El propio José María Merino (La Coruña, 1941) explica qué es La novela posible en un pasaje final unamuniano: ha ligado una “tríada” que conjunta “una novela histórica, una autoficción –con cuentos intercalados– y un relato sentimental”. También confiesa la razón de la arriesgada mezcla: en sus ficciones, le “gusta ensayar algo que no haya hecho antes, en el tema, en la voz narrativa, o en la estructura…”. Aunque calculados nexos intertextuales hilvanen las tres piezas, conservan bastante entidad independiente.
La primera ofrece una novela histórica ambientada en el siglo XVI. Enlaza con obras precedentes de Merino que comparten un fascinado interés por el Siglo de Oro. A la historia de la hereje Lucrecia de León y de la pensadora Oliva Sabuco, añade ahora la de una pintora, Sofonisba Anguissola, y con ellas tenemos un tríptico de mujeres singulares y silenciadas. A partir de fuentes documentales explícitas, se recorre vida y obra de la artista italiana, dama de honor de Isabel de Valois, esposa de Felipe II, cuyos cuadros se han atribuido a pintores célebres.
La reconstrucción psicologista del personaje da pie a una amable y atractiva estampa de los ambientes aristocráticos de la época. La reproducción de bastantes pinturas de Sofonisba, en su mayor parte retratos, su especialidad, añade un buen aliciente. Pero no se ciñe Merino a una sugestiva viñeta del ayer y las vicisitudes de la estoica protagonista se proyectan hacia hoy con, diríamos, perspectiva de género. Contra corriente va, por otro lado, en la imagen sin sombras que da de Felipe II.
El otro bloque imaginativo contiene la dicha novela sentimental. Cuenta la historia, referida por la mujer, de una inventada pareja de vecinos del autor, la bibliotecaria Teresa y el pintor Fortu. Se trata de un caso de malcasada con un sujeto egoísta a más no poder. Recarga Merino los rasgos negativos de este majadero y, como no se aprecia en el relato ironía alguna, sale un personaje plano. Conmueve Teresa por la bondadosa paciencia con que soporta a Fortu. Y nos atrapa el contraste entre ella y el idiota que la sedujo.
El conjunto, sin embargo, resulta esquemático. Y no a causa del maniqueo conflicto, deliberado y hasta jocoso, sino por la medida con la que se cuenta. Requeriría más amplitud para entrar en mayores averías mentales. Ojalá se anime Merino algún día a sacarle todo el jugo a esta atrevida ideación de unas relaciones en extremo tóxicas.
'La novela posible' es una obra polifónica muy amena, que hospeda la mirada reflexiva del autor sobre el mundo
La tercera pieza es una crónica del confinamiento por la Covid. Merino cuenta cómo su mujer y él vivieron los meses iniciales de reclusión doméstica. El verismo del diario se junta a la ficción al meter la vigilancia de los vecinos. Sorprende una nota excepcional en el conjunto de la obra de Merino: la explícita carga política. Constata los aplausos ventaneros y las caceroladas y se pronuncia a favor de aquellos, obviando actuaciones oficiales más que discutibles.
Por otra parte, interpola en la autoficción diez minicuentos —pesimistas y sombríos, le advierte la mujer— surgidos de esa inquietante experiencia. Además de un feliz acierto constructivo, estas expresivas y excelentes minificciones corroboran la maestría del autor en las medidas cortísimas.
La novela posible es una obra polifónica de muy grata lectura, amena, que hospeda la mirada reflexiva sobre el mundo siempre presente en las páginas del autor. Libro algo juguetón y de menor ambición que otros de José María Merino, debe subrayarse la alerta técnica con que está hecho. Un autor con obra tan larga y cumplida podría haberse contentado con recurrir a las destrezas adquiridas en el oficio y, sin embargo, ha asumido un riesgo compositivo casi propio de un escritor novel.