En el viento, hacia el mar
Julia Uceda
6 marzo, 2003 01:00Julia Uceda. Foto: Conchitina
Por fin la poesía completa de Julia Uceda se encuentra al alcance de los lectores. Lo hace en una nueva y elegante colección, iniciada con los textos sevillanos de Juan Ramón.El prólogo de Sara Pujol, inteligente y bien informado, peca de un exceso de empatía que le resta efectividad. Uceda inicia su escritura en los 50, junto a poetas como Manuel Mantero o Mariano Roldán, y a la estética de esa época -intimismo y compromiso- se muestran fieles sus primeros libros: Mariposa en cenizas (1959), Extraña juventud (1962), Sin mucha esperanza (1966). En el primero encontramos un eco neorromántico que desaparecerá en los siguientes. Pero hay ya también un sentimiento de extrañeza ante el mundo que preludia la voz más personal de Uceda. Entre el 65 y el 76 reside fuera de España, y los años de exilio le darán otra amplitud y otra hondura a su poesía. Escribe sus libros mayores, los que la hacen destacar del coro generacional, Poemas de Cherry Lane (1968) y Campanas en Sansueña (1977). Poesía a la vez intelectual y onírica. Poesía áspera, nada confortable de ritmo e imaginería, que no desdeña la sátira ni el compromiso con la turbia historia presente, pero que prefiere adentrarse en otra realidad, la de los arquetipos jungianos, la que está detrás de lo que vemos y oímos, la que sólo intuyen la metafísica y el sueño.
Los libros siguientes, Viejas voces secretas de la noche (1981) y Del camino de humo (1994), acentúan la radicalidad de esta poesía, su irraciona- lismo y su hermetismo. La memoria alucinada de esos libros, que siempre tienen presentes los arquetipos de la filosofía hermética, se encuentra en las antípodas de la poesía rehumanizada y cordial de los 50.
En los poemas de su última etapa, en los inéditos que cierran esta obra completa, Uceda parece haberse dado cuenta de que se encontraba en un callejón sin salida e intenta otra manera de hacer que hurte menos sus claves al lector. Los mejores de estos poemas últimos nos muestran a la autora oyendo voces de otro tiempo, deseando comer la flor de loto del olvido, entreviendo entre sueños lo que hay al otro lado de la realidad. Arriesgada y solitaria aventura la de la Julia Uceda, que ahora por primera vez podemos contemplar -con sus errores y sus aciertos- en toda su amplitud.