Es ya un tópico, al hablar de la poesía de Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942), el recordar unas palabras de Pere Gimferrer al prologar Cónsul (1987) en las que lo nombra “pionero y fundador” del “ala extrema de la poesía novísima” y hasta ahora nadie ha esgrimido razones para ponerlas en duda. Y lo que sí puede añadirse es que la obra poética de Ferrer Lerín no ha hecho sino corroborar que su poética es, sí, extrema, extraña al compararla con el corpus de la poesía contemporánea, toda una insurrección llevada a la escritura.
Su trayectoria es curiosa, por no decir anómala. En 1964, en plena época de la poesía social, publicó, contracorriente, De las condiciones humanas, le siguió La hora oval en 1971 –donde lo fundamental de su poética está ya presente– y Cónsul en 1987. Y se abre ahí un largo lapso de silencio que no se rompe hasta 2009 con la publicación de Fámulo, libro al que seguirán Hiela sangre en 2013, Libro de la confusión en 2019 y Grafo pez en 2020, entre otros poemarios y la novela Níquel, que pasaría a ser la primera parte de Familias como la mía en 2011.
Y está un libro singular, El bestiario de Ferrer Lerín (2007), la teorización de Arte casual (2019) y el buen número de textos que el poeta regala en su blog. Ciudad propia. Poesía autorizada reunió ya en 2006 su poesía con algunos inéditos, reunión que ahora se enriquece con los libros posteriores a esa fecha y la reordenación de algunos textos más algún inédito.
El procedimiento de la intertextualidad, tan característico de la poesía contemporánea, es llevado en esta obra más allá de la apropiación de alguna frase o unos versos de otro, como es habitual; un más allá en el que la intertextualidad llega a constituir la integridad de todo el texto, práctica que en una pirueta teórica y plena de humor le ha llevado a decir que en su caso se debería hablar de “plagio inverso”, es decir, que le imitaron quienes siglos antes escribieron lo reescrito, propuesta de humor en la teoría, ese humor que el lector de su obra conoce bien.
Ello hace que hablar de un estilo Ferrer Lerín ha de hacerse en otras claves de las tradicionales. La diversidad de lo que se incorpora hace que el léxico y la sintaxis sean de lo más variado, por lo que la no-marca pasa a ser marca estilística.
Ferrer Lerín entiende la escritura desde una libertad que le permite atravesar el sistema de géneros y la novela criminal, el estilo académico –ya antiguo, ya actual–, lo autobiográfico, etc., todo puede acabar en uno de sus poemas en un acto de parodia generalizada que da nueva vida a los géneros apropiados y, sobre todo, a la escritura poética. Y no ha de olvidarse que la parodia otorga al texto un plus, pues es, a fin de cuentas, la literatura en segundo grado.
[Francisco Ferrer Lerín: "He aprendido que sin lectores no existen autores"]
Poesía reunida es toda una lección de cómo la literatura es, o puede ser, el espacio verbal en que el decir se desentiende de todo tipo de prescripciones en un gesto de (re)fundación de la literatura misma en unos textos que regalan al lector una poesía inusitada y con ella todo el placer del descubrimiento.