Hay quien pensaba que la polémica en torno a la presencia de las editoriales pequeñas en la Feria del Libro de Madrid ya estaba enterrada. Nada de eso. La campaña Libros sin Feria ha resucitado la controversia por los requisitos para contar con una caseta. La organización exigía que los sellos editoriales tuvieran un mínimo de 80 títulos "vivos" —disponibles para su compra— en su catálogo, 55 más que el año pasado, pero ofrecía un espacio común a aquellos que no cumplieran con las condiciones.
En las últimas reuniones, celebradas el 28 y el 29 de marzo, se convino que esa zona no sería finalmente necesaria, pues las editoriales participantes se acabaron haciendo hueco en las casetas: muchas de ellas compartirán espacio.
A pesar de que editoriales como Barrett, que alumbró el éxito editorial de Andrea Abreu con Panza de Burro en 2020, manifestaron su indignación ausentándose de los encuentros y rechazaron participar este año, la directora de la Feria del Libro estaba convencida de que el asunto quedaba zanjado: "Han entrado todas las editoriales pequeñas que han querido estar", aseguraba Eva Orúe en la presentación del cartel. Pero la realidad era otra.
Todo parecía indicar que Minúscula, Báltica, Trampa, La Umbría y la Solana, Dirty Works, El Garaje, Es Pop, Libros Walden y Los Libros de Frontera se quedaban también fuera de juego en esta feria. Sin embargo, las librerías Polifemo y Sin Tarima, que cuenta con dos sedes —El Rastro y Antón Martín— en la capital, han impulsado una campaña en apoyo de los sellos editoriales independientes que no exponen en el Paseo de Coches de El Retiro.
La campaña es “una consecuencia y una llamada de atención ante la necesidad de facilitar y promover la asistencia con presencia propia de los editores que lo deseen”, según añadían los impulsores en un comunicado. “Preocupados por la situación a la que deben hacer frente muchas editoriales en los procesos de preparación, selección y asistencia a la Feria”, los libreros ofrecen a los sellos citados sus estanterías para colocar los títulos de sus catálogos.
Libros sin Feria se ha presentado este jueves en la Biblioteca Municipal Iván de Vargas, se desarrollará del 20 de mayo al 30 de junio y no solo promueve la venta de ejemplares. Las editoriales participantes ofrecen una programación alternativa a la Feria del Libro con charlas y encuentros literarios, presentaciones de libros y lecturas colectivas, aunque no incluyen firmas de sus autores.
"El futuro que algunos desean y proyectan apunta a la paulatina disminución de la presencia editorial en la feria”, lamentan los libreros en el comunicado. Y añaden que “sería un error en todos los sentidos”. En el comercial, alejarían a "un numeroso grupo de visitantes que buscan fundamentalmente conocer los catálogos de las distintas editoriales", dicen. La directora de la feria se ha pronunciado al respecto: "Se nos podrá reprochar muchas cosas, pero decir que queremos disminuir el número de editoriales no me parece que sea una de ellas". Según Orúe, "no es verdad que haya una disminución editorial. Tenemos más editoriales que el año pasado".
La cuota de inscripción, otro motivo de divergencia
Además de la cifra mínima de títulos exigida, la cuota de inscripción ha sido otra de las medidas disuasorias para algunos sellos pequeños. Concretamente, para los que no tienen su razón social en Madrid, que tienen que pagar prácticamente el doble por una caseta. Las casetas de cuatro metros cuestan a las editoriales madrileñas 2.605,17 euros, mientras que las del resto de España tienen que abonar 4.113,19 €, según datos facilitados por la organización de la feria. En cuanto a las casetas de tres metros, los sellos de Madrid pagan 2.150,17 euros y los de fuera, 3.160,48. Con todo, desde la organización recuerdan que a los editores de fuera se les ha subido la cuota menos que a los de Madrid.
En cualquier caso, este es el motivo de la ausencia de algunas editoriales como Minúscula, con sede en Barcelona, que renuncia a la caseta después de doce años compartiendo espacio con Cabaret Voltaire, el sello que edita las obras de la última ganadora del Premio Nobel de Literatura, Annie Ernaux. "No es de recibo que las editoriales de fuera abonen una cuota distinta", dice Valeria Bergalli, pues "a esa cuota de inscripción hay que sumarle los desplazamientos y otros gastos". La editora de Minúscula es consciente de que "la feria la gestiona el Gremio de Librerías de Madrid, pero se presenta como la gran feria española", por lo que considera que su reclamación "no está suficientemente contemplada".
Por otro lado, “lo importante para conocer a una editorial es conocer su fondo”, dice Bergalli. Es, según su criterio, uno de los objetivos que persigue el lector que acude a la Feria del Libro. La campaña Libros sin Feria les ofrece exponer su catálogo completo en alguna de las tres librerías impulsoras, por lo que se muestra satisfecha con el nuevo proyecto, en el que tendrán cabida dos de sus autores —Józef Wittlin, autor de La sal de la tierra, y Tove Jansson, autora de El libro del verano, ambas publicadas en este sello— a través de dos charlas dedicadas a sus obras.