'Perro negro', de Miguel Ángel Oeste: ascensión y caída de Nick Drake
La historia, con varias voces narrativas, recrea la identidad del compositor, a quien se presenta tamizado por el filtro de diversos personajes.
31 enero, 2024 01:55Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1973), el autor de Perro negro, regresa a la novela después de haber navegado por el proceloso mar de las relaciones violentas en Vengo de ese miedo (2022), un relato aclamado por la crítica y con éxito de público en el que retrató una conflictiva y lacerante situación doméstica que se remonta a la infancia, la suya propia.
En aquel libro valiente, compuesto con honradez y desde la sinceridad, Oeste presentaba un híbrido entre la novela testimonial y la crónica familiar, aderezado con ciertos ingredientes policiales, en el que, al fondo, también retrataba la reciente etapa de nuestra historia que se inicia en la dictadura. Después de esta inmersión amarga y dolorosa, no es de extrañar que en su siguiente trabajo el escritor haya elegido un tema y unos personajes alejados de su circunstancia más íntima.
En Perro negro Miguel Ángel Oeste reescribe un libro que publicó en 2014 –Far Leys– sobre el cantante Nick Drake. Así lo explica en el “Epílogo del autor”, donde confiesa que, durante este tiempo, ha experimentado una jubilosa transformación. “Todo cambia”, dice, actualizando el pensamiento de Heráclito, mientras admite que, a lo largo de la reescritura, la música de Drake era a menudo sepultada por la de Aitana o Lola Índigo, impuesta por sus hijas con una naturalidad que desarma y que evidencia las mudanzas personales y la relatividad de las cosas.
[Miguel Ángel Oeste imagina las formas de matar a su padre]
Aquella Far Leys, –al igual que Perro negro–, era una novela muy documentada en la que se recreaba la existencia del músico desde que fue estudiante en Cambridge hasta que murió por voluntad propia en plena juventud. De ahí su ingreso en el célebre “Club de los 27”, formado por figuras como Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Cobain o Amy Winehouse. Todos ellos, a diferencia de Drake, conocieron el éxito, y todos fallecieron a los veintisiete años tras una biografía llena de excesos con las drogas y el sexo, donde ahogaban su desorientación psicológica.
Perro negro se inicia con una doble obsesión: la del actor Richard West por filmar un biopic sobre Nick Drake y la de Janet Stone, una antigua novia del cantante que, después de su muerte y de una vida fascinada por él, decide esconderse en un apartamento de Nueva York. La historia, con varias voces narrativas, recrea la identidad de Nick, a quien se presenta tamizado por el filtro de diversos personajes con los que coincidió a lo largo de su trayectoria.
'Perro negro' es un libro hermoso y reflexivo sobre la incertidumbre y la desorientación de la juventud
De ahí que su retrato sea ambiguo y en ocasiones contradictorio. Si para unos Drake parecía un niño asustado, otros destacan su carisma, o señalan que era un sinvergüenza y un tipo divertido; algunos, incluso, lo presentan como un hombre taciturno y melancólico, alguien que miraba “con la inocencia de los ojos de un niño y con la angustia de los ojos de un anciano”. A estas declaraciones más o menos objetivas se une la información que recogen Janet y Richard en sus diarios, sin duda alterada por la memoria, la subjetividad y la recreación fantasiosa de los hechos.
Janet, por ejemplo, imagina cómo debieron de ser los últimos días del cantante, cuando un débil e inestable Drake, fatalmente herido por el fracaso de su música y abrumado por los constantes reproches de su padre y por las atenciones de su madre, vivía al borde de la locura. Al mismo tiempo, los relatos de Janet y Richard revelan sus propios tormentos internos, sus traumas, sus culpas y sus desórdenes.
Perro negro es un libro hermoso y reflexivo sobre la incertidumbre, el dolor, la fragilidad y la desorientación de la juventud que además puede ser leído en clave de presente.