Image: Pablo Neruda: Cartas de amor

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Novela

Pablo Neruda: Cartas de amor

Pablo Neruda

5 febrero, 2010 01:00

Pablo Neruda y Matilde Urrutia. Foto: Archivo

Edición de Darío Oses. Seix Barral. 2010. 288 páginas. 18 euros

No es un tópico, sino un hecho, que el género epistolar -si de género podía calificarse- desaparece del ámbito literario cuando tan útil ha sido para adentrarse en zonas oscuras de determinados escritores y hasta configurar formas narrativas.

Los avances tecnológicos han convertido esta comunicación en papel en arqueología. Habrá que recuperar en el futuro los emails para rastrear relaciones. Conocí a Matilde Urrutia, viuda entonces reciente de Neruda, gracias a Carmen Balcells, quien nos reunió en una cena con Jorge Edwards, en la etapa en la que el novelista y ex secretario de Neruda se había exiliado en Barcelona. Nos vimos luego en otras ocasiones menos formales con la excusa de los frecuentes viajes que realizó a España y a Barcelona. Con Pablo Neruda (1904-1973) sólo hablé en una ocasión por teléfono, cuando era embajador de su país en París. Tengo, pues, la imagen tardía de una mujer inteligente, de decadente hermosura y brillante conversación.

Matilde Urrutia había nacido en 1912 y debería retrotraer esta imagen, algo imposible, hasta 1946, cuando con motivo de un concierto de Tchakovski, en Santiago de Chile conoció a Pablo Neruda. Después de encuentros esporádicos, ella se fue al Perú y el definitivo acercamiento se produjo en septiembre de 1949. El poeta se había visto obligado a huir de Chile, según relata de forma épica en su Canto General, y el reencuentro se dio en la capital mexicana. Quienes hayan leído las memorias de Neruda, Confieso que he vivido, reunidas por el poeta con la colaboración de Matilde Urrutia y sacadas del país a través del novelista, diplomático e impulsor intelectual venezolano Miguel Otero Silva, tendrán la impresión de que su ajetreada vida amorosa fue rica en experiencias, aunque sin llegar a alcanzar las del obsesivo Simenon. Cuando conoció a Matilde, Neruda convivía con la que fue la segunda e importante mujer de su vida, Delia del Carril, de manera que las relaciones entre ambos tuvieron que ser clandestinas. Disponemos también de la perspectiva de Matilde Urrutia, quien publicó sus memorias, Mi vida junto a Pablo. La dolorosa ruptura con Delia no se producirá hasta 1952, cuando se instalaron en un idílico Capri, aunque no pudieron casarse hasta octubre de 1966, tras la muerte de María Antonieta Hagenaar, su primera esposa.

La breve, pero sustanciosa introducción del epistolario y las notas que acompañan a algunas cartas aclararán las circunstancias de un poeta que tuvo el amor como uno de sus principales temas. Durante su estancia en Capri se publicó anónimamente el libro Los versos del capitán, cuyos poemas estaban ya inspirados por Matilde. Tres malogrados embarazos, dos en la etapa de sus relaciones secretas, pondrán una nota triste en una relación caracterizada por el placer de vivir y expresarlo con una intensidad inhabitual en la poesía. El período de la correspondencia abarca desde finales de 1950 hasta mediados de 1973, pocos meses antes de la muerte del poeta.

Un aliciente fundamental del libro consiste en que se reproduce la correspondencia de forma facsimilar, incluso las postales, lo que permite advertir los elementales y expresivos dibujos que incluye, así como los rasgos de su escritura y hasta corregir alguna transcripción dudosa (que será mínima y discutible). La caligrafía de Neruda no presenta dificultades y las versiones hubieran podido casi suprimirse. Conviene advertir de antemano que los mejores escritores (en España tenemos el ejemplo de Antonio Machado) no resultan siempre brillantes u originales en esta prosa familiar amorosa; antes al contrario, caen en ocasiones en lo sensiblero y hasta rayan en lo cursi. Responden a la etapa de enamoramiento que tan bien precisó Ortega y Gasset y que en Neruda se prolongó, dadas las circunstancias, incluso durante la estancia de ambos en Santiago, una vez Matilde se había instalado en la casa que construyeron y que llamaron "La Chacona". Pero el epistolario amoroso de Neruda posee interés, porque revela el inicio y desarrollo de una pasión en seres ya adultos, amantes de los viajes, extrañados por el alejamiento, atentos a los detalles cotidianos, a los encuentros furtivos y sensuales en casa de amigos cómplices en la etapa más atractiva, la que se corresponde con el período que Darío Oses califica de "época del amor secreto", dividido en dos fases: (1950-julio de 1952) y agosto de 1952-febrero de 1955).

Sin abandonar una pasión poderosa, aunque delicada, el tiempo que transcurre entre 1955 y 1973 (pp. 197-257) invierte los papeles, especialmente en las cartas de los últimos años, tras el regreso a Isla Negra, ya que en los últimos meses será Matilde la viajera y el poeta detalla su vida cotidiana y su enfermedad. Predominan aquí asuntos económicos, más aún que en el comienzo, cuando le propuso encontrarse en París y recibir para ello el apoyo de Otero Silva. Le ofrecía "el beso más largo, más dulce, el que se quede en tu boca para toda la vida". Nada se nos dice sobre si ésta es la correspondencia "completa" con Matilde y hay zonas en las que las misivas, sin fechar, resultan de difícil datación. Algunas carecen de interés, porque son simples indicaciones para precisar citas. Recurre en ocasiones al humor, en contadas ocasiones a lenguas extranjeras. Tal vez en la página 70 la frase ilegible, según el transcriptor, "S'embrasse e (ilegible)" podría ser "J'embrasse Maman". No olvidemos la pasión de ambos por los perros que, en ocasiones, les acompañarán en sus largos viajes. Con alusiones perrunas humorísticas se inicia esta breve misiva. La imaginación nerudiana aparece en fórmulas como: "Te mando dos recortitos y cajón de besos surtidos, grandes y chicos, colorados, verdes color de cata, etc." o desborda ternura: "estamos más juntos que muchos que jamás se separaron, nuestras raíces están amarradas y mojadas con las mismas lágrimas" y en alguna ocasión utiliza el verso jocoso: "Soy chasconcita/ mentirosa/ No se me quita./ Así es la cosa".

Llena de detalles curiosos sobre la vida cotidiana del poeta de mayor éxito del pasado siglo, de personajes mencionados al paso, el itinerario amoroso es un filón que permite el rastreo de una figura única, capaz de heroicos viajes en los años de la guerra fría a Rusia o China. Algunas alusiones políticas de los últimos meses en Chile merecen atención porque manifiestan un cierto distanciamiento. Libro imprescindible para nerudianos.

Mi vida junto a Pablo

Las confesiones de Matilde Urrutia

Como contrapunto al epistolario amoroso de Neruda que El Cultural presenta hoy, nada como las memorias de la propia Matilde Urrutia (1912-1985), Mi vida junto a Pablo, en las que da cuenta del momento en que decide irse a vivir con él: "mi amor tenía que ser de absoluta entrega, desprovisto de todo orgullo, ¿sería yo capaz de continuar este camino? En estos pensamientos el tiempo se detenía y yo me preguntaba si de verdad estaba aquí, renunciando a todo [...]. Reconocía los signos de una pasión [...], de una loca intensidad que me atraía irresistiblemente, pero, ¿sería yo capaz de responder a la exigente demanda que se me hacía con la misma intensidad y fuerza que necesitábamos para unirnos en una de las relaciones más delicadas, más deliciosamente hermosas, el amor?".