¿Qué pasaría si un partido de extrema derecha gobernase en España? Esta pregunta es el detonante de LUX, la nueva novela de Mario Cuenca Sandoval (Sabadell, 1975), que edita Seix Barral. Está ambientada en un futuro muy próximo —dentro de cuatro y ocho años, según explica el autor— y la protagoniza alguien que dice llamarse Marcelo Mosé, un profesor de derecho que, arrastrado por varias tragedias personales, cae en brazos de los ideales populistas, autoritarios, nacionalistas y xenófobos de una formación política que se parece indudablemente a VOX y que alcanza el poder. Años después escribe una larga confesión dirigida a una mujer en la que relata hechos terribles que justifica una y otra vez como única opción para salvar España. Aunque según él no hay rastro de culpa en sus palabras, el hecho de negarlo repetidamente da pie a pensar que es precisamente ese el motor de su narración.
Además del parecido en el nombre, el logotipo del partido ficticio que ilustra la portada del libro es un escudo en el que hay dibujado un morrión (el casco que usaban los tercios españoles en los siglos XVI y XVII) igualito al que lució Santiago Abascal en una foto colgada en Twitter en 2019 desde la cuenta oficial de VOX y que fue carne de memes.
¿Hasta qué punto se inspira LUX en la cada vez más polarizada España de hoy? “Los elementos que podemos percibir en la actualidad se han ido volcando en la novela para amplificarlos, exagerarlos y construir una especie de pesadilla”, explica Cuenca Sandoval, autor de otras novelas como Boxeo sobre hielo (2007, Premio Andalucía Joven de Narrativa), El ladrón de morfina (2010), Los hemisferios (2014) y El don de la fiebre (2018, Premio Ciutat de Barcelona).
“No creo que nuestro destino inmediato sea tan terrorífico como el que se describe en LUX, pero sí es cierto que muchos de los elementos que podemos captar en nuestro entorno y la vida política actual aparecen en el libro llevados hasta sus últimas consecuencias. De alguna forma nos dicen hasta dónde podría conducirnos este camino si lo desarrollamos hasta el máximo nivel”.
“Yo estuve allí desde los primeros días, cuando los fundadores de LUX no eran más que cuatro exaltados que contemplaban el país desde una terraza en un barrio privilegiado de la capital, melancólicos como tigres en la lluvia. Y apenas tres años más tarde, rugían a sus pies un millar de fieras”, recuerda el protagonista en las primeras páginas de su confesión. También explica los motivos que le llevaron a votar al partido: “Le confieso que la primera vez que voté al partido lo hice desde la ira, contra todos los que nos habían gobernado con anterioridad, contra la incompetente gestión de la pandemia, contra la alfombra tendida a los pies de los inmigrantes que nos habían traído el mal de sus países y parasitaban los servicios sanitarios, contra las blandas leyes que amparaban a los delincuentes, contra la impunidad de los corruptos, contra los separatistas que amenazaban con pulverizar el país. Sin embargo en aquella segunda oportunidad lo hice, créame, desde la más cristalina esperanza y abrazando sin fanatismo la certeza de que LUX constituía la única tabla de salvamento, pues cualquier otro combate, tanto de la izquierda como de la derecha, solo serviría para prolongar nuestra decadencia como nación extendiendo cataplasmas sobre la piel del animal herido”.
Las redes sociales, como altavoces de la polarización, hacen también su aparición en la novela. “La crispación no se percibía en los veladores ni en la barra de los cafés, sino en las primitivas redes sociales, provocando aquella esquizofrenia tan típica de nuestro tiempo: soltábamos espumarajos por la boca en las redes pero nos congraciábamos con nuestros vecinos en los establecimientos públicos, nosotros, los supervivientes de los días terribles de la pandemia, como si la vida se empeñara en abrirse paso a través de los vomitorios del ocio y de la ira, después de aquellos tiempos oscuros en que todos perdimos a alguien”.
Cuenca Sandoval empezó a trabajar en el libro en 2015, antes de escribir El don de la fiebre (2018, Premio Ciutat de Barcelona). “Lo metí en un cajón porque no encontraba la forma, el tono ni la voz narrativa”, reconoce. “Además necesitaba imaginar una tragedia colectiva que justificara el estado de ánimo que conduce al auge de LUX”. Fue entonces cuando se le ocurrió que ese detonante podría ser una epidemia, por escalofriante que nos parezca ahora la coincidencia con lo que nos esperaba en 2020. “Empecé a trabajar con esa premisa pero no me convenció, me parecía ciencia-ficción pura”. Hasta que llegó el coronavirus para corroborarle lo que su imaginación ya había pergeñado. “A partir de ahí decido que la mejor solución es ir adaptando el manuscrito, del que ya tenía un primer borrador, a la realidad de la pandemia que hemos experimentado”.
El autor explora en la novela la relación entre los momentos difíciles —tanto personales como colectivos— y el auge de los extremismos. Las nuevas generaciones vuelven a caer en los mismos errores del pasado, como los que llevaron al triunfo de las ideologías totalitarias en el primer tercio del siglo XX. “Quizá se deba a que en estas situaciones hay una especie de tentación nostálgica de regresar a un mundo anterior, a una época y unas maneras ya conocidas”, afirma Cuenca Sandoval. “Esa tentación la podemos apreciar en muchísimos campos de la existencia. Por ejemplo, yo soy docente y una tentación de muchos de mis colegas es regresar a los sistemas educativos anteriores, a la autoridad que tenían los docentes anteriormente, a peraltar la memoria y los contenidos sobre las destrezas y las habilidades”, prosigue el autor. “Pero es que el mundo ha cambiado. Las soluciones que servían hace 40 años no sirven en la actualidad. Esa tentación es muy típica de los movimientos de extrema derecha. Hay una identidad pura, una España pura, por así decirlo, de una época en la que había más homogeneidad social y a la que tienen el deseo de volver porque eso ofrece soluciones simples a problemas que en realidad son complejos, porque el mundo se ha vuelto demasiado complejo. Hay tanta información que en vez de generar una nueva ilustración lo que ha generado es una nueva perplejidad. Entonces cuando alguien aparece con soluciones simples que están al alcance de la mano es una gran tentación seguirlo”.
¿Y por qué eligió el género narrativo para explorar estas cuestiones en lugar del ensayo? “Tenía claro que quería escribir algo sobre una palabra que no aparece en todo el texto, que es el fascismo. Me cuidé mucho de que ese concepto no se utilizara en la novela. Pero es que además estaba percibiendo de unos años a esta parte que eso que tradicionalmente hemos llamado fascismo estaba mutando, que quizá la palabra no le convenía del todo a esta nueva extrema derecha a la que estamos asistiendo en muchos países del mundo occidental. Por supuesto son movimientos que tienen una genética, una herencia, pero al mismo tiempo tienen elementos muy novedosos”, explica Cuenca Sandoval. “Sobre este tema evidentemente hay magníficas monografías, pero no se ha hecho de la perspectiva de la novela todavía, que yo sepa. La novela nos permite presentar todo esto de una manera muy encarnada, muy viva, que no es accesible para el discurso teórico. Sabía que había una posibilidad de construir una trama interesante a partir de ese contexto. LUX no es un tratado, sino una intriga sobre un personaje y su deriva personal, sobre cómo se desliza por una pendiente, debido a una serie de tragedias personales, hacia este ideario de LUX del mismo modo en que todo un país, por una serie de tragedias colectivas, termina también en brazos también de este movimiento”.