Image: Vuelve el universo de Carl Sagan

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Ciencia

Vuelve el universo de Carl Sagan

por Carl Sagan

1 noviembre, 2007 01:00

Revolucionó la divulgación científica en los ochenta con su serie Cosmos. Ahora, la editorial Planeta vuelve a poner de actualidad al astrónomo Carl Sagan con la publicación (el próximo día 13) del libro La diversidad de la ciencia, del que adelantamos un extracto.

Acerca de la cuestión de quién es más antiguo, Dios o el universo, nos hallamos en realidad ante una matriz de tres por tres: Dios puede haber existido siempre pero no existirá para siempre. Es decir, Dios podría no tener un principio pero sí podría tener un final. Dios podría tener un principio pero no un final. Dios podría no tener principio ni final. Y lo mismo para el universo. El universo podría ser infinitamente viejo, pero tener un final. El universo podría haber empezado hace un tiempo finito pero durar para siempre, o podría haber existido siempre y no terminar nunca. éstas son las posibilidades lógicas. Y es curioso que los mitos humanos contemplen algunas de estas posibilidades pero no otras. Pienso que en Occidente está bastante claro que hay un modelo de ciclo de vida humano o animal que ha sido extrapolado al cosmos. Es natural creerlo así, pero al cabo de un rato, me parece que sus limitaciones quedan claras.

También debería decir algo sobre el Segundo principio de la termodinámica. Un argumento que a veces se utiliza para justificar una creencia en Dios es que el Segundo principio de la termodinámica dice que el universo como un todo se agota; es decir, la cantidad total de orden en el universo debe disminuir. El caos debe aumentar a medida que pase el tiempo; o sea, en el universo entero. Eso no quiere decir que en un escenario determinado, por ejemplo la Tierra, la cantidad de orden no pueda aumentar, y es evidente que ha aumentado. Los seres vivos son mucho más complejos, tienen más orden, que la materia prima de la que se formó la vida hace 4.000 millones de años. Pero este aumento del orden en la Tierra se produce y es bastante fácil calcularlo a expensas de un descenso en el orden del Sol, que es la fuente de la energía que hace funcionar la biología terrestre. No está claro, por cierto, que el Segundo principio de la termodinámica sea aplicable al universo como un todo, porque es una ley experimental y no tenemos experiencia del universo como un todo. Pero siempre me ha parecido curioso que los que desean aplicar este principio a temas teológicos no pregunten si Dios está sometido a él. Porque, si lo estuviera, sólo podría tener una vida finita. Además, se aprecia un uso asimétrico de los principios de la física cuando la teología se enfrenta a la termodinámica.

Por otra parte, si hubiera una primera causa no causada, no implicaría nada en absoluto sobre la omnipotencia o la omnisciencia, ni sobre la compasión, o ni siquiera el monoteísmo. Y Aristóteles, en realidad, infirió varias decenas de primeras causas en su teología. La segunda teoría occidental habitual que utiliza la razón con referencia a Dios es la llamada teoría del diseño tanto en el contexto biológico como en la encarnación astrofísica reciente llamada principio antrópico. Es, en el mejor de los casos, un argumento de analogía; es decir, que algunas cosas fueron hechas por humanos y ahora nos encontramos con algo más complejo que no fue hecho por nosotros, por lo que quizá fuera hecho por un ser inteligente más dotado que nosotros. Bueno, puede ser, pero no es un argumento convincente. Antes he intentado subrayar hasta qué punto una mala interpretación, el fracaso de la imaginación y sobre todo la falta deconocimiento de nuevos principios subyacentes pueden inducirnos a error sobre el argumento basado en el diseño.

Las extraordinarias ideas de Charles Darwin sobre el aspecto biológico de la teoría del diseño proporcionan claras advertencias de que hay principios subyacentes en el orden aparente que todavía no somos capaces de adivinar. Sin duda hay mucho orden en el universo, pero también hay mucho caos. Los centros de las galaxias explotan cada cierto tiempo y, si ahí fuera hay mundos habitados y civilizaciones, son destruidos a millones con cada explosión de un núcleo galáctico o de un quásar. No parece que haya un dios o diosa que sepa lo que está haciendo. Más bien parece un aprendiz de dios que se ve superado. A lo mejor empiezan en los centros de las galaxias y, al cabo de un tiempo, cuando tienen un poco de experiencia, se les adjudican misiones más importantes.

También está el argumento moral de la existencia de Dios, atribuido generalmente a Immanuel Kant, que era muy bueno a la hora de mostrar las deficiencias de algunas otras teorías. La suya es muy sencilla. Es simplemente que somos seres morales; por tanto Dios existe. Es decir, ¿cómo sabríamos si no que somos morales?

Bueno, para empezar, podría argöirse que la premisa es dudosa. Hasta qué grado puede afirmarse que los humanos somos seres morales sin la existencia de alguna fuerza de policía está cuando menos abierta a debate. Pero dejemos eso por el momento. Muchos animales tienen códigos de conducta. El altruismo, los tabúes del incesto, la compasión hacia los más pequeños, se encuentran en todo tipo de especies. Los cocodrilos del Nilo llevan los huevos en la boca durante enormes distancias para proteger a sus crías. Podrían hacer una tortilla con ellos, pero deciden no hacerlo. ¿Por qué? Porque los cocodrilos que disfrutan comiéndose sus huevos no dejan descendencia y, con el tiempo, lo único que queda son cocodrilos que saben cómo ocuparse de sus crías. Es fácil de ver. Y sin embargo tendemos a pensar que, en cierto modo, se trata de un comportamiento ético. No estoy en contra de ocuparse de los niños; al contrario, estoy francamente a favor. Lo que digo es que, si estamos poderosamente motivados para ocuparnos de nuestros jóvenes o de los jóvenesde todo el mundo, de ello no se deduce que sea Dios quien nos obligue a actuar así. Puede ser la selección natural, y es lo más probable. Más aún, una vez los humanos adquirimos conciencia de nuestro entorno, podemos entender las cosas y podemos ver lo que es bueno para nuestra supervivencia como comunidad, nación o especie y tomar medidas para garantizarla.