Patricia Simón y Bernat Castany, cara a cara frente al miedo
El pánico tiene muchos nombres: Covid-19, precariedad, crisis, colapso medioambiental, guerra, porvenir... El filósofo Bernat Castany y la periodista Patricia Simón han publicado sendos libros sobre el tema, muy diferentes pero complementarios
24 mayo, 2022 01:25Noticias relacionadas
Ni siquiera su origen es similar. Bernat Castany (Barcelona, 1977) escribió Una filosofía del miedo (finalista del premio Anagrama de Ensayo) tras no ser capaz de responder las dudas de una alumna. “Sería exagerado decir que fue el principal detonante, pero aquella consulta me hizo sentir que los alumnos buscan traducir a términos reales los conceptos que se tratan en clase. Y que ese esfuerzo de ‘traducción’ es la forma más importante, y también la más desatendida, de la filosofía y la literatura”.
En cambio, el de Patricia Simón (Estepona, 1983), Miedo (Debate), es hijo de la Covid-19: “Sí, cubriendo la pandemia en distintos países me di cuenta de que buena parte de los miedos a los que hacían referencia los entrevistados no estaban relacionados con el virus, sino que definían sus vidas y sus sociedades desde mucho antes, especialmente a raíz de la crisis de 2008. Me puse a investigar y me di cuenta de que es el miedo el que define social y políticamente nuestra era y que muchos de los comportamientos aparentemente irracionales que llevo 20 años documentando como periodista se entienden mejor si desentraño qué miedos los mueven y, sobre todo, quiénes azuzan y se enriquecen gracias a ellos”.
Pregunta. ¿Qué es el miedo, cómo lo definen?
Patricia Simón. Es una emoción imprescindible para la supervivencia del ser humano porque nos alerta sobre la existencia de un peligro, pero también es una herramienta política para el control no solo en las dictaduras sino también en las democracias. El problema es que, desde los atentados del 11-S, los gobiernos emplean el miedo para alimentar el falso debate entre libertad y seguridad y suprimir derechos y libertades sin apenas resistencia. Pero además es el negocio gracias al que crece la ultraderecha a nivel mundial: crean falsos enemigos, como los pobres, los inmigrantes, las feministas, los musulmanes, las personas LGTBIQ+..., a los que señalan como responsables de que cada vez tengamos peores sueldos, peores servicios públicos y ningún horizonte de mejora.
Bernat Castany. El miedo forma parte de un sistema de información y motivación compuesto por muchas otras sensaciones o pasiones, positivas o negativas, como por ejemplo el placer, el dolor, la tristeza o la alegría. Las pasiones placenteras o alegres nos informan de que nos hallamos en el buen camino, mientras que las dolorosas o tristes nos instan a buscar otro mejor. El problema surge cuando el miedo se desarregla y empieza a cometer errores de evaluación y de acción. Podemos distinguir, pues, entre un miedo normal y un miedo patológico. Y en este último caso sí que debemos resistirnos a las acciones que nos aconsejan.
"Desde el 11-S, los gobiernos emplean el miedo para suprimir derechos y libertades sin resistencia". Patricia Simón
P. ¿A qué le tiene más miedo nuestra sociedad hoy, y a qué debería de tenérselo?
B. C. La cartografía de los miedos es variada y dinámica. En función de nuestras circunstancias sociales, laborales, familiares, psicológicas y físicas, nuestros miedos cambian de forma. La edad también modifica el mapa de los miedos. La experiencia puede liberarnos de los temores de la juventud, pero en ese mismo movimiento tiende a crear nuevos miedos. También cada época histórica tiene sus propios miedos. En nuestros días, por ejemplo, poca gente le teme al juicio final. En cambio muchos viven con angustia la crisis ecológica o los movimientos migratorios. La plasticidad del miedo es aprovechada por el poder, que trata de darle la forma que más le conviene. Por eso le tenemos más miedo a una criminalidad sobrerrepresentada en los medios que a la injusticia o al ecocidio, siempre silenciados. Parece que estemos programados para subestimar aquellos peligros reales que podrían llevarnos a tratar de cambiar el sistema.
P. S. Escribí Miedo precisamente para desbrozar todos los que nos asedian de manera embrollada. Los miedos son reales y muchos son legítimos pero necesitamos aprender a identificar a qué responde cada uno, qué factores los han inflado en los últimos años y quienes están haciendo caja con ellos. Porque si no, nos convertimos en marionetas. Eso que llamamos casi asépticamente ‘polarización’ o ‘crispación’ está provocando mucho dolor en las familias, grupos de amigos y compañeros de trabajo. Y estoy convencida de que si entendemos cómo esos miedos nos están robando la vida y llenándonos de odios injustificados, podremos salir de ese estado de visceralidad y volvernos más compasivos con nosotros mismos y con los demás. Solo así podremos comenzar a reconstruir esos valores compartidos desde los que es posible el diálogo.
"Según las circunstancias, los temores cambian de forma. La edad también modifica el mapa del miedo". Bernat Castany
P. Así que podemos combatirlos...
P. S. La doctrina del shock que se ha aplicado sistemáticamente en las sociedades del sur de Europa nos ha convencido de que a lo máximo a lo que podemos aspirar es a sobrevivir y, claro, en ese marco, el miedo es muy eficaz para mantener la resignación y asumir, sumisamente, la precariedad y la falta de oportunidades a cambio de no caer en la exclusión. Pero si queremos salvar las democracias de quienes quieren acabar con ellas mediante las urnas las tenemos que resucitar devolviéndoles su sentido: Estado del Bienestar, derechos y libertades. El miedo es a vidas que no merezcan ser vividas. Y en medio de todo eso hay más personas que nunca luchando para que todo el mundo tenga derechos a vidas interesantes y divertidas. Y sobre eso va Miedo, sobre que venceremos a los que quieren gobernarnos mediante el miedo y el odio con más derechos, más libertades, más goce y más rebeldía.
P. Contra el miedo, ¿qué puede hacer la cultura? ¿o está ya desarmada por el poder (económico, político, social)?
B. C. Creo que no debemos oponer la cultura al poder, porque uno de los mecanismos fundamentales del poder es la cultura. Los anuncios comerciales, la propaganda ideológica, las series de televisión, o los libros de autoayuda están llenos de “filosofía”, de “poesía”, de “arte”… sólo que movilizados con el objetivo de asustar, alienar y difundir falsos valores. El problema no es que no haya cultura, sino que se halla en las manos equivocadas. La cultura debería servir, pues, para denunciar ese secuestro y proponer formas culturales alternativas y emancipadoras
P. S. Sí, la cultura es la que nos oxigena, la que nos recuerda la infinitud de posibilidades que hay en lo posible y deseable y la que mejor nos puede inspirar sobre cómo plantar cara a quienes nos quieren pusilánimes y paralizados. Por eso Miedo es un libro de ensayo y crónica periodística guiada por el pensamiento utópico. Necesitamos recordar que si algo hemos comprobado a lo largo de la historia es que la resignación no es un rasgo propio de los humanos. Tarde o temprano la rebeldía termina creando nuevos marcos de convivencia, más justos, bellos e interesantes. Y ya está ocurriendo. Cada día. También en nuestro país.
"El miedo es muy eficaz para mantener la resignación y asumir, sumisamente, la precariedad". Patricia Simón
P. ¿Y el humor?
P. S. El humor es el que nos ha permitido sobrellevar en gran medida este estado de ánimo derrotista en el que vivimos. Y, de hecho, lo vemos en la lista de pódcasts más escuchados: Nadie sabe nada, Estirando el chicle, Deforme Semanal, Buenismo bien… están todos dedicados al humor, un humor inteligente, político, que a menudo evidencia las injusticias del sistema pero desde el derecho al goce, rompiendo con el mantra de que quienes se preocupan por los derechos humanos, la igualdad y la dignidad son unos seres tristes y que se están sacrificando por los demás. No hay gente más disfrutona que los defensores y defensoras de derechos humanos. Precisamente porque aman disfrutar de la vida quieren que todo el mundo pueda hacerlo.
B. C. Señalemos, para empezar, que existen muchos usos diferentes del humor. Este puede ser utilizado para ridiculizar a aquel que se sale de la norma, y para advertir a aquellos que sientan tentaciones de hacerlo de que serán sometidos a escarnio público. En tal caso, el humor funciona como un mecanismo de sumisión, estrechamente conectado con el miedo. Eso no quita que haya modalidades del humor verdaderamente emancipadoras. Pienso en el humor de los humanistas. Un humor que engloba a todos los seres humanos, en tanto que seres contradictorios, insignificantes, presuntuosos, ridículos, y a la vez tiernos, por vulnerables (el filósofo Miquel Seguró tiene un libro precioso al respecto). Esa perspectiva es liberadora, porque disuelve los falsos valores, las falsas jerarquías, y nos libera de los miedos que nos afligen.
"El poder moviliza la cultura con el objetivo de asustar, alienar y difundir falsos valores". Bernat Castany
P. Por cierto, ¿se han leído?
B. C. Sí, yo he leído con muchísimo interés Miedo, y coincidimos tanto en las ideas como en su sensibilidad ética y política. Su experiencia como periodista (como periodista valiente) dota al libro de una gran credibilidad, y de una sensación de realidad muy persuasiva (me han interesado especialmente los capítulos que dedica al miedo a la soledad y a la pobreza). Una filosofía del miedo es más un libro de filosofía, con muchos toques literarios, y aunque le doy una importancia fundamental a la cuestión política, no me ocupo tanto de casos concretos. Por eso creo que ambos libros se complementan muy bien.
P. S. No lo he leído aún. Lo siento. Lo tengo pendiente.