Camilo José Cela, desde la dorada infancia a la muerte por amor
Francisco García Marquina arremete contra Umbral en su libro Cela, retrato de un Nobel. "Camilo -escribe- reconocía la calidad de Umbral como escritor, al tiempo que también era cauteloso con respecto a su persona. Que esta prevención de Camilo era acertada, se demostró cuando a su muerte Umbral publicó Cela, un cadáver exquisito, libro ásperamente crítico en donde tomando pie en Cela (más bien poniéndoselo encima), el autor se exalta a sí mismo, teniendo un protagonismo antipático y rindiéndose culto en todas las páginas". Y añade: "En resumen, esta biografía tan caprichosa tiene demasiado Umbral para tan poco Cela... En ese libro habla de la flojedad de los artículos periodísticos de Cela, de que La Catira es infumable, de que carecía de ideas y solo tenía frases, de que no escribía historias sino anécdotas y de que cayó en la trampa de la vanguardia y la antinovela".
Umbral se vengó de algunos desdenes de Cela y lo hizo sobre el cadáver exquisito del autor de La colmena siguiendo la tradición de Quevedo que fulminó, de forma muy cruel, al Góngora muerto. Creerán algunos, a la vista de su posición en la polémica Cela-Umbral, que Francisco García Marquina ha escrito una hagiografía de Camilo José Cela. Pues no. El libro es equilibrado, objetivo, prudente, con el respaldo de un formidable equipaje de documentación.
En Cela, retrato de un Nobel, su autor no elude ninguno de los pasajes comprometidos del gran escritor gallego, incluso las actitudes inciertas para la libertad de expresión durante la guerra y posguerra, ni años más tarde sus desprecios familiares y su relación con una mujer inteligente que contribuyó decisivamente a su éxito: Marina Castaño. Francisco García Marquina relata minuciosamente la carta de Cela dirigida en 1938 al Comisario General de Investigación y Vigilancia ofreciéndose a "prestar datos sobre personas y conductas". Tampoco rehúye el autor del libro los años (1941 a 1945) en que Cela fue censor en el franquismo de revistas y de libros.
El balance de la vida y de la obra de Cela es para García Marquina, sin eludir los pasajes oscuros, abrumadoramente positivo. Por las páginas del libro desfilan las piruetas literarias en el Gijón, la genialidad del Pascual Duarte, la profundidad de Pabellón de reposo, la amistad primero y la colaboración después con Pablo Picasso, la dirección de Papeles de Son Ardamans; la aventura del Nobel; la novela redonda, La colmena; y también la que, en mi opinión es la obra cumbre de Cela, Madera de boj. Dediqué una página entera en La Razón a su interpretación literaria y conservo una carta manuscrita del novelista en la que se queja de lo mal que se había entendido su obra por parte de varios críticos y algunos columnistas.
García Marquina narra además la vida familiar del autor de Oficio de tinieblas desde la infancia dorada y la atormentada adolescencia hasta la muerte presentida en el amor por Marina. Seiscientas páginas, en fin, documentadas rigurosamente para sintetizar la figura de un escritor que fue definitivo como escritor y también clave en la historia de nuestra literatura porque hay un antes y un después de Cela en la forma de novelar en nuestra república de las letras.
Marquina se refiere, por cierto, al sentido de la amistad de Camilo. Doy fe de ello. Tuvo él la generosidad y yo la suerte de que firmara mi candidatura para la Real Academia Española. También tuvo conmigo el autor de Gavilla de fábulas sin amor la deferencia de presentar mi libro Don Juan en la Casa de América.