El 18 de noviembre de 1922 moría en París, con apenas 51 años de edad (como Balzac y Molière), ese diletante exquisito y mundano, seriamente enfermo desde la niñez, que fue Marcel Proust. Autor de novelas como Los placeres y los días, la muerte de su madre acentuó su soledad y un aislamiento enfermizo que le permitió consagrarse a escribir su obra maestra, En busca del tiempo perdido, con la que revolucionó la novela contemporánea.
El Cultural recorre, con su traductor Mauro Armiño, su trayectoria literaria y vital; Lourdes Ventura nos revela quiénes se escondían tras los personajes de la novela; y Luis Antonio de Villena nos descubre un poema inédito de juventud y analiza su vida íntima. También nos detenemos en el Proust esencial y revisamos los últimos libros de y sobre el genio.
Marcel Proust: la vida como literatura
Por Mauro Armiño
Proust desciende de dos ricas familias judías relacionadas con las finanzas, bien situadas en la burguesía israelita de París. Tras un parto laborioso y difícil, nació en un estado que hizo temer por su vida.
Diez claves sobre Proust, el narrador esencial
Por Alfredo Asensi
De la magdalena a su tumba, del rechazo de Gide a la novela a la mala salud del escritor, establecemos un recorrido por algunos aspectos fundamentales de su trayectoria vital y literaria.
En busca del modelo escondido: quién es quién
Por Lourdes Ventura
Cuando el escritor afirmó que en su novela no había una sola clave para descubrir a las personas reales detrás de los personajes, estaba mostrando su verdadero laberinto.
El genio de Proust en sus cartas y ensayos
Por Nuria Azancot
Diletante y snob, dedicó su vida no sólo a escribir su excepcional 'En busca del tiempo perdido', sino a reflexionar sobre el amor, la belleza y el dolor en una abundante correspondencia y en ensayos.
El aroma de los muchachos en flor
Por Luis Antonio de Villena
Hasta no hace mucho tiempo, la idea final de un Marcel Proust solitario y encerrado en el afán de rematar su gran novela hizo que se supiera poco sobre su rica vida sentimental.
Testigos excepcionales: dos mujeres imprescindibles
Por Jaime Cedillo
Su madre, Jeanne Weil Proust, veló tanto por él que lo convirtió en un ser dependiente y caprichoso, y la doncella Céleste Albaret se convirtió en su más fiel confidente.