“No es solo un libro”, afirma Anson en el prólogo, “es un tesoro literario de belleza indeclinable, de emoción en ascuas vivas”. Y destaca además que el lector puede abrirlo al azar “con la seguridad de que sentirá el aliento más hondo de la escritura de los poetas, el mensaje infinito de quienes rindieron sus letras al amor profundo, a la carne que se estremece, al devastado corazón, a la cálida ceniza”.
Estructurado en dos partes, el volumen, de casi seiscientas páginas, incluye una primera selección de poemas de “Doce grandes de la poesía de amor” (Garcilaso, San Juan de la Cruz, Lope de Vega, Quevedo, Bécquer, Rubén Darío, Lorca, Alberti, Juan Ramón…) para ofrecer a continuación la antología propiamente dicha. Sin embargo, lo verdaderamente rompedor es la selección final, con poemas de una docena de jóvenes autores menores de 35 años que completan el volumen.
Como enlace entre generaciones, el académico de la Española incluye poemas de Carmen Jodra (1980-2019), aunque es Elena Medel (Córdoba, 1985) la encargada de inaugurar esta parte, con “Una plegaria por las mujeres solteras”, elegida por ella y que pertenece a Chatterton (Visor, 2014), Premio Loewe a la Creación Joven. Aunque lleva siete años sin escribir poesía, la editora de La Bella Varsovia reconoce que los suyos eran siempre poemas “políticos”, y que no se identifica con ninguna tradición, aunque su genealogía poética entronca con Lorca.
También menciona “la construcción política desde la intimidad que propone Ángela Figuera Aymerich, el trabajo de lenguaje en Alfonsa de la Torre o el trabajo con el silencio de Concepción de Estevarena”. Y como revolución más destacada de las últimas generaciones, subraya el del papel de la mujer: “cuando se expresa como sujeto, marca un cambio en la creación, no solo en la poesía amorosa. También destacaría el viraje de sujeto que ama a sujeto que desea, aunque ya deseasen Safo y Wallada muchos siglos antes”.
En realidad, han sido los propios autores jóvenes quienes han elegido su poema de amor. Así, Lola Nieto (Barcelona, 1985) escogió “Dudurudú, dime”, de Tuscumbia (Harpo Libros, 2016), un poema que explora “la ternura más animal y profunda. Dejando a un lado el amor en cuanto concepto humano, cultural, me interesa intentar alcanzar con palabras el pálpito desnudo de la carne”.
El amor y sus lenguajes
Por su parte, Ángela Segovia (Las Navas del Marqués, Ávila, 1987) optó por “Es un misterio (responde el viento)”de Amor divino (La Uña Rota, 2018), Premio Nacional de Poesía Joven, porque “en él intenté trabajar un lenguaje lírico sentimental distinto. El libro no contiene poemas de amor tradicionales, pero sí una entera reflexión sobre el amor y sus lenguajes”. Alba Flores (Madrid, 1992) buscó uno de sus favoritos, “El amor es sencillo a veces”, mientras que Xaime Martínez (Oviedo, 1993) prefirió “Los pensadores enfermos” porque refleja bien la poética del libro, Cuerpos perdidos en las morgues, y en él intenta representar “los fantasmas que cada miembro de una relación proyecta sobre el otro”, en la línea de lo que hace Sally Rooney en Gente normal.
También Carlos Catena (Jaen, 1994) seleccionó uno de los que más le gustan, “Mi vocación es la espera”, de Los días hábiles (Hiperión, 2019), ya que quería que incorporara elementos de los otros temas que suele tratar, “como el trabajo, la identidad y las distancias”. Rocío Acebal (Oviedo, 1997), en cambio, prefirió “El retorno”, de Memorias del mar, su primer libro, porque aunque suele escribir poemas de amor tristes, para esta antología quería apartarse de lo que no es amor (celos, dependencia) y recuperar unos versos que trataban una pasión “que sobrevive y trae vida aun cuando está enfrentada a la convención social y al paso del tiempo”.
De edades similares, estos jóvenes autores no son unánimes cuando se les pregunta si se reconocen miembros de una misma generación poética. Hay quien, como Acebal, asegura que quizá sea pronto para decirlo, pero que buena parte de lo que es su poesía se lo debe “a compañeros de viaje que me han descubierto lecturas, han revisado con paciencia mis poemas y han hecho cálido el espacio de creación poética”; también Alba Flores se siente arropada por gente que conoce “y que escriben cosas que me gustaría haber escrito a mí”, mientras que Catena confiesa que sí se van encontrando afinidades, y que esta nueva hornada “lucha por incorporar elementos sociales y políticos en sus poéticas sin hacer de la política y lo social el tema principal”.
Las posturas más enfrentadas las defienden Lola Nieto y Xaime Martínez. Si para Nieto hablar de generación sólo se puede aplicar desde la perspectiva de quien crea y elabora el canon, lo que no le interesa “en absoluto”, el asturiano sí se siente parte de una generación “y no solo por cuestiones estéticas, sino por nuestras relaciones personales”, y apunta como rasgos distintivos haber superado el debate “antiguo” entre poesía de la experiencia y la metafísica; el estar “muy interesados por la poesía que se escribe en Latinoamérica y en el resto del mundo” y escribir “a partir de presupuestos políticos, morales, lingüísticos y feministas determinados, sin renunciar a la innovación formal…”
Mujer creadora, mujer pasión
Otro rasgo que comparten son sus maestros y tradiciones, de la literatura medieval y mística a Emily Dickinson o Anne Carson, pasando por Lorca, Gil de Biedma, grandes de la literatura hispanoamericana como Neruda o Parra, o sus propios contemporáneos, como Rosa Berbel o Berta García Faet.
Con todo, también son casi unánimes al resaltar la transformación del papel de la mujer como creadora y como protagonista del poema amoroso. “Desde luego, ese es el cambio más importante; ya no es solamente objeto del poema. Esta entrada de la mujer creadora ha llegado, además, en un contexto de nuevas sentimentalidades”, tercia Rocío Acebal, mientras Catena comenta, divertido, que menos mal, porque “la idealización era aburridísima” y que a él le interesa “mucho más que el amado o la amada sean presentados con sus luces y sombras, como seres completos que existen al margen de la voz que los narra. Nombrar los defectos del amado es también un acto de valentía. Que las poetas participen en la escritura del amor aporta honestidad y universalidad”.
Una plegaria por las mujeres solteras
Ángel
de los pisos de soltero,
ángel de las solteras
que duermen varias noches en un piso de soltero,
¿lo sabías?
Antes del amor el hombre
se entrena golpeando.
Su hogar lo construye con el ruido:
tan firmes las paredes
tan familiares tan firmes las paredes,
los cimientos de su casa los ha hundido daño a daño.
Ángel del sexo con los inquilinos de pisos de soltero,
ángel del no querer oír de las solteras,
¿lo sabías?
Después del amor
el hombre se incorpora para escoger un disco
y suena una canción y susurra me gusta esta canción:
para entonces está otra vez dentro de ella.
Luego habla de su hogar en otra parte
y de quienes viven en él —sin él, en ese hogar más suyo: enseña fotos—
y la mujer lo abraza y él susurra me gusta estar contigo.
Y la mujer oye.
Ángel del suelo sin barrer
de los pisos de soltero,
ángel de las solteras
que pasean desnudas por los pisos de soltero,
¿lo sabías?
Antes del amor la mujer predijo su futuro. Junto a él,
en su sofá, ella se fijó en sus libros. Debe de ser bueno
un hombre que lee así. (Pero también antes del amor
los amigos del hombre predijeron su futuro). Debe de ser bueno
un piso en el que distingues dónde pisaste la otra noche
y dónde pisó la otra la anterior.
Ángel del frigorífico vacío
de los pisos de soltero,
de las solteras que se conforman y desayunarán solas, más tarde,
¿tú lo sabías?
Después del amor la mujer se ducha mientras
el hombre fuma en el pequeño salón de su piso
de soltero. Se despiden,
dos amigos: ella viste la ropa de la noche
anterior, él se avergüenza.
Pero tú
ya lo sabías.
Elena Medel
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Dudurudú, dime
¿Qué guardarías en una cajita? ¿Qué guardarías tú? Yo soy
una cajita y te guardo, Dudurudú te guardo a ti Dudú desde
dentro me masticas Dudú Dudurudú ¿quién
eres? En medio. Un pedacito de carne y a esto llamaremos lengua nos
dijeron no somos ni lengua tampoco Dudú Dudurudú no somos una
voz oímos a través de una brecha en este cúmulo rosado abierto hacia
ti y yo yo la carne no es carne es mira y miramos un cachorrito de
carne rosada
saliendo entrando la finísima sutura entre mis cuerpos Dudurudú
Dudú. Deforme y libre nadie nos desea
Somos la cajita parlante.
Una membrana, Dudú. ¿Sabes lo que es eso? Busca en el diccionario,
Dudurudú Ninguna palabra nos dice ¿sabes
lo que es eso? Dudú y Dudurudú ninguna palabra dice dudú y
dudurudú buscamos
palabras y comemos palabras tenemos la tripa llena de huecos dudús
y dudurudús están creciendo pínchame esta enorme tripa Dudú
Dudurudú la burbuja va a explotar ¡ah! la cajita parlante lanza un
eructo cósmico Dudú y Dudurudú duermen plácidamente Cada gota
de sangre canta nuestra canción
Otra vez Dudú:
Eres un
secreto no eres ojos ni oídos ni boca ni dedos pero trenza estómago de
doble pasmo Dudú Dudurudú sola y múltiple
Dudú Dudurudú bucle sonoro resonante viviente-viviente
Dudú dudú durudú dudú rudú dú dú du dúuuuuuu dudú
duuuuuuestá a punto de estallar
o sueña una energía repetida henchida deforme y libre la conciencia
antes de mis separaciones y en el sueño nos reímos de ti de mí de
Dudú y Dudurudú de esta canción secreta esta canción tonta secreta
la canción sin secreto que nadie sabe oír demasiado cerca Dudú y
Dudurudú el estallido el ronroneo Dudú y Dudurudú
estas columnas, mis espirales, mis veinte conciencias de Dudú y
Dudurudú
comiéndose mutuamente
comida mutua comida dormida y estalla duerme mi estallido otra vez
otra vez
¿quién somos y te miramos? ¿quién somos y te miramos?
Lola Nieto
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Es un misterio (responde el viento)
El desconocido
hace trabajos de desconocimiento
para mí el misterio es siempre creciente
nunca decreciente dice
pon ahí la fascinación
en el ángulo muerto del amor
ella se las arregle
mira hacia el lado donde
no están las cosas
dos cuadrados naranjas te ven
mira los cuadrados
increíblemente quietos
son como lados invisibles
seres luminosos y escurridizos
se escabullen entre las argollas
amo el misterio
ese gato que gime qué dirá
no sabes cuánto amo el misterio
la espera está en la base siempre
como un angelito protector
pon ahí una corneja pero no la cazaré
para ti
aunque sé que te da miedo
la pérdida se parece a una niebla
el hecho de que no suceda
no es un castigo
sino que es la condición
del misterio
Ángela Segovia
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El amor es sencillo a veces
Algo tan sencillo como ponerse de puntillas para alcanzar una
manzana,
mirar el patio de una casa por encima de un muro,
dar un beso, hacer menos
ruido
al caminar.
El amor es preguntar
¿vienes conmigo hasta la boya amarilla?,
apuntar con un dedo el horizonte
y no tener que nadar en soledad nunca más.
El amor es no querer que te quemes,
quitarte polen de gramínea del pelo,
preguntar
con suavidad
si tienes frío.
El amor puede ser estar mucho rato bajo el sol con los ojos cerrados
y ser tan feliz que consigues no pensar en la muerte.
El amor puede ser también
oír una bicicleta que frena delante de tu puerta.
Pelar pipas en un banco, señalar
una trucha que salta a lo lejos
o un meteoro
que cae.
Escuchar una canción que no te gusta
y aun así pensar
la vida es buena.
El amor podríamos ser fácilmente nosotros dos
pegándonos porque nos parece divertido,
manchándonos porque nos parece divertido,
despidiéndonos porque despedirse
es siempre divertido.
El amor es apartar
un cigarrillo de tu boca.
El amor es acariciar
los dos al mismo perro.
El amor es echar una carrera,
llorar de risa, dar una patada
por debajo de la mesa,
no avergonzarme,
ante ti,
de mi ropa vieja.
Alba Flores
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Los pensadores enfermos
La consigna era clara: vomitar la verdad y después prenderse fuego,
pero Arturo no vio nuestras llamas azules.
Volviendo en el avión, frente al crepúsculo acerado de Avilés, qué
parecidos, qué cercanos incluso… Y, sin embargo, ella
recordará las noches que se descomponían
sobre la noche acanalada de Dublín, o no recordará ni siquiera la
causa de la muerte.
Eso te preguntabas entonces, y hoy te aseguro
que nunca pensaréis lo mismo y no podréis, desde luego, demostrarlo,
ella recordará el amor aunque lo evite y la culpa aunque odie a la
iglesia católica y las noches en que visteis concursos de cocina con el
horror de los naufragios lentos,
mientras tú habrás vivido otra historia sutilmente
distinta, una que trata sobre cuerpos perdidos en las morgues
públicas
y un hombre muerto que sujeta en su puño el misterio de una bala de
oro,
y coincidiréis quizás en una frase
(entonces los abismos o la nada),
pero os separarán
el amor y los cuerpos y una lancha que avanza en silencio entre los
cisnes del viejo canal,
un bulto oscuro y la proximidad mental del asesino
y esa noche en que le preguntaste quién cometió el crimen
y ella te miró como si solo tú estuvieras
jugando, como si conocieras las tres cartas (arma, lugar y personaje)
desde el principio, te preguntó
de qué crimen estás hablando
—un silencio entre los dos como una masa de agua que se intuye—
y os separará posiblemente el simulacro de la sexualidad bajo la
forma de un culo inmarcesible que sostiene todo el cava de la tierra
y los dos querréis saber cuál de las dos historias es la cierta
y no os atreveréis a mencionarlo en vuestros largos
paseos, en vuestras excursiones largas a la costa,
y acabaréis por lanzaros
sobre el amor, sobre el desierto y el espejo,
sobre esas noches infi nitas viendo realities, tocando la penumbra y la
desintegración,
acabaréis por lanzaros sobre el fuego de la verdad
que es el único fuego que existe
como dos detectives que nunca pudieron encontrar
el cadáver borroso del maníaco,
o quizá como dos espectadores que contemplan y que fi ngen
diferentes lunas.
Xaime Martínez
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Mi vocación es la espera
quiero esperar ocho horas al día
a que en silencio regrese a casa
quiero esperar aviones trenes autobuses
y decir en un coche compartido
vivo de esperar su regreso
mi titulación es lo mal que pronuncia mi nombre
mi salario son sus manos después de tanto tiempo
aún ásperas y rugosas y muy frías
digo: cruzaría a pie un continente
si el final fuera el principio de su cuerpo
digo: no hay esfuerzo que no merezca
la vergüenza de besarme en público
espero impaciente la noche en que reconozca que me quiere
espero impaciente a que un funcionario me dé su apellido
espero impaciente la mañana de invierno en que muramos juntos
o el día en que por fi n elogie mi paciencia: este talento
de mantener siempre los brazos extendidos
para que nadie olvide cuánto espacio ocupa
Carlos Catena
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El retorno
La inclinación melódica del mar
vuelve a posar tu voz sobre la arena
de vuelta en Calafell, años más tarde.
En días como éste, me pregunto
si, inhóspita sirena, has olvidado
la dignidad furtiva de aquel beso
o en los momentos íntimos regresa
aún a tu retina esa experiencia
primera del amor correspondido;
y en días como éste desearía
sentir una vez más entre mis manos
los contornos de sal que acaricié
en esta misma cala, en otro tiempo,
aunque una toga de nostalgia cubra,
después de tantos años, las viejas ambiciones
aunque escondas el rostro, avergonzada
porque perviven
en nuestros cuerpos juveniles restos
de afecto y de pasión,
porque es posible amarnos,
todavía.
Rocío Acebal