diablo era capaz de todo. No sólo Word para Android no tenía nada que envidiar a su versión para escritorio, sino que además era gratuita. Cierto, había otras alternativas muy buenas en el distrito Google Play, como Documentos de Google, pero Word era mucho más completa.
Jotterpad
A veces necesitas cosas mucho más sencillas. Word es una aplicación fantástica, completisima, pero a veces te puedes distraer entre sus opciones como en la noche de la ciudad. A veces las opciones más simples te pueden dar mejores resultados, y Jotterpad es como una navaja escondida en la manga: simple, pero hace el trabajo. Perfectamente adaptado a Material Design, permite sincronizar con Dropbox y escribir, escribir y escribir sin toda la pompa y parafernalia de los procesadores de textos modernos, como hacíamos antes de tener tanta tipografía y tanto justificado tan a mano.
iA Writer
Igual que en el Rick’s Tavern, a veces el humo puede llenarte la página, distrayéndote de lo que realmente importa. iA Writer es otra navaja escondida en la manga, sencilla pero eficaz y pensada para esos momentos en los que el humo hace que te escuezan los ojos y hace que no te puedas centrar en lo que tienes delante de tus malditas narices. Su modo focus resalta únicamente la frase que estás escribiendo, haciendo que el resto del texto se difumine como aquello que hiciste anoche. Compatible con Dropbox es una aplicación que puede dejar a Jotterpad llorando como un crío.
Book Writer
Jackie Boy siempre me pareció un nombre ridículo, y a él también. Estoy seguro que si hubiera podido cambiárselo antes de aparecer con la cara enterrada en la arena de la playa, lo hubiera hecho sin dudarlo. Esa es una de las características más destacadas de Book Writer, permite tener los nombres de los personajes a parte del texto y vinculados a él, de forma que si decides cambiar uno, la aplicación lo cambiará automáticamente en toda la novela. Además, guarda cada capítulo de forma separada, y la versión de pago -0,86€- permite recuperar versiones antiguas de cualquier capítulo sin modificar los nuevos. Creo que John hubiera sido un buen nombre para Jackie Boy.
Evernote
Me desperté con la boca pastosa y la frente sudada. No, no tenía ninguna idea genial, jamás me había despertado con una idea mejor que vaciar mi vejiga y comerme un bollo. Esa leyenda del escritor que amanece iluminado por las musas de los sueños había hecho mucho daño, la libreta en la mesita de noche sólo sirve para tirarla al suelo mientras buscas el teléfono a manotazos para apagar la alarma. Además ¿para qué tener una libreta cuando puedes tener muchas en un smartphone?
Evernote siempre ha sido una de las aplicaciones más usadas para tomar ideas, ideal por la posibilidad de sincronizarlo a través de diversos dispositivos. Puede que nunca me hubiera despertado con un plan maestro en la cabeza, pero si una cosa sabía es que las ideas se te pueden ocurrir en cualquier momento. Y las ideas son como el humo de un cigarro: una columna compacta al principio pero que en seguida se disipa en formas irreconocibles. He aprendido la lección a golpes, pero ya nunca espero ni un segundo para apuntar una idea o sé que me arriesgo a no volver a verla nunca, como a la mujer de los ojos verdes.
Celtx Cards
El estudio en el que vivía ya podía haber sido cerrado por sanidad antes de que llenase la pared del fondo de post its. Post its de todos los colores imaginables para representar todas las tramas de mi novela, ordenadas capítulo a capítulo, iluminadas por las lineas de luz que se colaban entre las rendijas de las persianas y vibrando cada vez que el tren pasaba junto a la ventana. Demonios, no hay mejor manera de que alguien crea que eres un psicópata que tener una pared llena de post its fosforitos.
Celtx Cards me liberó de los post its. Una aplicación inicialmente pensada para guionistas pero perfectamente usable por escritores. La idea es la misma que llenar una pared de post-it, pero que las visitas pensasen que eres un tarado huido del sanatorio del otro lado del río, claro que yo pocas veces tenía visitas. Moví las tarjetas de colores por la pantalla, haciéndome una idea muy visual de la distribución de los hechos y capítulos de la novela y modificándolo hasta encontrar un esquema que me permitía decirle a la camarera del Rick’s Tavern que no era un escritor de medio pelo sin sentirme totalmente truhán.
Mindjet
La mente es un caos, y las pilas de papeles con esquemas que había hecho para tratar de ordenar mis ideas no eran de gran ayuda, especialmente cuando no era capaz de encontrar el que buscaba. Tampoco me eran de gran ayuda cuando el esquema acababa siendo más grande que la misma hoja en el que lo estaba haciendo, y el estudio en el que vivía -alquilado a una cuarentona gorda que me hacía extrañas propuestas cuando venía a cobrar- era tan pequeño que para abrir una caja de cerillas yo tenía que salir al rellano, así que como para poner una pizarra.
Mindjet me fue de perlas para crear mapas conceptuales y esquemas en mi Android. Mientras sonaba una vieja canción de Stevie Nicks en la radio, cambié la forma y los colores y con cuatro pulsaciones de pantalla tenía un esquema más completo que el que la policía hizo de la muerte de Jackie Boy, que nunca les importó más que conseguir más donuts.
Miraba la página en blanco y la página en blanco me devolvía la mirada. Esa maldita línea vertical parpadeaba al inicio de la página, dubitativa, como diciéndome «no, no lo vas a hacer, escribir una novela es algo muy grande para un tipo como tú», pero su tono ya no era tan seguro como antes. Respiré, dejando que el cursor se regocijara en su propio parpadeo, y entonces escribí: «Ella tenía los ojos verdes».