El contenido de este ensayo se transparenta en el subtítulo: “Por qué Woody Allen ha pasado de ser inocente a culpable en diez años”. Esta es la gran cuestión planteada por Edu Galán (Oviedo, 1980), psicólogo, activista cultural, escritor, cofundador de la satírica revista mensual Mongolia y mil cosas más. Dicha interrogación se resuelve en estas páginas con un recurso que funciona como un sándwich de jamón y queso. Los capítulos impares describen de modo minucioso, desde dentro, el drama familiar de los Farrow-Allen, y los pares están dedicado al análisis de rasgos esenciales de la sociedad actual y su dinámica de cambio.
Woody Allen (1936) y Mia Farrow (1945), ambos con mucho kilometraje sentimental, se conocen por casualidad en el Elaine’s, un mítico bar restaurante de Manhattan en una noche de 1979. A los pocos meses —un amor, dos casas— son pareja, hacen cine y en 1987 nace Satchel (Ronan) Farrow, primer y único vástago de Allen y cuarto de una madre de catorce hijos que dos años antes había tomado la decisión de adoptar a Dylan Farrow. Décima adopción de una serie que comenzó con Soon-Yi Previn (1970), estando casada con André Previn (1929-2019), una niña abandonada por una madre prostituta, criada en la calle y en penosas instituciones coreanas.
En enero de 1992, Farrow visita con un hijo el apartamento de Allen para una sesión de terapia y descubre sobre la repisa de la chimenea un montón de polaroids en las que aparece Soon-Yi desnuda con las piernas abiertas. Meses más tarde, Farrow acusa a Allen de haber abusado de Dylan Farrow (1985). Investigaciones policiales, médicas y jurídicas siguen su curso. Al final, el director de cine pierde la custodia de los hijos, pero la agencia de bienestar infantil del estado de Nueva York concluye, en octubre de 1993, que no existen pruebas concluyentes de que Dylan fuera abusada o maltratada por su padre y retira los cargos contra Allen.
En octubre de 2017 surge #MeToo y dos meses más tarde Dylan Farrow publica un artículo en Los Angeles Times, el diario más difundido y consistente de la costa oeste, “¿Por qué la revolución #MeToo ha obviado a Woody Allen?”. Insiste en la acusación de abuso y pederastia. Numerosas personas hacen eco mediático de su denuncia y estalla un escándalo que parecía olvidado. Amazon cancela su contrato con Allen y en 2020, tras las protestas de Dylan Farrow, la editorial Hachette renuncia a publicar las memorias de Allen que, sin embargo, saldrán a la calle a través de otros sellos. La estatua de Allen en Oviedo es atacada por grupos feministas y la presencia del cineasta en San Sebastián es rechazada por EH Bildu.
Con el caso Allen como ejemplo, Galán demuestra que el afán critico y reflexivo de la izquierda ilustrada ha dado paso en la era de la Causocracia a un izquierdismo identitario, autoritario y cantonal
Rota para mucha gente la reputación de Allen en 2017, queda lejos el origen de este libro: un curso de extensión universitaria, montado en 2008 por Galán y Juan Pastor en la Universidad de Oviedo, titulado “Woody Allen. Cine y psicología”. A la vista del éxito se repite el curso, esta vez con la colaboración del Ayuntamiento de la capital de Asturias. En esas fechas se podía homenajear a Allen, pero hoy, pese a que no existan cargos en su contra, Galán no encontraría apoyo institucional. ¿Qué ha cambiado?
El marco de dicho cambio es una “sociedad de atención al cliente”, centrada en la persona y su deseo. En las “universidades helicóptero” norteamericanas, afirma Galán, hace años que al alumno se le considera no tanto un estudiante como un cliente al que conviene darle la razón. Un fenómeno que se está trasladando a las universidades españolas.
En “la sociedad de atención al cliente” mandan las modas impulsadas por formas de comunicación que no necesitan expertos. Al ser todo relativo, las redes sociales se convierten en imperativos de masas deseosas de adherirse a una “Causa”. Lo crucial es convertirse en víctima, acreditar un trauma y suscitar solidaridad en plataformas como change.org.
El relativismo empuja a adherirse sin condiciones al grupo identitario propio, reconstruir la memoria y aceptar que la verdad emana de la identidad. El afán critico y reflexivo de la izquierda ilustrada ha dado paso en la era de la Causocracia a un izquierdismo identitario, autoritario y cantonal presto a justificar la anulación de los derechos de los demás, al señalamiento y al escarnio público.
Con esta hábil utilización de un doble hilo narrativo, Galán despliega el mencionado término Causocracia. Una prometedora y potente herramienta analítica para entender el mundo del siglo XXI. Un libro adictivo y desafiante que reúne emoción y documento.