Hojas de Madrid
Blas de Otero
28 mayo, 2010 02:00Leídos uno a uno estos 306 poemas puede verse que este libro no rompe la unidad de creación del poeta, sino que actualiza, enriquece y extrema sus recursos y su actitud moral ante la existencia y la realidad social. La recién vivida Cuba de la revolución, de la poesía popular y de su fracasado matrimonio, el Bilbao evocado y revivido, con sus contraluces, y el Madrid de cada día componen los espacios de esta especie de diario poético -repleto de guiños, de metapoesía y de sentido político- en el que la conciencia de la enfermedad potencia la resistencia, la afirmación vitalista y poética y un dinamismo que sostiene el conjunto por encima de algunos de los poemas más oscuros de La galerna, también compensados por el humor, los juegos intertextuales y el erotismo de poemas como "No es un traidor". Sin duda, entre los 58 poemas de La galerna, algunos como "Diseminado", "El grito", "La galerna" o "El aire" tocan fondo en el autoanálisis depresivo, pero forman parte de un claroscuro en el que también destacan la reflexión existencial y política ("El bolero de la historia"), la presencia de la amada ("Soliloquio"), la poética, el humor ("Por allí asciende el papalote") o la resistencia ("Irrefrenable"), en una diversidad de vida cotidiana que sintetizan poemas como "Tu vientre y otros resabios".
Es, nuevamente, la inteligencia poética de Otero la que organiza todo el despliegue de sus recursos en una expresión de enorme variedad en la que se conjuga la sencillez de un lenguaje directo y el tono menor predominante con las asociaciones de ideas, el neologismo -"ayarañándome-, la amplísima utilización cómplice de los versos ajenos -como en "Habiéndome robado el albedrío", que arranca con los dos primeros versos de "El tren expreso", de Campoamor- y, en fin, toda la capacidad de experimentación, ensayo y búsqueda, como señala Mario Hernández en su prólogo, que logra algunos de los mejores poemas de Otero. Sin renunciar, por supuesto, al compromiso: "Y yo conozco la proximidad de mi muerte tanto como la de la victoria del pueblo/ y simplemente escribo porque comprendo la eficacia de otras formas de lucha que, inexorable y pausadamente, conducen al mismo fin".