Con Principios de ciencia nueva, Giambattista Vico abrió en el siglo XVIII el conocimiento de la filosofía de la Historia. Entre los centenares de autores que estudiaron el ser histórico como tal ser histórico, como tal ente, destacan Oswald Spengler, Johan Huizinga, Ortega y Gasset y, sobre todo, Arnold Toynbee. El autor de Un estudio de la Historia escribió en ABC, en la época en que dirigí el periódico, y su obra encendió durante largos años mi pensamiento.
España ha asistido en los últimos años al esfuerzo de muchos historiadores en el intento de explicar el ser histórico de la nación. He conocido a los tres quizás más relevantes: Claudio Sánchez-Albornoz, con su España, un enigma histórico; Américo Castro, con España en su historia, y José Varela Ortega, con su obra monumental España, un relato de grandeza y odio.
Tal vez por eso he leído con especial interés la España mágica (Ediciones B), de Pedro García Cuartango. El autor es antes que nada un periodista con extensa vida profesional cuajada de éxitos. Como historiador ha escrito un excelente libro en el que viaja al ser de España. El autor reflexiona de forma sencilla en su esfuerzo para hacer entender al lector que “España ha sido un crisol donde se han fundido otros pueblos que dejaron una huella profunda desde los Pirineos a Gibraltar. Nuestra nación es mucho más que los cinco siglos que se abren en la época isabelina con el tanto monta, monta tanto”. García Cuartango se refiere a los cinco mil años anteriores. “Algo deben haber influido en nuestra mentalidad –escribe– esos cincuenta siglos que hoy nos parecen tan lejanos y ajenos a la sociedad de internet y las redes sociales en la que vivimos”.
No se arrepentirá el lector que se adentre en este libro sugerente y ciertamente excepcional
Griegos y romanos sitúan más allá del estrecho de Gibraltar “una serie de lugares míticos como la Atlántida, el Jardín de las Hespérides y los Campos Elíseos”. Explica el autor cómo Gea regaló manzanas de oro a Hera en sus esponsales. Las Hespérides se encargaron de su custodia. Las tres ninfas anidaban en el remoto jardín que Estrabón sitúa al sur de la península ibérica. García Cuartango se refiere sagazmente a la significación de los toros en la cultura hispánica y afirma que el toro está presente en la cultura minoica que se desarrolló en Creta. Homero explica la importancia religiosa del animal entre los griegos: “En sus fiestas se sacrificaban astados que eran inmolados por el fuego. El sacrificio de los toros era uno de los ritos iniciáticos consagrados a la diosa Cibeles”. Álvarez de Miranda, por cierto, en su libro clave, Ritos y juegos del toro, desarrolla esta idea y la estudia también en Alfonso X el Sabio.
Para demostrar la influencia de las culturas que durante milenios conformaron al homo hispanus, Pedro García Cuartango toma de la mano al lector y lo conduce, a través de la España mágica, por los dólmenes de Antequera, las cuevas de Hércules, las de Ojo Guareña, los toros de Guisando, el río Limia, el castillo de Almodóvar del Río, el santuario de Santa Casilda, El Colacho, Trasmoz, la fuente de Ocaña, San Torcuato de Santorcaz, la isla de Pedrosa, las cuevas de Zugarramurdi y tantos y tantos lugares conocidos o insólitos que introducen al lector en la España mágica y desconocida desvelando las raíces de una nación estremecida culturalmente desde muchos siglos anteriores a los de su Historia conocida.
Asombroso trabajo el de Pedro García Cuartango. La objetividad exige subrayar la calidad de su libro España mágica que demuestra la inteligencia analítica del autor y su abrumador equipaje cultural. Docenas de fotografías, algunas de baja calidad, subrayan los hallazgos de Pedro García Cuartango. No se arrepentirá, en fin, el lector que se adentre en este libro sugerente y ciertamente excepcional.