"El autor no estará disponible para photocall ni fotos de posado". Así rezaba la letra pequeña del correo en que Random House anunciaba a la prensa el regreso a España de Bret Easton Ellis (Los Ángeles, 1964), que en 1991 se hizo mundialmente famoso con la novela American Psycho, adaptada al cine en el 2000 por Mary Harron. Sin embargo, las expectativas en torno a la comparecencia del polémico autor estadounidense, uno de los grandes exponentes de la Generación X, eran demasiado altas.
Los fotógrafos asistentes al acto, celebrado en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid, se abalanzaron sobre el escritor y, por un momento, los periodistas presentes en la rueda de prensa de presentación de su nueva novela, Los destrozos, temimos una reacción enconada por su parte.
Nada de eso. Cuando remitieron los flashes, Ellis tomó asiento y, con amable disposición y aparente tranquilidad, comenzó a responder a cada una de las preguntas. No faltaron —esto sí lo esperábamos— los tacos, las sentencias irreverentes y, redondeando la totalidad de su discurso, una filosofía muy particular del desencanto con respecto al presente, el mismo sustrato ideológico que lo ha convertido en una figura irrepetible.
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"El tiempo ha sido el detonante" de su nueva obra, Los destrozos, de la que buena parte de la crítica estadounidense ha considerado su mejor novela hasta la fecha. Han tenido que pasar cuarenta años para que Ellis decidiese exorcizar sus traumas de adolescencia en un relato "autobiográfico al 50-60%", según sus cálculos. Incluso "lo del asesino en serie", principal desencadenante de la atmósfera irrespirable que se cierne sobre la historia, "ocurrió en aquel momento", cuenta el autor.
Desde su primera novela, Menos que Zero (1985; Random House, 2010), Ellis escribe para "escapar del dolor". Su homosexualidad potenciaba el desprecio de un padre alcohólico y su lugar en el mundo no era más que "un postureo", según ha expresado él mismo. "Con 18 años empecé a descontrolarme", ha dicho. Consumió "demasiada cocaína" en los últimos años de instituto, etapa en la que tuvo "a la novia más guapa, aunque fuera gay", y se contagió de la farsa que lo rodeaba. "Me convertí en un mentiroso muy convincente", ha asegurado, lo cual le acarreó "muchos problemas".
Aquel momento corresponde al inicio de la década de los 80 en Los Ángeles y concita las peripecias de un grupo de adolescentes rodeados de superficialidad cuya motivación pasa por descubrir —y exprimir— todo cuanto parece atractivo, estimulante. Las drogas, el sexo y la música son elementos indisociables de la obra de Ellis —también de algunos coetáneos como Douglas Coupland (Generación X, 1991), Irvine Welsh (Trainspotting, 1993) o Chuck Palahniuk (El club de la lucha, 1996)—, pero Los destrozos es, sin lugar a dudas, su novela más personal. También, "una carta de amor a todas esas personas" que estuvieron a su lado en esos años que marcan el paso de la adolescencia a la juventud.
Además, es su "primera novela que trata del pasado", concede Ellis, pero es que llega un momento en que "todos queremos volver atrás". Le ocurrió, según recuerda, a Quentin Tarantino —con el que habla a menudo— con Érase una vez en Hollywood (2019), a Alfonso Cuarón con Roma (2018), a Steven Spielberg con Los Fabelman (2022) y a Woody Allen con Días de radio (1987). Los pasajes de su adolescencia se le iban revelando a medida que escuchaba las canciones que tanto significaron entonces. Los coches con los que se desplazaban por la ciudad ya no existían. Los centros comerciales a los que acudieron también habían desaparecido. Pero la historia estaba ahí, más nítida que nunca, esperando a que Ellis por fin la escribiera.
"Nunca me lo había pasado tan bien escribiendo una novela", asegura el autor, que conserva un diario del que ha extraído episodios reales como el de la discusión con su exnovia. Esta, encarnada en el personaje de Debbie, le escribió un mensaje por Facebook para comunicarle su sorpresa al leer el pasaje y acabaron cenando juntos.
"Me sentí muy libre" al escribir Los destrozos, ha afirmado Ellis, cuyas preocupaciones ahora se fundamentan en el avance de la cultura de la cancelación. Al referirse a la Generación X, que según el escritor "ha envejecido muy bien", el autor de Lunar Park determina que "antes teníamos una libertad creativa total" y "no había un ejército de personas diciéndote lo que tenías que escribir". Muchos de sus contemporáneos "se han tenido que pasar a la derecha para no ser silenciados por la izquierda", que es la que "hace las listas y lleva a cabo los castigos", lamenta Ellis.
"Muchos autores de la Generación X se han tenido que pasar a la derecha para no ser silenciados por la izquierda"
La corrección política que impera en la cultura actual, ha venido a decir, es "una pesadilla, un desastre". Y ha interpelado a los nuevos autores, los centennials, a quienes considera más abiertos y tolerantes que a los millennials: "Si no te puedes reír de todo, entonces no te rías de nada".
Las escenas de violencia —violaciones, asesinatos, etc.— que ha recreado Ellis a lo largo de su obra han levantado ampollas entre los sectores más puritanos y reaccionarios. Incluso la desgarradora American Psycho, que para el autor no es más que una "comedia social" que satiriza los modales de los americanos aspirantes a ricos "con muchos abdominales", fue atacada por grupos feministas que trataron de impedir su circulación.
"Me atrae la violencia y no sé por qué", ha reconocido. No obstante, el autor no cree en la idea de la provocación voluntaria: "Provocar no es genuino, no es arte, no es mi manera de ver la escritura". Tampoco cree en el arrepentimiento: "Si creyera, me arrepentiría de todo".
No ha sido la única afirmación en la que Ellis se ha expresado sin complejos acerca de su vida privada. Siguiendo con el arrepentimiento, o más bien los episodios que cambiaría de su pasado—consciente de que es imposible hacerlo—, ha dicho que "no hacía falta tanta cocaína para escribir novelas". Y "el sexo no entra en la ecuación cuando tienes 59 años", ha bromeado.
"Provocar no es genuino, no es arte, no es mi manera de ver la escritura"
En consonancia con el nihilismo cultivado en los inicios de su trayectoria, no cree que la literatura tenga tanto poder como para cambiar la situación política de ningún territorio. A propósito, "la idea de que los escritores son ricos es una mentira que hay que desmontar". Tal vez si fuera cineasta...
A Ellis le habría gustado dirigir películas, según ha confesado. Tuvo en su mano la oportunidad de hacerlo en 2020, según ha relatado, pero la pandemia llevó la producción al traste. De momento, se conformará con ser guionista de la adaptación de Los destrozos, cuyos derechos de explotación acaban de ser adquiridos por HBO. Veremos si esta vez queda satisfecho con el trasvase, pues, según considera, algunos "creen que pueden hacer películas de mis novelas, pero no siempre es así". "El narrador no suele ser fiable", ha concluido.