'Los de Bilbao nacen donde quieren', de María Larrea: la historia de tres huérfanos abandonados al nacer
La escritora y guionista relata el camino que siguió para rastrear sus orígenes: un detective, Google o las conversaciones con otros adoptados.
4 noviembre, 2023 02:23“Para cuajar la alquimia de la universalidad”, escribe George Steiner en Después de Babel, “una traducción debe conservar una extrañeza y una ‘otredad’ vitales ante su propia lengua”. ¿Una cita tan culta para hablar de la novela de la cineasta María Larrea (Bilbao, 1979), sin pretensiones literarias, pero con un enorme éxito en Francia? Larrea es hija de inmigrantes españoles pero escribe en francés y es, en realidad, francesa. Para la versión española la novela ha sido traducida, no por la autora, sino por una traductora profesional.
Apuntamos tres argumentos para su éxito en Francia con el Premio Primera Novela, el Premio a la mejor novela de France Télévision y Premio al mejor debut de la revista Les Inrockuptibles. El primero tiene en parte que ver con el exotismo, la “extrañeza” que cita Steiner. María Larrea cuenta una historia española en un francés bajo el que laten sus raíces hispanas. Y con la traducción en castellano ocurre lo contrario: estamos ante una historia española con algunos rasgos semánticos franceses.
La segunda clave del éxito, en ambos países, es el título. Larrea acude a un viejo dicho vasco, “Los de Bilbao nacen donde les da la gana”, para escribir una novela sobre la identidad y los orígenes. El tercer ingrediente exitoso remite al culebrón, aunque el relato es la biografía auténtica de María Larrea. Novela, pues, autobiográfica de una hija de la emigración en París, que descubre a los veintisiete años que ha sido adoptada, o más bien comprada por sus padres en el postfranquismo. Es imposible no pensar en las adopciones ilegales de la dictadura.
La protagonista, María, doble de la autora, se entera de un modo rocambolesco de que no es hija de sus padres. Una echadora de cartas del tarot aconseja a su clienta que investigue su verdadera filiación. A la pregunta directa: “¿De quién soy hija?”, la madre confiesa de golpe: “La hija de nadie”. La investigación posterior hasta dar con la verdad prolonga el camino que siguió la autora para rastrear sus orígenes: un detective, google, contactos con otros adoptados, viajes entre Bilbao y París. El oficio de guionista de María Larrea contribuye a un desarrollo condensado y bien rematado. La narración, más que construida mediante una estructura cinematográfica, tiene la persuasión de un documental televisivo.
Larrea alterna tres personajes principales. En la primera parte del libro cobran protagonismo Victoria, la madre gallega, y Julián, el padre vasco, violento y alcoholizado, desde sus orígenes hasta su llegada a París como emigrantes. María, la hija desnortada que narra en primera persona, cierra el triángulo. Los tres fueron abandonados por sus progenitores.
Larrea no muestra una tragedia, sino una versión con humor negro del desarraigo de sus criaturas
En el mundo de la España de los años 40 de los padres, en la Galicia rural, y en el País Vasco, seguramente con pinceladas de ficción, está lo más denso de la novela. Victoria, la madre, es abandonada en un convento casi después de que una vecina de la aldea gallega cortase el cordón umbilical. Julián, hijo de una prostituta de Bermeo, creció en la Santa Real Casa de la Misericordia de Bilbao, mientras su madre hacía la calle. Los secretos oscuros de las familias, el cuestionamiento del instinto maternal, el desclasamiento y la ambición de no ser quien se es impregnan la novela.
En un momento de la obra se cita a Almodóvar. La escritora y cineasta María Larrea no nos muestra una tragedia, sino una versión con humor negro del desarraigo de sus criaturas, que resultan ser de carne y hueso. Su estilo es cortante y conciso y el tono coloquial, a veces encallecido. Diestra en la tensión del relato, en la concisión y en conseguir que todos los personajes transpiren autenticidad, lo mejor de la escritora hispanofrancesa es una voz sin pretensiones y sin artificios.