Félix J. Palma. Foto: Paul Albarrán

Félix J. Palma. Foto: Paul Albarrán

Letras

'El gran timo de las hadas', de Félix J. Palma: una parodia desatada

El andaluz, autor de la trilogía victoriana, trae una nueva novela en la que juguetea con todo tipo de géneros literarios y los arrastra hasta la caricatura. 

7 agosto, 2024 02:00

Dos grandes notas distinguen al narrador Félix J. Palma (Sanlúcar de Barrameda, 1968): el gusto por la invención al límite de no hacerle ascos a la pura fantasía y el cultivo de las formas populares del relato. Ambos registros los pone en juego a tope en El gran timo de las hadas. El arranque del libro ya nos sitúa en una situación indicativa de la historia plagada de libérrimos sucesos que nos aguarda.

El gran timo de las hadas

Félix J. Palma

Destino, 2024.
484 páginas. 21,90 €

Al protagonista, Alan, dueño de un negocio de fotografía, le sorprende el encargo de retratar un gnomo. Le asombra porque hasta entonces solo había fotografiado hadas y duendes, amén de un elfo y una ondina. Pero no le resulta del todo inesperado porque en aquel 1922 abundaron las "criaturas mágicas" y se dio una "fiebre feérica".

Solo en un breve trecho de la novela funciona este embeleco. Pronto se nos arrastra a un territorio de mentiras y engaños prosaicos que no nos pillan desprevenidos porque ya lo insinúa el título del libro. Enseguida nos hallamos en un torbellino de fuertes peripecias que giran en torno a una pareja, el tal Alan (nombre con el que ha sustituido al Jimmy de la primera etapa de su vida, aún menos decorosa que la actual) y Violet, su esposa, socia y ayudante en sospechosos negocios.

El comienzo sensacionalista –y no se trata del mayor de los golpes de efecto de un argumento que abunda en ellos– da paso a la exposición de la vida de la pareja de conveniencia que se dilata por la Gran Guerra y se desarrolla con saltos temporales.

El modelo brota a la vista: la picaresca, un doblete de pícaro y pícara con ecos de los famosos ladrones y criminales americanos Bonnie and Clyde, es solo uno de los diversos patrones que inspiran los diferentes episodios de la historia, la cual ofrece, en última instancia, el aspecto de una macedonia de sorprendentes lances.

En el desarrollo del argumento se encadenan pasajes que se vinculan o recuerdan modalidades narrativas muy divulgadas: la estricta literatura de aventuras repleta de peligros máximos, las historias de mafiosos según el canon cinematográfico o televisivo, las ficciones antibelicistas cargadas con abundante munición de horrores y sangre, el reportaje circense con forzudos y juegos de magia y trucos, la novela sentimental de amores imposibles o fraudulentos o, con explícito descaro, el cuento infantil tradicional.

"La imaginación desatada y el rebosante humorismo proporcionan felices y divertidos ratos de lectura"

Félix J. Palma recurre a estos paradigmas narrativos, los retuerce y los lleva a auténticos extremos mediante la exageración. Lo cual aplica a todos los componentes del relato. Los personajes son maniqueos, malos malísimos sin densidad psicológica. Las peleas y palizas se llevan al tope de la ferocidad. Se rinde tributo a la anagnórisis que permite el reconocimiento sorpresivo de los personajes. Se cierra un capítulo con una muerte y el siguiente comienza con el sujeto vivo.

Todo ello viene de la mano de una voz omnisciente que alardea de sus poderes ("¡Qué queréis! Mi condición de narrador me permite" hacer esto), controla la acción y se entromete en ella con sonsonete lúdico ("su perseguidor era, tatatachán…"). Se trata de conocidos recursos de la literatura popular que producen un obra no realista, loca e inverosímil. La jugosa parodia, la imaginación desatada y el rebosante humorismo de este descreído escritor posmoderno, pariente de Eduardo Mendoza, proporcionan felices y divertidos ratos de lectura.