¿Hay una fórmula para el éxito literario?
Lo importante es escribir con tinta evanescente. Ojo a los éxitos de supermercado y a los textos anclados en la realidad.
“¿A qué atribuye el éxito de sus novelas A lo lejos y Fortuna? ¿Cuál es su fórmula mágica?”, preguntan Irene Hdez. Velasco y Alberto Olmos (El Confidencial) a Hernán Díaz. “No hay fórmula –responde el escritor que fue finalista del Pulitzer con la primera y ganador con la segunda–. Mi gran lucha como escritor es no ser un escritor de fórmula. Mi sueño es que todos mis libros parezcan escritos por personas diferentes”.
“Si uno de verdad ama la literatura y el lenguaje debe escribir con tinta evanescente –propone el autor nacido en Argentina y convertido en fenómeno literario mundial–, pensando que las palabras desaparecen, que uno escribe por amor a ese proceso y no por permanencia o la divulgación de su obra”.
La autoficción no deja de despertar opiniones diversas. “Más que el género en sí mismo lo que me preocupa, en tanto lector y escritor, es la estandarización que produjo en la forma y el lenguaje literarios”, declara el narrador peruano Diego Trelles Paz a Hernán Migoya (Coolt). “Se empobrecieron terriblemente pensando en su accesibilidad para todo el público —aclara el autor de La lealtad de los caníbales—.
“Mi sueño es que todos mis libros parezcan escritos por personas diferentes”, Hernán Díaz
Más que un suceso de librería, se transformó en un éxito de supermercado [...] Lo que habría que aceptar es que el mercado genera modas porque su único objetivo es vender. No tengo nada contra la literatura de corte autobiográfico, pero sí contra la estandarización tramposa de lo literario que quieren contrabandear como novedosa”.
Mercè Ibarz está convencida de que “vivimos en un tiempo extraño en el que todo el mundo cree descubrir el Mediterráneo”. La autora de la biografía de Mercè Rodoreda Abeja furiosa de su miel cuenta a Anna María Iglesia (Letra Global) qué significa la escritura para ella. “Yo escribo a partir de lo que observo, de lo que veo, de lo que vivo externa e internamente, pero sin caer en la simple autobiografía o en el confesionalismo. Si queremos hablar de la literatura del yo, adelante. Yo no puedo hacer nada al respecto [...] La novela tiene que intentar construir un sentido distinto al referencial, al margen del texto anclado en la realidad”.
Marta Sanz declara a Miguel Cárceles (Ideal) que no quiere caer en el discurso pesimista. “Aunque a veces creo que hay una estrategia, no sé muy bien comandada por quién, ni de dónde viene —confiesa la autora de Persianas metálicas bajan de golpe—, en la que se tiende a pensar que la literatura no vale para nada, que la palabra no vale para nada, que nada vale para nada. Y eso al final lo que nos está haciendo es neutralizar el punto de vista crítico. Parece que el único lugar que nos queda a las personas que nos dedicamos a este oficio de escribir es el de los bufones, el de entretener a gente que está muy cansada en una sociedad en la que trabajamos muchísimo”.
“Si en lugar de firmar yo firmase un señor de 65 años, quizá todo
habría sido de otra manera”, Sara Barquinero
La novela Los Escorpiones, de la joven Sara Barquinero, ya ha sido calificada como el fenómeno del año. Entrevistada por Sara Polo (El Mundo), sostiene que “es muy difícil pedir a la gente que lea sin prejuicios”. “Cuando eres una persona muy inteligente y muy leída, muchas veces consideras que la literatura contemporánea es menor —reflexiona la autora aragonesa de solo 30 años–. Para esos lectores cuyos autores más actuales son Pynchon o Bolaño que alguien que por su perfil sociológico tendría que escribir novelitas se meta en su terreno les resulta retador. Si en lugar de firmar yo firmase un señor de 65 años, quizá todo habría sido de otra manera”.
P. S. El último Premio Cervantes, Luis Mateo Díez, detalla a Manuel Morales (El País) su proceso de creación. “Para mí, escribir es descubrir —asegura el académico que ha publicado El amo de la pista—. Un elemento crucial es el título. Si no tengo el título, no sé por dónde voy. Mis títulos expresan esa idea poética del chispazo originario de lo que voy a narrar. Mi camino es a través de un cuaderno de bitácora donde apunto cosas y luego la novela se abre. Lo extraño es que hay un momento en que no sé cómo voy a acabar la novela, pero sí sé la frase con la que termina”.