Image: Nido vacío

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Novela

Nido vacío

Alicia Giménez Bartlett

1 noviembre, 2007 01:00

Alicia Giménez Bartlett. Foto: Domenech Umbert

Planeta. Barcelona, 2007. 400 páginas, 19’50 euros

Con esta novela, publicada anteriormente en Italia, la inpectora Petra Delicado creada por Alicia Giménez Bartlett (Albacete, 1951) cumple 11 años de existencia editorial, los suficientes para haber alcanzado sobradamente la mayoría de edad. Las novelas de intriga con las que el personaje ha ido forjando su personalidad pertenecen más a la llamada "novela negra" que a la de puro misterio; se hallan en la estela de Chandler -incluso con sus toques humorísticos- y no en la de autores como Christie o Queen. No es que la intriga no sea importante, pero lo decisivo es lo que la indagación permite descubrir a los investigadores: un inframundo de pasiones, miserias y corruptelas oculto bajo las capas superficiales de una sociedad aparentemente satisfecha y feliz. Como sucede en la mejor novela negra, el juego de la intriga cede su primacía a la denuncia social.

Ha ocurrido así en las novelas anteriores de la inspectora Petra Delicado y sucede también en Nido Vacío, si bien en este caso la mirada de la narradora -que de nuevo es la misma Petra- desciende a estratos más tenebrosos que en otras ocasiones, puesto que se detiene en la repulsiva actividad de la pornografía infantil y de las mafias sin escrúpulos que trabajan con ella. La investigación de Petra y su inseparable subinspector Garzón, en momentos intricadísima, va desvelando aspectos de una Barcelona donde el fenómeno creciente de la inmigración -con abundantes indocumentados de difícil localización- ha provocado numerosos desajustes sociales que desembocan en muchos casos en la delincuencia y el crimen, situaciones a menudo incontrolables, extremas y complejas, a las que debe hacer frente una policía cuya tenacidad y profesionalidad están, como se muestra de manera patente y sin la menor sombra de duda, muy por encima de los medios de que disponen para desempeñar su cometido.

La Barcelona por la que deambulan la inspectora y Garzón nada tiene que ver con la ciudad que recorre melancólicamente el comisario Méndez creado por Francisco Gómez Ledesma. Es una ciudad hosca y con frecuencia hostil, cuyos distintos escenarios, apenas entrevistos, parecen transmitir su sequedad a sus ocupantes: el centro de acogida de menores, la cárcel, clubes de alterne, talleres donde se hacinan inmigrantes... Las idas y venidas de los investigadores, titubeantes y dictadas muchas veces por la pura intuición, están salpicadas, repitiendo el modelo -lejanamente cervantino, por otra parte- de las novelas anteriores, por las habituales contiendas verbales entre ambos -un poco forzadas a veces-, que confrontan sin cesar sus irreductibles opiniones y suavizan las aristas más turbias y dramáticas de una historia en la que se producen tres asesinatos. En su intento de humanizar los personajes, de acercarles cada vez más a seres corrientes y eliminar cualquier idealización, la autora acentúa el uso de fórmulas coloquiales rudas -acaso con demasía innecesaria -, atiende a sus confesiones íntimas, hace que exhiban su inseguridad, sus temores, su desamparo afectivo, y se esfuerza por ahondar en el perfil psicológico de todos, desde la inspectora y Garzón hasta las jóvenes Yolanda y Sonia.

Se ha excedido, sin embargo, en la atención prestada a sus vaivenes sentimentales, y, sobre todo, en el desenlace de sus respectivas historias, que, pese a las ironías y recelos expresados por Petra Delicado, nos precipitan en un final feliz, demasiado feliz sobre el cual, por su tonalidad sentimental y las analogías entre los distintos finales, parecen pesar modelos cinematográficos tan poco actuales como Le ragazze di piazza di Spagna (Luciano Emmer, 1952) o Three Coins in the Fountain (Jean Negulesco, 1954, con canción de Sinatra incluida). A pesar de los ribetes feministas y posmodernos en el relato de los hechos, este triple final feliz nos retrotrae a épocas pretéritas. Sin embargo, como la historia mantiene en todo momento su interés y la novela, sin ofrecer grandes alardes, está coherentemente construida, el lector que no busque demasiadas novedades se sentirá reconfortado con esta nueva salida de Petra Delicado, aquí un poco menos indómita que de costumbre.