Lo que somos, lo que hemos sido, suele morir con cada uno de nosotros. Es posible que algunos recuerden nuestros nombres hasta, quizás, la tercera generación, pero, más allá de eso, si no nos empeñamos en contarnos, en escribirnos, en decir cómo vivimos o quiénes hemos sido en forma de poema, de crónica o de relato, si no insistimos en contar historias, en narrar amores, en describir o reconstruir lo que nos conmueve, o incluso inventarlo, dejamos de existir.
Esta fue, en parte, la conclusión de “Contar la historia de la humanidad en la tierra”, una de las mesas redondas más contundentes del Festival Hispanoamericano de Escritores en la cual poetas, cronistas y narradores como José Manuel Fajardo, Pedro Flores, Martín Caparrós, Alberto Ruy-Sánchez, Raúl Tola y Ricardo Hernández Bravo reflexionaron -y, lo más importante, nos hicieron reflexionar junto a un numeroso grupo de alumnos de institutos de La Palma– por qué la memoria suele extinguirse con cada uno de nosotros.
Por estos días la isla de La Palma es un cuerpo de tierra rodeado de escritores por todas partes. Aquí se ha celebrado la palabra y la memoria, pero, también, se ha celebrado la multiculturalidad, el mestizaje, el formar parte de un todo. Narradores, poetas, cronistas, traductores y artistas de México, Colombia, Venezuela, Argentina, Puerto Rico, Cuba, Perú, Nicaragua, España y Japón han demostrado durante cuatro días intensos que la frontera es un concepto bastante líquido cuando se trata de literatura.
Sobre esas líneas que nos dividen el poeta grancanario Pedro Flores reflexiona: “El nacimiento es un azar, uno no escoge dónde nacer. Si pudiéramos decidirlo, probablemente, habríamos escogido nacer en Tahití o en Noruega. Nadie que es feliz abandona su casa, su país y su gente voluntariamente. ¿Por qué debería ser más español el que, por azar, nació en España sin escogerlo, que esos que miran hacia nosotros como la única posibilidad para sobrevivir, esos que vienen en pateras o quienes emigran sufriendo toda clase de calamidades con la esperanza de escapar de sus países asolados por guerras, hambrunas o persecuciones políticas?”
Por celebrar la memoria sin fronteras también hemos celebrado, conmovidos hasta las lágrimas, los primeros treinta años, de seiscientos, de miles, de Ediciones La Palma con la gran Elsa López como artífice y hada madrina. En esta isla todos hemos sido, de alguna manera, pequeños fragmentos del mismo continente, del mismo universo de palabras que se multiplican y que han hecho eco en lectores, en estudiantes, en periodistas y en niños curiosos. Escritores en tres dimensiones que se desvelan ante sus lectores, nuevos o antiguos, dando una nueva visión sobre sus libros o sobre las lecturas que los marcaron. Hemos disfrutado mesas memorables como “El país de los otros” con las miradas y lecturas de Héctor Abad Faciolince, José Balza, Alonso Cueto o Nuria Amat, o como la “Perspectiva personal de la literatura actual” con Rodrigo Blanco Calderón, Marcelo Luján, Fernando Aramburu, Carme Riera, Rosa Beltrán, Gonzalo Celorio y Alexis Ravelo, o la de “Cuentistas, narradores y fabuladores”, uno de esos debates que habrá que revisitar en remoto en la página web del festival, donde también están todas las demás, para poder absorber y tomar notas porque cada participación es una cátedra de cuento. O las reflexiones brillantísimas sobre novela y crónica de “Sin ficción novela: novela ficción”, o la de literatura, cine y fotografía, o como el recital de poesía que tuvo momentos memorables.
Es evidente que este festival tendrá cada vez más alcance y será más robusto porque es un proyecto que apenas comienza y que sin duda buscar echar raíces. El año próximo, por ejemplo, contará con el apoyo de la Asociación de Academias de la Lengua como fue confirmado por Francisco Javier Pérez, secretario general de ASALE. Así cada año los lectores que confluyan en Los Llanos de Aridane se acercarán a nuevos autores hispanoamericanos, con amplia presencia de autores canarios, y ojalá con más poesía, haciendo honor al movimiento poético canario que es inmenso. Después de días tan intensos ya hoy todo vuelve a la normalidad en La Palma y, en este caso, sabemos que las palabras no se extinguirán en la memoria.