La muerte de Venus
por Care Santos
10 mayo, 2007 02:00Care Santos. Foto: J.M. Lostau
Con una treintena de títulos narrativos a cuestas y un montón de reconocimientos al que viene a sumar el de Finalista del Premio Primavera de Espasa, a Care Santos hay que reconocerle una presencia cada vez más destacada en la actual narrativa. Como hay que destacar su incesante búsqueda de motivos para perderse en el subsuelo de todo lo que se le ofrezca como potencial creativo. Desde sus comienzos, su personalidad ofreció una prosa cuidada, intimista, densa y sugerente por la cantidad de matices con los que ataviaba un relato. Después, como la contumaz narradora que es, probó el difícil terreno de la aventura esencial a la novela que recupera la trama argumental, la ambientación realista, la intriga manejada desde diferentes modos de referir un suceso, lo que le ha valido ganarse a lectores de muy distinta condición y crecer como creadora de ficciones fabricadas al calor de un estilo siempre literario.Lean, si no, La muerte de Venus, un premio digno y merecido, una novela imaginativa, entretenida, y, en cierto modo, poliédrica. Porque está imaginada desde dos lados (o dos realidades), recrea dos escenarios (Barcelona y Roma), se ambienta en dos épocas (actualidad y antigöedad clásica) tan distintas y distantes que sellar el encuentro de ambas sin retar en algún momento el principio de verosimilitud, o lograr la cohesión definitiva sin que adelgace la trama en alguna de sus partes, o fundir ritmos y materiales tan dispares en un tono que no contenga alguna disonancia… es realmente complejo, y es el aviso de la grieta que puede surgir ante un arquitectura novelesca tan ambiciosa y arriesgada como la que ensaya la autora en estas páginas. Por lo demás es una historia deudora de fuentes y materiales gobernados con desenvoltura y habilidad, enriquecedores de una aventura donde la intriga viene cargada de sobresaltos y el ritmo se tensa y destensa para mantener expectantes a los lectores.
Uno de los lados sirve de arranque a lo que puede parecer un enredo ligero con cierto sesgo melodramático: una pareja -Mónica y Javier- que reside en Mataró (Barcelona) espera el primer hijo (de ambos, pues él tiene otros dos de una relación anterior que atraviesa por su momento más crítico). A ese proyecto vital viene a sumarse la herencia de un caserón que se deciden a rehabilitar para instalar en él su nueva vida. Con las obras de remodelación llega el aviso de los primeros problemas: olores pestilentes, extrañas inscripciones latinas en las paredes, el aviso, en fin, de una "presencia" que, al parecer lleva en la casa muchas generaciones. Rastrear los pasos de ese "fantasma" que logra cargar de tensión y dramatismo "el embarazo" de la pareja es una peripecia que podría ser calificada de truculenta de no ser por el suceso que tuvo lugar, del otro lado, dos mil años atrás: la "indigna muerte" de una joven romana y la inevitable condena a vagar por la eternidad hasta lograr atravesar "dignamente" la "laguna Estigia" y alcanzar, así, el merecido "descanso". Este otro lado, donde la reconstrucción y ambientación del escenario va mucho más allá de lo que supone un simple merodeo novelesco, despertará la perplejidad de más de uno. Los demás esperamos encontrar a su autora en nuevos empeños. éste, ya lo verán, no defraudará.