Don Juan contra Franco
Juan Fernández-Miranda y Jesús García Calero han descubierto varios archivos secretos con información sobre Don Juan y su actividad política, manejados por el dictador Franco, anotados y subrayados en rojo o azul de su puño y letra. Se trata de una aportación de calado histórico que robustece la publicación de Don Juan contra Franco (Plaza&Janés), libro imprescindible para entender cabalmente una de las etapas clave de la historia española del siglo XX.
Los autores escriben con eficaz literatura periodística, con objetiva independencia, sobre una investigación ponderada y científicamente bien diseccionada. No se podrá prescindir de este libro en ningún estudio que en el futuro se escriba sobre los dos hombres que vertebraron 40 años de Historia de España. El caudillo Franco, el amigo del duce Mussolini y del führer Hitler, el hombre que quebró la neutralidad y envió a la División Azul a combatir en favor de los nazis, manejó a la nación española como si se tratara de un cuartel. Distinguió a Don Juan con un odio africano, le combatió hasta la náusea y se dedicó a la insidia y la manipulación para fracturar la armonía con su hijo Juan Carlos. Decidió Franco que le enterraran como a un faraón en Cuelgamuros, hoy Valle de los Caídos, y no pudo contemplar cómo la idea de la Monarquía que tenía Don Juan es la que su hijo, bien aconsejado por Torcuato Fernández-Miranda, terminó imponiendo frente a la Monarquía del Movimiento Nacional establecida por el caudillo todopoderoso. Las dictaduras son los paréntesis de la Historia. Frente a los halagos iniciales, frente a las falsas promesas interesadas, frente a las posteriores afrentas y mezquindades, Don Juan III defendió siempre que el papel de la Monarquía consistía en devolver al pueblo español la soberanía nacional secuestrada en 1939 por el Ejército vencedor de la guerra incivil.
A mi manera de ver, Fernández-Miranda y García Calero aciertan de lleno no solo al narrar los hechos sino al analizar e interpretar lo que ocurrió desde el exilio de Alfonso XIII hasta que Don Juan Carlos viajó a España con diez años para cursar estudios en el país de sus antepasados.
He conocido a buena parte de los personajes que desfilan por el libro y he escuchado de otros, sobre todo por la boca de Don Juan, lo que ocurrió durante aquellos diez años de permanentes conspiraciones. Fernández-Miranda y García Calero cometen algunos errores, deslizan no pocas opiniones discutibles y dan relieve excesivo a personajes menores. Pero, en su conjunto, el libro que han publicado es excelente y está pleno de aciertos y reveladoras investigaciones, aparte la contribución de muchos datos históricos desconocidos, fruto de su acceso a interesantes archivos secretos.
Como dijo Winston Churchill, la España de Franco estaba ocupada por su propio Ejército. La frase la pronunció antes Pedro Sáinz Rodríguez, el consejero clave de Don Juan, al que los autores del libro describen con su lenguaje rahez y su sagacidad permanente. Vencedor de José María Gil Robles y Eugenio Vegas Latapié, en la lucha subterránea que se libró en Lausana y Estoril, Pedro Sáinz Rodríguez permaneció siempre guarecido en las sombras conspiratorias. Rehuyó cualquier protagonismo, pero fue tan clave en la segunda Restauración como Cánovas lo fue en la primera.
Un libro, que se lee de un tirón, que penetra en la entraña de lo que verdaderamente sucedió y al que no le sobran ni siquiera algunas anécdotas menores, de dudosa veracidad pero que no disminuyen la altura investigadora. La Historia, en fin, está poniendo a Franco y a Don Juan en su sitio gracias a libros objetivos y certeros como el que han escrito Fernández-Miranda y García Calero.