Las memorias de Robert Crumb: en la mente depravada del héroe del cómic 'underground'
Libros del Kultrum edita la autobiografía del icono de la contracultura, ilustradas con fotografías y reproducciones de sus historietas, además de un CD con su faceta musical
1 mayo, 2023 01:37A los 21 años, Robert Crumb (Filadelfia, 1943) tenía un empleo respetable como ilustrador en American Greetings, una empresa de tarjetas de felicitación de Cleveland (Ohio) y acababa de casarse con Dana, su primera esposa. “Fichaba cada día con el nuevo aspecto seudouniversitario que me daba el traje gris pizarra que mis padres habían comprado para mi graduación del instituto”, recuerda. Empezó a preguntarse si aquello era todo, si esa era la vida que le esperaba, hasta que en 1967 huyó de casa y del trabajo para unirse a los hippies. “Al igual que tantos otros jóvenes, me largué a San Francisco en pos de un cierto ideal de libertad absoluta. A título más personal, deseaba follar sin tasa y, al cabo, debo decir, me llevé mi parte”.
Antes de aquello, Crumb ya había empezado a experimentar con LSD. Un mal viaje, en 1965, lo dejó “chalado e inerme” durante seis meses. Puso el piloto automático y se puso a dibujar sin parar. Gracias a eso concibió a sus personajes más populares, como Mr. Natural, Angelfood McSpade o Devil Girl. Y así fue como nació “el dibujante underground más querido de América”, como se refiere a sí mismo con ironía.
“La experiencia resultó positiva, aunque traumática, y es posible que todo aquello me dejara dañado permanentemente”, barrunta el autor en Memorias de R. Crumb. Remembranzas y otras chanzas, autobiografía ilustrada con fotografías y reproducciones de sus obras. Escrita junto a su amigo Peter Poplaski y publicada originalmente en 2005, Libros del Kultrum la lanza ahora en español, en una edición de bolsillo con tapa dura y, todo sea dicho, plagada de erratas. Lo compensa con creces el CD que la acompaña, una antología de la faceta de Crumb como músico de blues, country y jazz de sonido añejo.
A lo largo de medio siglo, Crumb ha volcado en viñetas las obsesiones freudianas de una mente tan depravada como lúcida. Este libro es perfecto para los fanáticos que quieran hurgar aún más en su cerebro, pero también para quienes se acercan por primera vez a la obra de este icono de la contracultura estadounidense que llegó a convertirse en objeto de deseo de museos y galerías de todo el mundo. Su lanzamiento coincide, además, con Querido Callo, una antología de las salvajes historietas autobiográficas de su segunda esposa, Aline Kominsky, fallecida el año pasado, que publica Reservoir Books.
Crumb nunca quiso ser “un artista de postalita para la contracultura”, de modo que se rebeló dejando salir todas sus “perversas fantasías sexuales” en historietas que traspasan todos los tabúes imaginables, muchas de ellas reproducidas en este libro rebosante de fluidos corporales. Por no hablar de los estereotipos raciales: “Debo decir que mis personajes negros no son personas negras, sino más bien estereotipos poco agraciados que planto en la cara de los lectores, de modo que deban lidiar con una dimensión hortera de nuestra naturaleza humana. No niego que resulta algo crudo”.
Una de las contradicciones más interesantes de Crumb, que con quince años ya era “un joven excéntrico lastimosamente desfasado” con respecto a su época, es su profunda aversión a la cultura de masas, a pesar de que casi toda su obra se nutre de ella. “Mi cerebro es un formidable vertedero donde se acumula esa bazofia y, para bien o para mal, de ahí sale principalmente mi trabajo”.