De Batman a Deadpool, el talento español se hace fuerte en el cómic americano
Jorge Fornés, Carmen Carnero, Salva Espín y Belén Ortega, cuatro de los artistas españoles que dan forma a algunos de los superhéroes más populares, recuerdan sus inicios en la meca de la industria
20 agosto, 2021 17:56Desde su rincón en Barcelona, Murcia, Granada o Málaga, sus imágenes dan vida a los superhéroes más carismáticos de los grandes sellos del cómic americano. Como tantos muchos españoles antes que ellos, también ellos forman parte ya del Universo de Marvel y DC. Un supertalento que les ha puesto al servicio de Batman, Spider-Man, Deadpool o Capitana Marvel.
Aunque la lista es amplísima hablamos con cuatro de los ilustradores que hoy están conquistando el mercado americano. Con un ritmo frenético, entre entrega y entrega, Jorge Fornés, Carmen Carnero, Salva Espín y Belén Ortega nos cuentan cómo fueron sus inicios al otro lado del Atlántico.
Del taller de coches al universo de Gotham
De trabajar en un taller de coches a dibujante profesional, el hombre detrás de Batman o Daredevil, Jorge Fornés (1974, Vilanova i la Geltrú, Barcelona), es uno de los talentos más importantes del cómic norteamericano actual. Autodidacta, había tanteado el mercado estadounidense durante tres años cuando por fin, en 2014, tuvo su primera oportunidad. Cuando al fin sonó el teléfono, como el cartero, sonó dos veces. Los dos grandes sellos editoriales, Marvel y DC al habla, le encargaron que hiciera algo para Thunderbolts#30 y Detective Comics Anual 3, respectivamente.
"Aun seguía trabajando en el taller. Recuerdo que dibujaba en la mesa de la cocina y escaneaba las páginas en la fotocopistería de debajo de mi casa". Fornés
“Yo no había publicado ni una sola página en toda mi vida, no conocía a nadie en el gremio y no sabía cuáles eran los procedimientos de los profesionales de la industria —nos cuenta hoy—, así que me dediqué a dibujar los guiones que me habían enviado lo mejor que podía en ese momento e intentando respetar los plazos, a pesar de que aun seguía trabajando en el taller. Recuerdo que dibujaba en la mesa de la cocina y escaneaba las páginas en la fotocopistería de debajo de mi casa. Una locura total. A día de hoy no sé cómo aquello salió adelante. Lo entregué a tiempo y además se publicó”.
Después de aquello, dejó el taller para dedicarse a tiempo completo y recibió otros encargos —Avengers Infinity War o Dr. Strange—, además de varios trabajos para varias editoriales independientes como Dynamite y Aftershock. Pero no fue hasta 2019, cuando el Batman del guionista Tom King llamó a su puerta. “Fue realmente un sueño hecho realidad —confiesa—, he crecido leyendo esos personajes y el que te den la oportunidad de contribuir a su historia y dejar tu pequeño sello en ellos es para no creérselo”.
No obstante, “superado el impacto inicial —añade—, me dediqué básicamente a realizar el mejor trabajo posible, como lo he hecho con otros personajes con los que quizás no tenía tanta empatía. Eso al final es lo que te va curtiendo como profesional. Y sobre todo hacer el tebeo que a ti te gustaría leer. Si luego al público le gusta pues perfecto pero el primero que tiene que estar contento con el trabajo eres tú. Es algo que he aprendido con el tiempo. Intentar dar lo que los lectores esperan es algo que nunca sale bien”, aconseja.
Aquello dio resultado y su buena dupla con King se consolidó en nuevos proyectos: la miniserie Héroes en crisis o Rorschach, su trabajo más reciente. Creado por Alan Moore y Dave Gibbons entre 1986 y 1987, este antihéroe es uno de los personajes de una de las más aclamadas series de la industria del cómic americano. “En DC nos salió la oportunidad de hacer algo con el universo Watchmen —explica ahora Fornés—, dijimos que sí pero que sería a nuestra manera y con libertad total creativa. Por suerte aceptaron y nos enmarcaron en el sello Black Label de DC que está enfocado al público adulto y es donde se ofrece mayor libertad a los autores. Lo hemos pasado muy bien y creo que es un gran cómic, el tiempo y los lectores lo dirán, pero nosotros estamos muy satisfechos con el resultado”, valora.
Carmen Carnero, de Capitana Marvel a Spider-Man
En el lado opuesto de Fornés, la malagueña Carmen Carnero asegura que lo suyo con el mundo del cómic fue por pura casualidad. Licenciada en Bellas Artes, fue en el Salón del Cómic de Granada cuando un editor americano se fijó en sus Pin-ups. “Ni siquiera tenía páginas secuenciales para enseñar, él me animó a probar a dibujar páginas en base a un guion porque creía que tenía potencial. Ahí empecé a hacer pruebas durante un año y medio y tras buscar un agente conseguí mi primer trabajo en Marvel con The End of Factor-X”.
“Estrenamos la serie de Capitana Marvel tres meses antes de la película. Fue increíble ver en el cine que el personaje se movía como yo me imaginaba al dibujar”. Carnero
Después, reconoce, es solo mantenerse, aunque eso es la peor parte. Seleccionada por Marvel en 2020 como una de las mejores artistas emergentes en el mundo, por sus manos han pasado Wonder Woman, el Escuadrón Suicida, los X-Men o The Punisher. Su primera serie propia llegó de la mano de Capitana Marvel, poco antes de su adaptación a la gran pantalla. “Mi primera exclusividad y número #1 —señala—. Desde el primer número se intuía que ahí había química entre todas, notaba que era parte de un equipazo y que estaba siendo algo especial. Estrenamos la serie tres meses antes de la película y el apoyo fue bestial, fue increíble ver en el cine que el personaje se movía como yo me imaginaba al dibujar las escenas de acción”.
Actualmente envuelta en el número especial del décimo aniversario de Miles Morales, creado por Brian Michael Bendis y la artista Sara Pichelli en 2011, desde 2020 es la encargada de dar forma a este Spider-Man de nueva generación. “Sin duda lo más complicado ha sido el dinamismo que implica un personaje como Spider-Man, en este caso Miles —reconoce—. Esta serie es para mí un cursillo acelerado de dinamismo en mi dibujo porque no había tenido ocasión de practicar algo así. Por no hablar de que no puedes olvidarte de la anatomía y la perspectiva. Ahora que he tenido la ocasión de dibujar a Peter acompañando a Miles en este último arco, se siente presión con los personajes más queridos de Marvel”, confiesa.
De Spider-Man a Deadpool, el lado más gamberro de Salva Espín
Por su parte, cuando Salva Espín era niño ya soñaba con dibujar tebeos. “Siempre tuve un cómic en casa. Mi padre era coleccionista y de joven, en su etapa de adolescente, él también dibujaba en sus ratos libres”, nos cuenta por videollamada desde su estudio en El Esparragal, en su Murcia natal. Fue él quien le animó y le ayudó a empezar a dibujar. “Pero también se lo debo a mi madre —añade—, que me aportó el gusto por las manualidades, no por los cómics, pero sí por la pintura. Ella fue quien me apuntó a clase de pintura o dibujo como extraescolar”.
“Los cómics fueron la herramienta que tenía de pequeño para poder poner en imágenes las historias que no sabía cómo terminaban en los videojuegos”, Espín
Fiel apasionado de los videojuegos —su formación, de hecho, la hizo en animación y no en ilustración—, cuenta que “los cómics fueron la herramienta que tenía de pequeño para poder poner en imágenes las historias que no terminaba de poder comprender o saber cómo terminaban en los videojuegos. Yo venía de una época en la que había videojuegos que no había forma de pasarse, llegabas a la segunda pantalla y nunca sabías cómo terminaban”, reconoce sobre esta otra vocación, que quiere retomar en algún momento.
Conocido por haber ilustrado a Hulk, Lobezno, Capitán América, La Patrulla X o Deadpool, Espín lleva ya toda una década en la industria del cómic americano. Como la mayoría, fue en un Salón del Cómic, portafolios bajo el brazo, donde tuvo la oportunidad de llegar a un editor de Marvel. “Le enseñé mi trabajo, vio que sabía contar historias solamente con los dibujos, que no hacían falta diálogos y que lo hacía de manera dinámica, y lo tuvo claro”, celebra. Su primer encargo, una portada de Spider-Man, fue también su primer trabajo formal. “Había hecho algunas cosas antes, alguna ilustración, pero fueron cosas mucho más puntuales, no se pueden considerar como un trabajo”, añade. Aquello fue el punto de partida. “Fue como pensar: ya ha empezado”.
Y desde entonces el sueño no ha terminado para este artista que, de adolescente, ni se imaginaba llegar a pintar a uno de sus superhéroes favoritos. Y es que Deadpool fue uno de los primeros cómics que descubrió una de aquellas mañanas de los sábados que bajaba con su padre a comprar cómics. “Acababa de salir en España el número uno de la primera miniserie y lo flipé porque a mí siempre me han gustado los ninjas y las artes marciales, no tanto los superhéroes con superpoderes”. Además estaba el lado del humor. “Y en Deadpool desde el número uno ya se veía esto. No estaba tan explotado como ahora pero ya era un superhéroe que no paraba de hablar y hacer chistes”.
Su primera colección de cómics, sus primeros dibujos, fueron de este divertido personaje, así que cuando a finales de 2012 le propusieron empezar a ilustrar la serie regular no se lo pensó dos veces. Hoy es ya el cocreador, junto al guionista Daniel Way, de un personaje oficial nuevo de la saga, Evil Deadpool. “No es una versión sino que es un personaje único, tiene mucho que ver con él, pero tiene su propia historia. Para mí fue todo un orgullo crear un personaje que no es ni si quiera una evolución de otro, como puede ser el Capitán América, sino que es uno diferente, y bastante gracioso”, se enorgullece el artista.
Belén Ortega, del manga de Japón al superhéroe americano
Belén Ortega (Granada, 1986) ha sido una de las últimas artistas en aterrizar en Estados Unidos. Licenciada en Bellas Artes en la Universidad de Granada su pasión por el manga japonés la llevó a completar sus estudios en la Human Academy de Osaka en Japón. Con un perfil profesional algo poliédrico, su debut no pudo estar más alejado del universo de Marvel o DC, cuando en 2011 publicó una historia de samuráis ambientada en el Japón Medieval, Himawari (Ediciones Glénat). Autora de un cómic sobre la vida de Marc Márquez y de la adaptación a la novela gráfica de la saga de Millennium, de Stieg Larsson, con la editorial franco-belga Dupuis, fue en 2018 cuando se aventuró a viajar a la New York Comic Con por primera vez para probar suerte en el mercado americano.
“Nunca había estado en un evento así y fui muy nerviosa. No tenía ni pase para el evento cuando compré el billete de avión —comparte—. Estaba en un impás de trabajo, acababa de terminar Millenium Saga para Dupuis y se me habría un nuevo horizonte de posibilidades. Decidí apostar por esto y el viaje no pudo salir más redondo; conseguí el contacto de Marvel, al volver empecé a hacer pruebas con ellos y ya en abril de 2019 me llamaron para hacer mi primera portada de Black Cat”.
"Venía de sufrir el síndrome del impostor en Marvel pero cuando DC me llamó para dibujar a Batman, sentía que tenía algo más de tablas", Ortega.
También Capitana Marvel, como Carnero, desde hace menos de un año, Ortega es además la ilustradora de Batman en la serie Legends of the Dark Knight. “Ya venía de sufrir un poco el síndrome del impostor con trabajos anteriores en Marvel, son universos que desconozco en su mayoría y cuándo recibía los guiones era como si estuvieran en chino, no entendía nada. Me costó unos cuántos ataques de ansiedad superarlo.
“Así que cuando DC me llamó —prosigue—, sentía que tenía algo más de tablas, pero nunca antes había dibujado a Batman así que intenté hacerlo con todo el respeto y mimo que pude. Disfruté mucho esta historia, a pesar de ser sufridora, lo cierto es que con DC está yendo todo mucho más fluido, me están poniendo las cosas muy fáciles y trabajar con ellos está siendo algo muy cómodo”, reconoce la artista.
Rompiendo hitos: la importancia de la visibilidad
Sin embargo, y a pesar de todos estos triunfos, ellos no fueron los primeros españoles en llegar a Marvel o DC. Ya en los 90 los artistas españoles llevaban años trabajando para la industria del cómic americano. Libros como La aventura gráfica de Carlos Pacheco o Cómics made in Spain determinaron la carrera de Salva Espín, que siguió el ejemplo de otros profesionales como Salvador Larroca, Pasqual Ferry, Carlos Ezquerra, Paco Díaz o Javier Pulido. “Saber, a finales de los 90, que había bastantes españoles dibujando, más de lo que ahora nos podamos imaginar, fue lo que me animó a pensar que era posible, que no era solo un sueño irrealizable. Dibujar a Spider-Man o Deadpool era algo terrenal y factible”.
“Saber, a finales de los 90, que había bastantes españoles dibujando fue lo que me animó a pensar que dibujar a Spider-Man o Deadpool era algo terrenal y factible”, Espín
¿Y mujeres? Belén Ortega y Carmen Carnero solo representan a una proporción que, cada vez más, va en aumento con otros nombres de españolas como Natasha Bustos o Emma Ríos. A pesar de ser la primera mujer en participar en la serie mensual de The Punisher, Carnero confiesa que lo vive con normalidad. “Mucho antes de nosotras hubo una generación en los 60 donde había mujeres dibujantes y no se veía como algo inusual -véase Ramona Fradon y Marie Severine-. Por poner un ejemplo, hace poco -y 4 años después de publicarse el cómic- me enteré que también fui la primera en Detective Comics”.
“Es un honor y a la vez incompresible en una serie con 1000 números, pero si yo no hubiera visto mujeres dibujando cómic americano probablemente no lo habría intentado, así que ojalá mi trabajo influya en que más mujeres se animen y sigamos con lo que siempre tuvo que ser algo normal. Hay muchas formas de dedicarse al mundo del cómic de superhéroes, y así lo demuestran editoras, guionistas, coloristas, maquetadoras…no podemos olvidar que ellas también se dedican a esto”, continúa.
A nivel salarial es un gremio muy equitativo, reflexiona al respecto Ortega. “Cobramos exactamente igual que nuestros compañeros y también hasta dónde yo sé, nos contratan por nuestra calidad y profesionalidad. Negar que ahora las empresas buscan mujeres y formar equipos de mujeres para sumarse a este movimiento de visibilización sería torpe, pero también creo que nos escogen porque somos buenas de verdad”.
Aunque sí que es verdad, concluye, que “hay un escalón generacional que hay que superar. En nuestra generación se ha liberado a la mujer de muchas ataduras que le impedían realizarse laboralmente y entiendo que este es uno de los motivos por los que no las hemos podido ver. No se les dejaba. Espero que en un par más de generaciones como mucho, este tema se haya vuelto un total anacronismo”.
El panorama español
Talento hay de sobra. La lista es amplia. Nombres como Jorge Jiménez, Mikel Janín, David Aja, Álex Cal Oliveira, Daniel Acuña, Pere Pérez, Julián López destacan también en esta lista que ha triunfado al otro lado del Atlántico. “Tengo entendido que, tras los artistas americanos, los españoles y brasileños estamos justo detrás en cantidad de artistas en activo en el cómic americano”, aporta Carnero.
Básicamente se debe a que aquí hay “muchísimo talento”, opina Fornés. Además, señala, “el cómic USA se publicó muy bien en este país en los 80 y los 90, eso hizo que cantidad de niños lectores como yo quisieran dedicarse a esto como profesión algún día, y ahora estamos viendo a los hijos de todo aquello poder dedicarse profesionalmente gracias a internet y a poder llegar con tu trabajo a todos sitios. Hace 20 años hubiera sido impensable que alguien como yo acabara trabajando para Marvel o Dc, eso afortunadamente ha cambiado y las posibilidades se han multiplicado para todo el mundo en cualquier lugar del planeta”.
En general, coinciden todos, la imagen que proyectan nuestros artistas en Estados Unidos es de trabajadores con talento que cumplen siempre bien con las fechas de entrega. “Somos cumplidores -reconoce Espín-. Y también somos bastante pasionales, no en el sentido de autor, sino en el sentido de querer hacer un buen trabajo”. Algo que, sin embargo, no siempre resulta fácil de cumplir.
“Digamos que el mercado de superhéroes es una máquina imparable en la que se tiene que producir muy rápido con la máxima calidad posible, mientras que el europeo es todo lo contrario —interviene Ortega que a menudo se ve obligada a hacer grandes equilibrios entre sus proyectos en Francia, DC y Marvel—. Mi experiencia con Japón fue algo especial y puntual, pero se parece bastante al mercado americano en cuanto a consumo y producción —analiza—. Personalmente, no disfruto haciendo mi trabajo con tanta prisa, pero creo que también ayuda a perder ciertos miedos y a hacer más callo. Cada entrega que superas te da más confianza en ti mismo”.
El cómic nacional en suspenso
Ahora bien, si talento tenemos de sobra, ¿qué pasa con el mercado nacional del cómic? Falta infraestructura, apoyo y una apuesta firme, coinciden todos. “No sé si aquí se valora o no el talento que tenemos, los lectores por supuesto que lo valoran y realmente te das cuenta de todo el apoyo que te da la gente de aquí, fuera de eso, pues en este país el cómic sigue siendo un mercado pequeño, aunque genere mucho fuera”, lamenta Fornés.
“Como casi siempre ha sido, hay obras fantásticas y autores magníficos —continúa el artista— cuya mayoría tiene que publicar para otros países para obtener el reconocimiento que se merecen o poder vivir de ello, desgraciadamente el mercado en este país es pequeño y las ventas no te proporcionan lo suficiente como para ganarte bien la vida con ello como sí lo hacen en otros países como Francia o EEUU. Pero siempre ha sido igual, y en cierta medida pasa lo mismo casi en todos los ámbitos culturales, los que pueden vivir de ello exclusivamente con el mercado español son muy pocos”.
Si bien es cierto que existe interés, hay lectores y hay demanda, pero la cosa, coinciden todos, no parece despegar. “La gente lee poco pero a nivel de ventas generales yo creo que no estamos mal —analiza por su parte Espín—. Pero, lo malo es que los cómics que se venden, en general, suelen ser productos que vienen de fuera de España. Por eso la industria nacional ni existe ni se la espera. No existe como tal, no es una cosa reseñable y no se está trabajando ni desde la parte privada, ni desde la pública, para que eso de verdad pueda tirar para adelante. Si la gente en su imaginario colectivo piensa que hay autores españoles que se ganan la vida dibujando para el mercado español eso es porque hay dos o tres personas, no representativas, que sí que lo consiguen pero son casos muy puntuales”. Comenta el murciano que dirigirá próximamente un máster en la Voxel School sobre el cómic y el ámbito profesional.
Mientras tanto, hoy por hoy, la única opción para los profesionales españoles del cómic parece estar en Estados Unidos o en el mercado francobelga. “Al menos no tenemos que irnos físicamente fuera de España para poder vivir de lo que nos gusta, podemos hacerlo desde cualquier parte sin suponer un sacrificio”, se consuela Ortega. Muy en la línea de Fornés, que señala que la tendencia está en la globalización. “Dudo que mucha gente actualmente cree algo exclusivamente pensando en un mercado local y en vender 20 ejemplares. Tú desarrollas tu obra lo mejor posible sabiendo que mañana puede leerla alguien en Londres, Boston o Pekín, ya sea en papel o en pantalla, que se puede traducir a cualquier idioma y las ofertas de trabajo actualmente te llegan de cualquier parte del mundo. En todos sitios se valora y se busca el talento. Hay que expandir fronteras y no cerrarse a crear cosas pensando en un público mucho más global”, aconseja.