La mano de Fátima
Ildefonso Falcones
3 julio, 2009 02:00Ildefonso Falcones. Foto: Santi Cogolludo
Un único título, en 2006 La catedral del mar, otorgó a Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959) carta de naturaleza en el panorama narrativo internacional, además de hacer su obra merecedora del reconocimiento de miles de lectores, rendidos ante el relato de la intriga y los pormenores de la construcción de la catedral de Barcelona en el siglo XIV. Falcones, hombre de Derecho, sabe que a estos méritos sumó crédito novelesco. Y lo cierto es que parece manejarse con soltura por la jurisdicción y los límites de la ficción ilustrada por la historia -¿o a la inversa?- a juzgar por la recreación que presenta en La mano de Fátima, segunda fábula, también de carácter realista, en la que el argumento sirve de pórtico a un relato inyectado de elementos históricos y novelescos.No cabe duda de que esa mezcla de documento y fábula, solicitada por un inmenso número de lectores ávidos de conocer nuestra Historia siempre será bienvenida. Lo que sí cabe es esperar que La mano de Fátima dé sobrada respuesta a esas expectativas por varios motivos: porque el esfuerzo que le respalda logra equilibrar los rigores del episodio histórico escogido con los rigores de la trama; porque la recreación de la vida cotidiana en las ciudades andalusíes (Córdoba, Granada, Tetuán) está hecha con tal esmero y minucia que el colorismo de descripciones abriga el conjunto y embarga de principio a fin los sucesos que mueven la acción, y porque, a pesar de que la presencia de un único registro puede fatigar al lector, el edificio argumental es intachable y su sentido último, además de recrear la parte de la historia de la comunidad morisca y la cristiana, logra explicarla.
La Historia, mayúscula, nos traslada a los años que van de 1568 a 1612, al reino de Granada, y nos conduce por la España del Siglo de Oro, tomada por el clima de intolerancia religiosa resultante del Concilio de Trento, por la obsesiva defensa del honor y la honra y el estandarte de la limpieza de sangre como único salvoconducto para merecer respeto. La trama, minúscula, se sirve de un personaje, "Hernando Ruíz", entre los suyos "Hamid", hijo ilegítimo de una joven morisca forzada por un sacerdote, episodio que su madre intentó enmendar casándose con uno de los suyos, Brahim, sin suponer que su hijo viviría siempre amenazado por él. Sin imaginar que la doble condición de musulmán y cristiano haría de su vida un aprendizaje forzado a convivir con la intolerancia y a acabar urdiendo una trama para acercar a las dos religiones, para unir dos leyendas y lograr la convivencia pacífica entre ambas. El resumen de tan ambicioso ejercicio no puede más que insinuarse de modo conciso: la sublevación de los moriscos para recuperar Granada enmarca los detalles que cuentan la vida de Hamid, la guerra, la esclavitud, el descubrimiento del Corán, las desventuras que convierten su historia de amor con Fátima (morisca) y después con Rafaela (cristiana) en una réplica de su origen…
En fin: una gran novela de intriga y aventuras con ingeniosas recreaciones de episodios próximos a los relatos bizantinos y moriscos de aquella época. Una atractiva propuesta para este período estival.