Poemas y prosas de juventud
Paul Celan
14 enero, 2011 01:00Paul Celan
Disponemos así de un panorama abarcador de y sobre Celan, nacido en 1920 en lo que entonces era ciudad rumana de Czernowitz y muerto al suicidarse en París en 1970. Su suicidio: acaso el trágico punto final de una obra llena de misteriosas oscuridades, de relámpagos de desesperación, testimonio con palabras inusuales en un siglo marcado por el belicismo y la persecución; pero obra en la que casi siempre tiembla sutil un lirismo exclusivamente suyo.
Colores, símbolos e imágenes siguen siendo factores clave que incardinan esta poesía, acompañados de un lenguaje fuerte que no por ello renuncia a una dulzura que a veces asoma ya desde el título de los poemas ("Suave, amada, suave"). Pero es el color el que destella en los versos para sacarnos bruscamente del hermetismo primordial ("la nube roja", "mi sangre con oro", "estrella amarilla", "rey azul", "la muerte malva", "hermana negra", "ojos verdes mi muerte"). Apreciamos también que símbolos primordiales ya están presentes en estos poemas de juventud: la estrella, la sangre, la noche el bosque, la madre, los hermanos, el álamo, la Divinidad, y, por supuesto, la muerte, que adquirirá significación absoluta con el cierre de la vida del poeta en las aguas del Sena. A veces, estos tres factores determinantes se funden en uno solo, en la intensidad de las imágenes, tan exclusivas de este autor y que marcan la obra de sus imitadores ("también yo bogué sangre abajo", "ah, ¿qué fístulas y anillos necesitaré?", "en la fuente de tus ojos/un ahorcado estrangula la soga"). Pero acaso sea el profundo sentido de piedad el que revela un humanismo extremado, abismal, proporcionando a estos poemas de juventud y a los que habrán de venir, su significación más honda, los que -ante lo terrible- aún pueden ser ejemplo y solución para un tiempo futuro. A veces la piedad, con un tono propio de Job ("¡Que venga un hombre de su tumba!" o "¿Dónde esta el cielo, dónde?"), se abre paso como la única solución posible. Ya utilice el versículo desbordado, la canción o el grito, frente a un mundo terrible en el que "sólo el morir centellea", la mirada de piedad es la solución última: "tu pelo oscuro es mi vida", "es mi hermana, es la más amada por mí", "sólo pasos, pasos, pasos a través de tu corazón", "Nieva, Madre, ahora en Ucrania, nieva;/del Salvador corona de granos de dolor".